Tras años de intentar llevar al cine Eso, la emblemática novela de Stephen King, este 2017 finalmente vio el estreno de la esperada película, la cual tuvo varias salidas en falso y distintas cabezas al mando desde hace unos años. En tiempos en los que hemos visto una enorme cantidad de adaptaciones de obras del autor en la pantalla grande, la mayoría poco acertadas, la cinta en cuestión emerge no solo como una gran versión cinematográfica de la historia, sino como un gran ejemplo del cine de terror ejecutado de una forma convincente. Aunque para muchos la miniserie de antaño permanecía como un gran ejemplo del género, sobretodo por la espeluznante actuación de Tim Curry como el payaso Pennywise, esta nueva interpretación nos ofrece una exploración más profunda hacia los propios demonios de los jóvenes protagonistas.
En 1989, un pequeño niño llamado Georgie (Jackson Robert Scott) desaparece en el pueblo de Derry, Maine, en medio de una poderosa tormenta. Aunque nadie sabe del paradero de Georgie, la verdadera razón de su desaparición tiene que ver con un ente maligno llamado Pennywise (Bill Skarsgard), responsable de los extraños hechos que han estado ocurriendo en la localidad y al que los adultos parecen hacer caso omiso. Tiempo después, Bill (Jaeden Lieberher), su hermano, trata de continuar su vida con sus amigos, un grupo de adolescentes perturbados por los abusones de la escuela, la enfermiza sobreprotección de sus padres y sus propios temores. Cuando Pennywise comienza a acecharlos poco a poco, estos deducen sus malvadas intenciones y se proponen a enfrentarlo de una vez por todas.
Durante la infancia de toda una generación, la miniserie de Eso se volvió todo una tradición televisiva que se mantuvo por un tiempo. Generando en distintas personas un notable miedo por los payasos, el Pennywise de Curry se convirtió en un icono de la cultura popular y una representación absoluta del mal encarnado. Curiosamente, y muchos años después, cualquiera pudo darse cuenta que los dos largos episodios que comprendían la serie en realidad no eran muy buenos, sobretodo la segunda parte, donde los niños, ya vueltos adultos, regresaban a Derry para confrontar una vez más al ser interdimensional. Ahora; y aunque Eso solo cubre la primera parte del relato, la cinta llega para mostrar este terror a una nueva generación y darle ciertos giros necesarios a una historia atractiva y con un trasfondo psicológico y emocional sumamente notable.
En Eso nos encontramos con un grupo de niños que no solo están enfrentando a la maldad misma, sino a lo que implica crecer en medio de un ambiente conservador dominado por una severa presencia adulta. Cada uno de estos "perdedores" enfrenta una problemática en particular con sus padres. Bill se rehúsa a creer que su hermano está muerto a pesar de la resignación de su papá; Stan (Wyatt Oleff), un niño judío, defrauda al suyo al no poder adoptar todas las férreas enseñanzas de su religión; Eddie (Jack Dylan Grazer), un chico hipocondriaco, es víctima de la obsesiva sobreprotección de su madre; y Beverly (Sophia Lillis), una bella niña señalada por sus compañeras como promiscua, tiene que soportar el abuso sexual de su enfermo padre. El vínculo que forman al crear un grupo les da la fuerza la necesaria para rebelarse ante la opresión de los adultos, quienes, aunque bajo los embrujos de Pennywise, no pueden percatarse de lo que ocurre, una alegoría a esa verdadera problemática de incomprensión que no los deja acercarse a sus hijos a un nivel más personal.
Andy Muschietti, director argentino que tuvo su debut en Hollywood hace unos años con la cuestionable Mamá, demuestra en Eso sus habilidades al lograr sacar buenas actuaciones de la mayoría de los participantes, sobretodo de Skarsgard, con quien tuvo el ojo indicado para darle el papel. El sueco sin duda tenía una vara muy alta impuesta por el Pennywise de Curry; y aunque buena parte del terror que emana de su figura depende de imágenes generadas por computadora, su tono de voz, gestos y risas son los adecuados para generar más o menos el mismo impacto que el viejo personaje. En algunos momentos, este Pennywise es sometido a un par de escenas más hilarantes que terroríficas, pero estas de igual manera generan cierta incomodidad en el espectador, una suerte de macabra comedia, como aquella en la que baila desenfrenadamente durante la parte final de la película.
Eso logra conjuntar escenas cómicas e inherentes de una cinta juvenil con el horror y la violencia de una obra de terror. Podemos pasar de desmembramientos y brutales asesinatos a risas y no tan inocentes bromas adolescentes. Quizá el problema más notable con el que nos podemos encontrar es el abuso de las típicas viñetas de una obra de terror, las cuales simplemente tratan de causar algún tipo de sobresalto en el espectador. Es cierto que estas no contribuyen al desarrollo de la trama, pero sí que ahondan en los temores que cada uno de estos niños experimentan. Por otro lado, la dinámica entre estos definitivamente nos recordará a Cuenta Conmigo, otro filme basado en una novela de King. En ambas nos topamos con estos chicos envueltos en una situación extraordinaria mientras lidian con las dificultades de crecer.
Eso no es la mejor película de terror del año, ese honor le pertenece a ¡Huye!; ni tampoco la mejor adaptación de una obra de Stephen King, siendo esta El Resplandor, pero no podemos pasar por alto el hecho de que Muschietti y compañía han tomado las mejores decisiones para llevar a cabo este ambicioso proyecto. Concentrando el núcleo de la historia en esa relación de los niños con padres que simplemente ignoran sus verdaderos sentimientos, más allá del enfrentamiento con Pennywise, todos los involucrados han logrado concebir una representación creíble y muy entretenida, bastante superior a la miniserie de los 90. El segundo capítulo ahora tendrá la difícil tarea de cumplir con las expectativas y mostrarnos cómo estos jóvenes asimilarán el hecho de convertirse en aquello que ha complicado su existencia, un adulto.
Comentarios
Publicar un comentario