Piratas del Caribe: La Venganza de Salazar, la enésima secuela de una moribunda franquicia

El blockbuster tal y como lo conocemos está en decadencia. Las secuelas, los remakes y los reboots están a la orden del día y año con año vemos como las franquicias acaparan las salas de cine durante el verano. Si bien hay algunas que todavía despiertan el interés tanto como de la crítica y del público en general, la mayoría se niegan a morir con quintas y sextas partes o un híbrido que trate de darle una innecesaria continuidad a la trama con nuevos personajes. Tal es el caso de Piratas del Caribe, saga que causó furor a principios de siglo, pero que rápidamente perdió su brillo asfixiando al espectador con intrincadas conexiones y una redundancia absoluta. La Venganza de Salazar, la quinta parte de esta historia, es posiblemente el peor episodio de una agónica franquicia que podría estar viviendo ya sus últimos días.

Henry, hijo de Will Turner, confinado a vivir eternamente a bordo de El Holandés Errante, se ha propuesto a encontrar el Tridente de Poseidón para contrarrestar la maldición que ata a su padre y verlo finalmente volver a casa. Años después de habérselo prometido cara a cara en un breve encuentro, Henry (Brenton Thwaites), convertido ahora en un marinero al servicio de su país, sobrevive un encuentro con una bandada de piratas fantasmales liderados por el Capitán Salazar (Javier Bardem), el fantasma de un cazador de piratas que se encuentra atrapado en el Triángulo del Diablo por culpa de Jack Sparrow (Johnny Depp), a quien Henry también está buscando para cumplir su objetivo. Tras una serie de desafortunados eventos, los caminos de Sparrow y Turner finalmente se cruzan. Con la esperanza de que lo ayude a encontrar el Tridente, además de avisarle de la amenaza de Salazar, Henry se involucra con el impredecible Sparrow, quien desea embarcarse en una nueva aventura para renovar su reputación como uno de los piratas más buscados. A ellos se les une Carina Smyth (Kaya Scodelario), una joven astrónoma que ha escapado de prisión, después de haber sido encerrada por sus osadas declaraciones científicas, y que podría ser la llave para encontrar el elusivo Tridente.

A pesar de haber permanecido congelada por poco más de media década, y con un Johnny Depp que ha dejado de ser un imán de taquilla para convertirse en uno de los actores más insufribles de los últimos tiempos, Piratas del Caribe regresa con una secuela que nadie pidió y que ciertamente refleja el deseo por darle un nuevo aire a la fuerza. Disney ha hecho las cosas bien últimamente en general resucitando La Guerra de las Galaxias, dejando que Marvel haga su trabajo, relanzando algunos de sus relatos clásico y hasta haciendo películas originales, algo raro hoy en día en los grandes estudios. Con Piratas del Caribe, franquicia que alcanzó un enorme éxito en sus inicios, la corporación volvió a poner de moda el subgénero de los piratas y nos entregó una de las cintas más entretenidas de aventura del nuevo siglo con La Maldición del Perla Negra. Casi 15 años después, las cosas han cambiado enormemente y la propiedad es solamente un vestigio de lo que alguna vez fue. Todo un fracaso para Disney.


Fiel a las convenciones del blockbuster estándar, La Venganza de Salazar enlista los clásicos clichés y "giros" que cualquiera puede ver venir con demasiada anticipación. Desde el heroico sacrificio, pasando por la revelación familiar, y hasta el (poco) esperado reencuentro, la cinta nos adormece con su simplona historia, la cual no puede ser salvada por las escenas de acción ni por los innumerables chascarrillos que nunca cumplen su cometido. En pocas palabras, esta quinta parte de Piratas del Caribe es un desastre narrativo desde todos los ángulos. Joachim Rønning y Espen Sandberg, directores noruegos que tienen su primera oportunidad en Hollywood, declararon en una ocasión que deseaban que esta entrega se sintiera como una película solitaria; es decir, que no tuviera que estar atada a la continuidad de las anteriores. Lo cierto es que los escandinavos lo lograron, pues esta realmente puede entenderse sin ver las demás, el problema es la ausencia de calidad y la repetición de la fórmula que emplearon sus predecesores. No hay nada nuevo.

Johnny Depp ha perdido todo el encanto como Jack Sparrow. El que alguna vez fuera uno de los personajes más icónicos del cine de la nueva era se asemeja ahora a un don nadie con delirios de grandeza. Resulta irónico que en esta ocasión encontramos al pirata como casi un vagabundo por el que nadie da una moneda y cuya reputación está por los suelos. Como el alma de la cinta original y por la ambigüedad de sus acciones, Sparrow emergía como un nuevo tipo de héroe del blockbuster, uno tan estrambótico como fascinante. Desafortunadamente, el tiempo fue inclemente con él; y si a eso agregamos la pobre dirección y el nulo desarrollo de su personaje, no hay nada más que se pueda hacer. Los directores y sus guionistas tratan de indagar desesperadamente en una faceta hasta ahora desconocida del protagonista, la de su pasado como un inocente pirata, lo que resulta contraproducente, pues termina por ahogar el poco misticismo que rodeaba su figura.


Aunado a ello tenemos que soportar la introducción de nuevos personajes que no son más que los reemplazos de Orlando Bloom y Keira Knightley. Si bien Scodelario hace un decente trabajo como la determinada mujer entre un ambiente enteramente masculino, su presencia es desestimada cuando comienza a relacionarse con los viejos conocidos. Pero quien sí deja mucho que desear es Thwaites como el hijo de los Turner, un chiquillo bienintencionado y sin carisma alguno que no genera más que una completa antipatía. El personaje más genérico de todos. Bardem tampoco convence como el villano de la película, quien igualmente sufre de una mala caracterización y de la poca dimensión que proyecta. Pero todos quedan empequeñecidos ante la interpretación de Rush, quien una vez más aparece con la mejor actitud e interpretando grandilocuentemente al infame y noble pirata.


Otra de las preocupaciones de los directores era no tener a Sparrow como el absoluto protagonista; por eso, cada uno de los personajes tiene la oportunidad de convertirse en el centro de esta historia. Esta dinámica es bienvenida por momentos, pues aunque representa un respiro alejarnos de Sparrow por un tiempo, solo cuando Rush o Scodelario toman la batuta el relato adquiere cierto atractivo. Sus historias son las únicas que vale la pena seguir, pero tampoco tienen el peso suficiente como para llevar todo a buen puerto debido al melodramático desenlace que involucra a ambos. El gran problema de La Venganza de Salazar es que ninguno de los personajes logra conectarse con el público tal y como Depp, Knightley y Bloom lo hicieron en La Maldición del Perla Negra hace ya tanto tiempo.

Este último capítulo de Piratas del Caribe es víctima de todos los vicios que aquejan al blockbuster contemporáneo. Lo absurdo de la trama, el tiempo malgastado en innecesarias secuencias y la nula impresión que dejan conceptos como un barco que puede devorar a otros o los voraces tiburones zombies, hieren gravemente a una película concebida sin ningún rumbo. Ni siquiera un cameo del legendario Paul McCartney, cuya aparición no tiene el mismo impacto que la de Keith Richards en cintas anteriores, puede llegar a maravillarnos en esta ocasión. La Venganza de Salazar pinta para convertirse en uno de los peores filmes del verano y vaya que algunos ya han quedado bastante mal en las últimas semanas. Esperemos haber visto lo último de Sparrow y la bandada de piratas en la pantalla grande.

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