Las historias biográficas son material abundante y casi ilimitado para Hollywood. Desafortunadamente, el enfoque tradicional ya se ha utilizado hasta el cansancio. El deseo de atribuir ciertos aires de superación y de apegarse estrictamente a los hechos dan como resultado películas comunes y corrientes que atentan contra la misma esencia del arte. La buena noticia es que algunos productores y cineastas se han dado cuenta de que el género necesita un revulsivo. Recientemente, tipos como Danny Boyle lo hicieron jugando con el tiempo en su adaptación de Steve Jobs; y ahora, Yo, Tonya destruye una serie de convenciones para contar un hilarante y impactante relato de una forma audaz y original, uno que sin duda capta la atención incluso de los más incrédulos.
Tonya Harding (Margot Robbie) es una rebelde y poco convencional patinadora artística. A pesar de tener gran talento para este deporte, la joven no logra sobresalir debido a la imagen que proyecta, una que va en contra de aquellos quienes mandan en el ámbito. Su madre, LaVona (Allison Janney), estricta y cruel, la impulsa desde niña sacrificando su relación con ella de por medio. Jeff (Sebastian Stan), su pareja, es una inspiración para ella en un comienzo, pero en breve se convierte en una gran carga y un riesgo para su misma integridad. Mientras Tonya busca ser parte del equipo olímpico, estos dos personajes representarán un obstáculo emocional, pero será un serio incidente con una las patinadoras rivales la que pondrá en peligro su carrera profesional.
Yo, Tonya es una cinta que muestra una faceta más fresca del biopic al retratar la vida de una polémica figura como Tonya Harding. Si bien estamos ante una narrativa lineal que igualmente funciona como una crónica del terrible incidente en el que la patinadora se vio involucrada, Craig Gillespie, el director, ha logrado contar el relato de una manera muy entretenida y con una estructura poco ordinaria fundamentada por una serie de recursos que le dan una dimensión muy profunda a sus personajes, seres despreciables en su mayoría envueltos en un enorme escándalo y una destructiva dinámica que sacará lo peor de ellos. Hecho reales que parecen película y que esta a su vez trata de alejarse lo más posible de ellos para contar su propia verdad.
La esencia de la historia se encuentra en sus situaciones meta, cuando el guión de pronto toma caminos inesperados y nos presenta supuestos; los pensamientos e ideas de los personajes, quienes cuentan su versión de los hechos a modo de mockumentary, se materializan de formas violentas y sumamente agresivas, características que bien podrían definir todo lo que rodeaba a Harding. La protagonista, su madre y su amado cuentan con recelo, orgullo y cautela (dependiendo de quién tenga la palabra) todo lo que ocurrió desde que Tonya era una adolescente hasta aquel fatídico día en el que el FBI dio con ellos tras haber orquestado un ataque en contra de Nancy Kerrigan. ¿Se puede creer lo que dicen? A veces sí; pero en muchas ocasiones, el espectador comienza a tener dudas sobre lo que está viendo en pantalla, y no puede haber algo mejor tratándose de una cinta biográfica. Podríamos catalogarla algo así como la antibiopic, en donde los acontecimientos reales no son tan importantes.
Esta construcción narrativa nos recordará otro gran ejemplo reciente, La Gran Apuesta, filme que indaga en los orígenes de la crisis económica de 2007 y 2008 y en la que sus personajes, todos con algún tipo de conflicto social o moral, se involucran inesperadamente en algo más grande que ellos. De igual manera, La Gran Apuesta hipervincula su trama con una serie de insertos que explican a fondo el entorno económico y con la narración de un nefasto individuo poco o nada confiable. También podríamos citar otro ejemplo más nuevo pero no tan acertado, American Horror Story: Roanoke, la penúltima temporada de la famosa serie que también funciona como un mockumentary con muchas capas. Sea como sea, Yo, Tonya incorpora estos elementos para relatar los sucesos efectiva y vibrantemente.
Yo, Tonya es lo que a cada toda cinta biográfica debe aspirar, una drama que no se apegue a la realidad y que cuenta una innovadora historia por su cuenta. El trabajo de Gillespie es muy bueno, sin mencionar el de todo el elenco, sobre todo el de Robbie y Janney, quienes dejan al descubierto esa relación madre/hija que ha sido dañada por la obsesión y el desamparo. La película expone el impacto mediático de una figura controversial en la época contemporánea y el cómo la sociedad encuentra siempre a alguien a quién amar y odiar. Las verdad queda en un segundo plano, lo más importante es lo que se dice de ellos.
Tonya Harding (Margot Robbie) es una rebelde y poco convencional patinadora artística. A pesar de tener gran talento para este deporte, la joven no logra sobresalir debido a la imagen que proyecta, una que va en contra de aquellos quienes mandan en el ámbito. Su madre, LaVona (Allison Janney), estricta y cruel, la impulsa desde niña sacrificando su relación con ella de por medio. Jeff (Sebastian Stan), su pareja, es una inspiración para ella en un comienzo, pero en breve se convierte en una gran carga y un riesgo para su misma integridad. Mientras Tonya busca ser parte del equipo olímpico, estos dos personajes representarán un obstáculo emocional, pero será un serio incidente con una las patinadoras rivales la que pondrá en peligro su carrera profesional.
Yo, Tonya es una cinta que muestra una faceta más fresca del biopic al retratar la vida de una polémica figura como Tonya Harding. Si bien estamos ante una narrativa lineal que igualmente funciona como una crónica del terrible incidente en el que la patinadora se vio involucrada, Craig Gillespie, el director, ha logrado contar el relato de una manera muy entretenida y con una estructura poco ordinaria fundamentada por una serie de recursos que le dan una dimensión muy profunda a sus personajes, seres despreciables en su mayoría envueltos en un enorme escándalo y una destructiva dinámica que sacará lo peor de ellos. Hecho reales que parecen película y que esta a su vez trata de alejarse lo más posible de ellos para contar su propia verdad.
Esta construcción narrativa nos recordará otro gran ejemplo reciente, La Gran Apuesta, filme que indaga en los orígenes de la crisis económica de 2007 y 2008 y en la que sus personajes, todos con algún tipo de conflicto social o moral, se involucran inesperadamente en algo más grande que ellos. De igual manera, La Gran Apuesta hipervincula su trama con una serie de insertos que explican a fondo el entorno económico y con la narración de un nefasto individuo poco o nada confiable. También podríamos citar otro ejemplo más nuevo pero no tan acertado, American Horror Story: Roanoke, la penúltima temporada de la famosa serie que también funciona como un mockumentary con muchas capas. Sea como sea, Yo, Tonya incorpora estos elementos para relatar los sucesos efectiva y vibrantemente.
Yo, Tonya es lo que a cada toda cinta biográfica debe aspirar, una drama que no se apegue a la realidad y que cuenta una innovadora historia por su cuenta. El trabajo de Gillespie es muy bueno, sin mencionar el de todo el elenco, sobre todo el de Robbie y Janney, quienes dejan al descubierto esa relación madre/hija que ha sido dañada por la obsesión y el desamparo. La película expone el impacto mediático de una figura controversial en la época contemporánea y el cómo la sociedad encuentra siempre a alguien a quién amar y odiar. Las verdad queda en un segundo plano, lo más importante es lo que se dice de ellos.
Comentarios
Publicar un comentario