En la era digital, la violencia ha adquirido toda una nueva dimensión. Odio, morbo, críticas y superficialidad abundan en las redes, nuevas máscaras sociales que conforman un ecosistema atestado de falsedad, prejuicios y peligros cibernéticos. Nación Asesina retrata en poco menos de dos horas la mayoría de los males y vicios que aquejan a una juventud absorta en sus teléfonos inteligentes, con los que las selfies y publicaciones ávidas de atención están a la orden del día. Pero los riesgos son enormes; y en un momento en donde la ciberseguridad ya no solo es de interés de las grandes corporaciones, la cinta examina esta problemática incrustada en una sociedad hipócrita lista para linchar a víctimas y perpetradores por igual.
Lily Colson (Odessa Young) y sus amigas de la preparatoria viven en el conservador pueblo de Salem. Preocupadas por descubrir su sexualidad y revisar constantemente sus cuentas de Facebook e Instagram, todas ellas chocan con sus amantes, profesores y padres, quienes no aprueban su forma de vida. Cuando un hackeo expone la doble vida del alcalde y exhibe la intimidad malinterpretada del director de la preparatoria, el pueblo comienza a mostrar los dientes ante cualquiera que presente una actitud distinta a la de sus estándares morales. Los secretos digitales de Lily no tardan en salir a luz tras otra filtración, lo que la convierte en blanco de los grupos más conservadores y extremistas de la localidad; sin embargo, la chica y sus leales amigas no se dejarán intimidar tan fácil.
Nación Asesina, dirigida por Sam Levinson y estrenada en la pasada edición del Festival de Sundance, sigue principalmente a un grupo de mujeres adolescentes que tienen en sus dispositivos móviles básicamente cada aspecto de su existencia. Estas viven en el pueblo "americano" por excelencia, un bello y apacible lugar en donde aparentemente no ocurre nada malo, pero en el que pensamientos retrógradas y sumamente peligrosos se encuentran muy arraigados. No es ninguna coincidencia que el pueblo sea el mismo donde se llevaron a cabo los juicios en contra de personas acusadas de practicar brujería hace cientos de años, mujeres en su mayoría. Al igual que esas víctimas, Lily y sus amigas pronto se encuentran exhibidas y juzgadas imparcialmente por el extremismo de sus conciudadanos.
La hiperestelziada cinta echa mano de una infinidad de recursos para contar la historia de cómo la supuesta tranquila vida de Salem se va al demonio. Apoyándose de cualquier cantidad de visuales e insertos que estimulan los sentidos del público, resulta difícil no prestar atención al discurso de Levinson. Los colores de la bandera estadounidense dominan una paleta que ilumina bastantes de las escenas, las cuales ironizan con los valores de una nación sumergida en una ola de violencia engendrada por el odio hacia quienes son diferentes y no encajan dentro de lo normal. Lily y sus amigas, entre ellas una chica transexual, se topan de frente contra la maldad innata de los pueblerinos de mente cerrada que ven amenazada su integridad y modo de vida.
Nación Asesina se desarrolla en forma de viñetas, al menos la primera mitad. En esta parte, Levinson nos introduce en el retorcido mundo de Salem y los hackeos que comienzan a cimbrar a su población. El primero, del alcalde, con algunas reminiscencias a aquel famoso primer episodio de Black Mirror, exhibe rápidamente la hipocresía moral de un pueblo retrógrada que solo quiere ver al mundo arder. El segundo, en el que el director de preparatoria es señalado por una supuesta conducta sexual inapropiada, vemos a los pueblerinos convertidos en juez, jurado y verdugo de una situación en la que no deberían tener la mínima injerencia, algo ya muy común en nuestros tiempos. Estos y otros casos que dejan al descubierto machismo, homofobia, transfobia y más conducen a la trama principal y a la situación que lleva a Lily a encontrar su propio limite como víctima.
Las distintas circunstancias que ocurren en la película hacen énfasis en la nueva capacidad destructiva que ha adquirido el hombre. Sin algún tipo de fuerza bruta y estando incluso sentado en un escritorio, cualquier persona con habilidades cibernéticas y la suficiente malicia puede prender la mecha causando un completo caos. En la segunda mitad, la trama se centra en la experiencia de Lily y una serie de eventos relacionados con la filtración de su información privada, la cual transforma a Salem y nos conduce hacia un brutal desenlace con fuertes influencias tarantinescas conformado por escenas explícita sumamente violentas. Así se completa el círculo y la nación a la que hace referencia el título de pronto nos resulta muy familiar.
Está claro que Levinson es dominado por el estilo, por lo que la sustancia queda de lado, sobre todo en la segunda parte, donde la trama parece desbordarse y llegar a un tono excesivo. Esto, por supuesto, refuerza el disparate social que el director y guionista satiriza desde el comienzo. Los personajes, quienes más bien representan un concepto o ideal, permanecen estáticos y solo reaccionan a los acontecimientos de la trama. Sea como sea, Levinson se muestra firme y desarrolla su idea completa sin alejarse de su objetivo final. En esta nación, la violencia solo se puede enfrentar con más violencia y eso es justamente lo que Lily y sus amigas aprenden después de vivir esta experiencia, un pensamiento ciertamente que genera discusión.
Nación Asesina no es memorable ni nada por el estilo, pero la manera en que retrata problemáticas sociales de esta nueva era quizá nos haga preguntarnos a qué bando pertenecemos.
Nación Asesina, dirigida por Sam Levinson y estrenada en la pasada edición del Festival de Sundance, sigue principalmente a un grupo de mujeres adolescentes que tienen en sus dispositivos móviles básicamente cada aspecto de su existencia. Estas viven en el pueblo "americano" por excelencia, un bello y apacible lugar en donde aparentemente no ocurre nada malo, pero en el que pensamientos retrógradas y sumamente peligrosos se encuentran muy arraigados. No es ninguna coincidencia que el pueblo sea el mismo donde se llevaron a cabo los juicios en contra de personas acusadas de practicar brujería hace cientos de años, mujeres en su mayoría. Al igual que esas víctimas, Lily y sus amigas pronto se encuentran exhibidas y juzgadas imparcialmente por el extremismo de sus conciudadanos.
La hiperestelziada cinta echa mano de una infinidad de recursos para contar la historia de cómo la supuesta tranquila vida de Salem se va al demonio. Apoyándose de cualquier cantidad de visuales e insertos que estimulan los sentidos del público, resulta difícil no prestar atención al discurso de Levinson. Los colores de la bandera estadounidense dominan una paleta que ilumina bastantes de las escenas, las cuales ironizan con los valores de una nación sumergida en una ola de violencia engendrada por el odio hacia quienes son diferentes y no encajan dentro de lo normal. Lily y sus amigas, entre ellas una chica transexual, se topan de frente contra la maldad innata de los pueblerinos de mente cerrada que ven amenazada su integridad y modo de vida.
Nación Asesina se desarrolla en forma de viñetas, al menos la primera mitad. En esta parte, Levinson nos introduce en el retorcido mundo de Salem y los hackeos que comienzan a cimbrar a su población. El primero, del alcalde, con algunas reminiscencias a aquel famoso primer episodio de Black Mirror, exhibe rápidamente la hipocresía moral de un pueblo retrógrada que solo quiere ver al mundo arder. El segundo, en el que el director de preparatoria es señalado por una supuesta conducta sexual inapropiada, vemos a los pueblerinos convertidos en juez, jurado y verdugo de una situación en la que no deberían tener la mínima injerencia, algo ya muy común en nuestros tiempos. Estos y otros casos que dejan al descubierto machismo, homofobia, transfobia y más conducen a la trama principal y a la situación que lleva a Lily a encontrar su propio limite como víctima.
Las distintas circunstancias que ocurren en la película hacen énfasis en la nueva capacidad destructiva que ha adquirido el hombre. Sin algún tipo de fuerza bruta y estando incluso sentado en un escritorio, cualquier persona con habilidades cibernéticas y la suficiente malicia puede prender la mecha causando un completo caos. En la segunda mitad, la trama se centra en la experiencia de Lily y una serie de eventos relacionados con la filtración de su información privada, la cual transforma a Salem y nos conduce hacia un brutal desenlace con fuertes influencias tarantinescas conformado por escenas explícita sumamente violentas. Así se completa el círculo y la nación a la que hace referencia el título de pronto nos resulta muy familiar.
Está claro que Levinson es dominado por el estilo, por lo que la sustancia queda de lado, sobre todo en la segunda parte, donde la trama parece desbordarse y llegar a un tono excesivo. Esto, por supuesto, refuerza el disparate social que el director y guionista satiriza desde el comienzo. Los personajes, quienes más bien representan un concepto o ideal, permanecen estáticos y solo reaccionan a los acontecimientos de la trama. Sea como sea, Levinson se muestra firme y desarrolla su idea completa sin alejarse de su objetivo final. En esta nación, la violencia solo se puede enfrentar con más violencia y eso es justamente lo que Lily y sus amigas aprenden después de vivir esta experiencia, un pensamiento ciertamente que genera discusión.
Nación Asesina no es memorable ni nada por el estilo, pero la manera en que retrata problemáticas sociales de esta nueva era quizá nos haga preguntarnos a qué bando pertenecemos.
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