La Chica Desconocida: remordimiento y compasión

Irónico resulta el momento en que, después de que Jenny (Adèle Haenel), una joven médico, le dice a su interno que para lograr ser uno muy bueno es necesario controlar las emociones ante las situaciones más fuertes con las que se pueda encontrar. La trama de La Chica Desconocida parte exactamente de este premisa cuando la protagonista no sigue su propia regla, y se ve inmiscuida en un peligroso misterio debido a un profundo sentimiento que se ha incrustado en su ser producto de lo que cree fue una mala decisión. Los hermanos Dardenne, dobles ganadores de la prestigiosa Palma de Oro de Cannes, están de vuelta con una nueva película que compitió el año pasado en el festival sin llevarse un premio en esta ocasión, pero siguiendo la línea que ha caracterizado a su trabajo en los últimos años. Si bien estamos ante el más débil que hayan concebido en esta parte de su carrera, La Chica Desconocida nos acerca a varias problemáticas del primer mundo como el acceso a la salud y la inmigración ilegal.

Jenny Davin es una joven y destacada médico que se encuentra ocupando la posición de un colega en su clínica mientras este está incapacitado. Habiendo desarrollado un gran vínculo con los pacientes y llamado la atención de un importante hospital que desea hacerse de sus servicios, la chica tiene un gran futuro por delante. Un día, mientras trabaja con su interno Julien (Olivier Bonnaud), una llamada a la puerta fuera de los horas de atención los sorprende, pero Jenny decide que es mejor no abrir. Al día siguiente, detectives locales la contactan para informarle que una mujer ha sido asesinada frente en un terreno frente a la clínica. Al enterarse de que fue la misma persona que tocó la noche anterior, la mujer, profundamente consternada por lo sucedido, se decide a descubrir la identidad de la fallecida y la razón por la que perdió la vida.

Fieles al estilo de sus últimas obras, los hermanos Dardenne nos entregan un relato más enmarcado por la desesperación social de las clases menos favorecidas en la Europa del Siglo XXI. En esta ocasión, los veteranos directores abordan un par de temas que retratan ese sentir de aquellos que viven al día y de otros más que no saben si vivirán el siguiente. En La Chica Desconocida, Jenny es un destello de luz entre la decadencia y es en su camino hacia la verdad en donde podemos percatarnos de la miseria y las terribles circunstancias en las que habitan miles de personas en países del primer mundo. Pero antes que nada tenemos que referirnos al conflicto que comienza a consumir a Jenny, el ineludible sentido de la culpa.


Al frente de una clínica que recibe a la clase trabajadora y sus familias, Jenny ha tenido que crear una especie de barrera emocional para no verse afectada por las situaciones tan inverosímiles y lastimosas con las que se topa día a día en la práctica. La muerte de la chica desconocida finalmente tira abajo este muro invisible y la quiebra por completo instándola a tratar de que al menos esta sea enterrada como una persona y no como una cifra más. Temprano en la historia, Jenny se ve forzada a decidir entre su futuro profesional y la necesidad la gente, elección que sin duda alguna ha sido influenciada por los recientes acontecimientos, pero que saca a relucir su lado más humano y compasivo. 

La Chica Desconocida sigue más o menos la misma dinámica que la anterior película de los Dardenne, Dos Días, Una Noche, en la que Sandra, interpretada por una magnífica Marion Cotillard tiene que visitar a cada uno de los compañeros de su trabajo para persuadirlos de no recibir un bono que le haría perder su empleo. En esta ocasión, Jenny también emprende una travesía de un carácter más rutinario, pero que ciertamente la acerca cada vez más a la resolución del misterio. Las visitas de ambas protagonistas dejan al descubierto el drama de familias de clase media baja que tienen que lidiar con la educación de los hijos, el costo de la salud pública y sus propios demonios acentuados por la carencia. Los Dardenne se han convertido maestros en presentar esa realidad social de la Europa contemporánea.


Quizá el aspecto más criticable de su nueva película también tiene que ver con lo anterior. Los directores parecen haberse casado con esta idea y han dejado de tomar algún tipo de riesgo narrativo. Por si fuera poco, este guión carece la fuerza de sus trabajos anteriores. Si bien el formato de cuasi thriller nos mantiene atentos al desenlace del embrollo, la atención comienza a diluirse debido a la forma en que Jenny se convierte más en un vehículo más que un personaje con el que podamos identificarnos. Sus acciones a veces carecen de fundamentos, como el hecho de que se vaya a vivir a la clínica. Al final de todo nos topamos con una mujer afectada por el remordimiento, pero en realidad no sabemos nada más sobre ella, algo que indudablemente apela al título, pero no de una buena manera.

Al final, cuando el responsable del asesinato de la chica desconocida hace su confesión y Jenny trata de convencerlo de que confiese lo que ha hecho para honrar su memoria, este se niega diciendo: "¿Por qué arruinar mi vida?". Velar únicamente por la seguridad de uno es resultado directo de las implacables condiciones a las que estamos expuestos en esta sociedad hoy en día. La Chica Desconocida explora la indiferencia convertida en norma y la culpa como un catalizador de una inesperada actitud. Las acciones de Jenny mueven los pensamientos de aquellos alrededor de ella y les hacen sentir la misma culpa que ella experimenta. ¿Es entonces este sentimiento esencial para hacer de nuestra existencia un poco más llevadera? Una reflexión para llevarse a casa.

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