Guardianes de la Galaxia Vol. 2: una grandilocuente y efectiva secuela

Tras casi una década de haber comenzado con el titánico proyecto cinematográfico de crear un universo con sus más famosos personajes, o al menos de los que tienen los derechos, los Estudios Marvel se ha encontrado con el éxito total y prácticamente han establecido las reglas para una película estándar de superhéroes. En el camino ha habido algunos baches, pero también agradables sorpresas, como la inclusión de los Guardianes de la Galaxia a la ecuación, una propiedad relativamente desconocida hasta hace unos años y que ahora se han convertido en superestrellas de la cultura popular. Después de haber irrumpido en la escena a lo grande con su primer película en 2014, el desfachatado grupo de desadaptados está de vuelta con una nueva y grandilocuente aventura que, si bien no resulta tan emocionante como la primera, sí que nos deja satisfechos. 

Conocidos ahora como los Guardianes de la Galaxia, Peter Quill (Chris Pratt), Gamora (Zoe Saldana), Drax (Dave Bautista), Rocket (Bradley Cooper) y Groot bebé (Vin Diesel), son contratados por la Reina Ayesha (Elizabeth Debicki) para matar a una criatura interdimensional y proteger unas valiosas baterías de su gente, los soberanos. Después de cumplir con su misión, Rocket hace enfurecer a la Reina al robar algunas de estas baterías, lo que desencadena una feroz persecución. Para fortuna del grupo, un misterioso individuo los salva en el último minuto y tras encontrarse con ellos les revela su verdadera identidad, Ego (Kurt Russell), un poderoso ser cósmico y padre de Peter. Este los lleva a su planeta, una extensión de sí mismo, y le habla a su hijo sobre su casi divino origen. Ensimismado por la repentina aparición, Peter comienza a conectarse con su padre sin saber que esconde un oscuro secreto y unas malévolas intenciones. Mientas, Yondu (Michael Rooker), buscando reponer su credibilidad, es contratado por Ayesha para encontrar a los Guardianes y hacer que paguen por lo que hicieron.


A diferencia de casi todos los directores que han trabajado con el estudio, a excepción de los hermanos Russo y quizá Joss Whedon, James Gunn ha desplegado un sello de autor dentro del enorme Universo Cinematográfico de Marvel, algo ciertamente complicado teniendo en cuenta el material con el que está trabajando y la férrea línea narrativa que hay que seguir. Gunn ha logrado mantener separados a sus queridos personajes de la dinámica de las demás cintas en medida de lo posible, pero también ha conseguido crear una enorme expectación por verlos interactuar con los Vengadores. Con este segundo volumen, el director vuelve a hacer un muy bien trabajo en general siendo fiel a su estilo y a la esencia de los protagonistas.


En esta ocasión, los Guardianes se han convertido en una especie de familia disfuncional, una con serios problemas emocionales pero con un fuerte lazo de por medio, más intenso del que algunos de sus miembros quisieran admitir. Gunn se concentra en cada uno de ellos desarrollando un conflicto interno que los propulsa a tomar una serie de decisiones que definirán su rol dentro de la dinámica familiar. Peter se reencontrará con su padre brindándole la posibilidad de disfrutar finalmente del cuidado de una figura paterna. Gamora igualmente se reencontrará también con otro miembro de su familia, Nebula (Karen Gillan), quien, guiada por los celos, no se detendrá hasta demostrar que es mejor que ella. Drax seguirá honrando el recuerdo de sus seres queridos mientras desarrolla una peculiar relación con la sirvienta de Ego, Mantis (Pom Klementieff), una apacible extraterrestre capaz de sentir las emociones de los demás. Finalmente, Rocket y su empedernida necesidad de mantenerse ajeno a cualquier vínculo emocional lo hará conectarse con Yondu, un tipo que ha pasado lo mismo que él. Entre el caos, las traiciones y una serie desventuras, estos encontrarán que la familia que han escogido, a pesar de todos sus defectos, los convierte en mejores personas y les otorga un verdadero sentimiento de pertenencia, algo que rara vez habían podido experimentar o que habían perdido entre tanto trauma.


Si bien nos topamos nuevamente con una predecible trauma de salvar a la galaxia, Gunn hace que este viaje sea sumamente satisfactorio gracias a una fuerte dosis de comedia y entretenidas escenas de acción. Podemos anticipar el desenlace con mucha facilidad, pero lo que realmente destaca es la forma en que el director consigue que su obra no sucumba ante el tedio o la repetición. Al echar mano de nuevos conceptos, como la incuestionable ternura de bebé Groot y el recién descubierto sentido paternal de Yondu, la historia explora más posibilidades y expande la personalidad de sus protagonistas. Estos individuos son los mismos que conocimos en el primer volumen, pero las nuevas experiencias nos dejan ver una nueva perspectiva de su ser; tan frágil como cómica dependiendo de la situación.

Pero en como en cada película de Marvel, el antagonismo nuevamente sufre de un problema de personalidad. Ayesha, quien en realidad no es más que un personaje secundaria, se una a la larga lista de enemigos poco memorables, una de la que solo Loki y el Soldado del Invierno han podido escapar. Otro gran problema de la trama es Ego, pues sus intervenciones con Peter sumen a la cinta en un pequeño letargo. Las escenas en su planeta son los momentos más débiles de todo el relato, pues la química entre Russell y Pratt nunca termina por cuajar. De cualquier manera, la gran selección musical, liderada por Cat Stevens y George Harrison, vuelve a ser determinante al acompañar las secuencias brillantemente y dándole una gran personalidad a todo el proyecto. El estilo está ahí.


El volumen 2 de Guardianes de la Galaxia nos da de todo un poco, desde rimbombante acción hasta instantes sumamente emocionales que nos dejan ver el lado más tierno y sensible de estos guerreros. Si podemos destacar a alguno sin duda tendría que ser Yondu, quien emerge como un personaje que ha descubierto que vale la pena luchar por aquellos que quieres y que encuentra en la redención una forma de expresar sus verdaderos sentimientos. En suma, este secuela no sufre en absoluto de los vicios propio de su naturaleza. Los defectos afortunadamente son menores y estos de ninguna manera ponen en peligro la estabilidad de la trama. La gran expectativa recae ahora sobre su futuro. ¿Cómo podrán estos personajes ahora sí entrar a la dinámica de los Vengadores siendo ellos mismos? En menos de un año lo sabremos.

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