Tomb Raider: una mediocre adaptación más de un gran videojuego

¿Alguna vez alguien podrá hacer una decente adaptación de una película de videojuegos? Por décadas, los jugadores han esperado con ansia ver a sus personajes favoritos representados de manera digna en la pantalla grande, pero hasta ahora se han topado solamente con una decepción que parece no tener fin. Si bien ha habido unas cuantas cintas que más o menos han podido trasladar la esencia de algunas propiedades, y otras más que se han inspirado en la estructura del medio y el alma de una buena variedad de títulos para concebir proyectos interesantes (te estamos viendo a ti, Al Filo del Mañana), los desarrolladores han sido los que justamente han podido hacer lo contrario al inyectar sus relatos de una vibra cinematográfica muy valiosa (Ejemplo, The Last of Us). Tomb Raider, la más reciente adaptación del videojuego del mismo nombre, llega con el estigma de la industria; y aunque no falla de forma tan rotunda como bastantes de sus predecesoras (sí, como Assassasin's Creed), uno no puede sentirse más que desilusionado por la pobre ejecución y la falta de creatividad.

Lara Croft (Alicia Vikander) es una intrépida joven que trata de ganarse la vida por sí misma negándose a aceptar la herencia familiar que le espera; pues su padre, el magnate Richard Croft (Dominic West) lleva desaparecido ya varios años y el futuro de su patrimonio pende de un hilo. Al ser persuadida por Ana (Kristin Scott Thomas), una de las asociadas de Richard, de que haga lo correcto y asuma el control de todo lo que pertenece por derecho, Lara descubre la vida secreta de este gracias a una serie de pistas. Obsesionado con demostrar la existencia de una mítica figura oriental, Himiko, la Reina de Yamatai, Richard, convertido en un explorador, le deja un último mensaje advirtiéndole de la existencia de una malvada organización llamada Trinity a la que confrontó con tal de que no obtuvieran el poder secreto de Himiko. Así, empeñada en dar con la verdad, Lara se embarca en una peligrosa aventura hacia el Lejano Oriente.


Roar Uthaug, director noruego que causó gran furor hace un par de años con su bien logrado drama de catástrofe natural La Última Ola, fue el elegido para tratar de presentar una versión menos sexualizada y no tan rimbombante de Tomb Raider a las nuevas generaciones. Uthaug, seleccionado por el equilibrio entre las escenas de acción y el desarrollo de sus personajes, además de su extensivo uso de efectos especiales, es víctima de lo que generalmente ocurre en estas producciones: un director sujeto a los mandatos del estudio y muy poco espacio para poder trabajar con su propio estilo. El resultado es una mediocre cinta de aventuras que nunca logra hacer que nos interesemos por sus protagonistas, los cuales terminan por hacer justo todo lo que el mundo espera: correr por ahí saltando obstáculos mientras reciben un balazo o flechazo.

Al tratarse de un reboot de la franquicia, la historia sobre su origen era inevitable, pero la producción encontró la manera de hacerlo lo más tedioso posible. El primer tercio de la película es insufrible y poco entretenido. Las escenas de acción que aquí tiene lugar parecen no ir hacia ningún lado, por lo que se pierde demasiado tiempo en la presentación de las habilidades de Lara y su naciente naturaleza como exploradora. Si estuviéramos en el juego estaríamos hablando de los niveles tutoriales del mismo, solo que aquí no hay manera de omitirlos. Cuando la trama finalmente toma rumbo ya ha transcurrido casi la mitad de esta y la fatiga visual y narrativa ya es palpable. Los guionistas han invertido demasiado en contar al espectador lo que su protagoniza es capaz de hacer, pero sin ninguna recompensa aparente.


Vikander es quizá lo único valioso del filme. Como Lara, la actriz muestra una excelente condición y la rudeza necesaria para interpretar a la icónica heroína, quien por cierto ahora es representada como una joven millenial empoderada, cosa que ciertamente conectará con una parte del público, pero otra más no dudará en voltear en los ojos ante esta versión. El problema no es la caracterización, sino el predecible desarrollo del personaje. No hay duda de que al final nos toparemos con una Lara más responsable y fuerte que ha asumido algunos riesgos para convertirse en la exploradora más famosa del mundo; sin embargo, el guión no sale de la zona de confort. Prueba de ello es la escena en donde Lara mata por primera vez en defensa propia. El trauma está ahí, pero no hay tiempo para digerirlo ni profundizar en el conflicto interno. Otra secuencia de acción ya está esperando a la vuelta de la esquina.


La trama es extraída en gran medida del exitoso reboot de 2013 desarrollado por Crystal Dinamics y publicado por Square Enix, estos últimos supervisores y productores de la cinta. Algunas diferencias son notables, como el hecho de enfocar la principal motivación de Lara en la búsqueda de su padre y la ausencia de elementos sobrenaturales, los cuales aparecen en cierta medida en el videojuego. Que hayan optado por no adentrarse en este terreno sin duda fue una buena decisión, pero cargar el peso emocional de la historia en la relación con su padre resulta desgastante y hasta aburrido. La química entre West y Vikander es nula, es doloroso verlos a ambos en pantalla. El desequilibrio es evidente. Walton Goggins, como el villano, es un desperdicio descomunal. Por más que se le intenta humanizar en distintas ocasiones, este nunca dejar de ser unidimensional y poco atractivo.

Tomb Raider es una adaptación más que no pasa la prueba. La necedad de crear una franquicia y dejar varios cabos sueltos que seguramente se resolverán en una hipotética secuela es frustrante. Vikander se salva gracias a su carisma y por la forma en que encarna al personaje, pero no hay mucho que pueda hacer con las trilladas situaciones a las que es sometida. Que la problemática familiar de pronto se convierta en una aventura para salvar al mundo de una corporación maligna es un cliché que debió haber desaparecido hace mucho tiempo. El giro grandilocuente de la película es aburrido y terminarpor alejar incluso a los fans de la saga. Vikander tendrá que rodearse de personas más capaces y decididas a hacerse escuchar si quiere que la franquicia siga con vida.

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