Un Auditorio Nacional inundado en una densa de capa humo creaba la atmósfera que más tarde Sigur Rós electrificaría con su apabullante presentación. Ahora como un trío, los islandeses aparecieron ante un respetuoso publico mexicano para dar comienzo a su gira mundial y revelar un nuevo y espectacular show audiovisual protagonizado por una intrincada configuración de su escenario, una notable solemnidad y toda la pasión con la que han hecho su trabajo durante todos estos años.
Emergiendo de entre las sombras, Jónsi, Georg y Orri tomaron sus posiciones mientras la audiencia los recibía con un estruendoso aplauso. Para la primer parte del concierto, la banda ofreció un set en donde ellos era el centro de atención. Sin importar que las letras estuvieran en un idioma tan poco familiar, los asistentes no perdían detalle de lo que sucedía y se dejaban llevar por la el gran despliegue técnico que estaban presenciando. Las percusiones hacían retumbar el sonido, la perfecta ecualización dejaba apreciar cada nota y compás.
Además de hacer un recorrido por su trayectoria, estos shows servirán para presentar nuevo material, como fue el caso con "Á" y "Nidur", las cuales indudablemente funcionaban como una indicación de lo que podría ser su nuevo álbum. Pero el verdadero momento destacado de la primera parte vino con "Glósóli" y una magistral interpretación que llevó las emociones a tope. Y esto apenas era el comienzo, lo mejor estaba por venir.
Después de un breve intermedio, Sigúr Ros volvieron para demostrar todas las capacidades de su escenario, conformado por una red de LED's que se iluminaron con incontables configuraciones, mismas que le daban toda una nueva dimensión a cada una de las canciones, como en "Kveikur", donde las luces tomaban un color carmesí que acentuaba la agresividad y cierta violencia del tema. Por momentos también se podían ver unos más pequeños que colgaban de la parte superior y se movían frente a los integrantes como candilejas y evocando a una bandada de luciérnagas.
Una manta también separaba a Jónsi y compañía de la pantalla y fue en este espacio en donde aparecieron en la segunda parte. En esta ocasión, la mezcla de la música con los visuales se volvía la parte más importante del espectáculo. Las pantallas laterales daban cuenta de esta tremenda fusión. Convertidos en seres hechos de estrellas, cada uno de los músicos tocaba como si de entes cósmicos se tratase gracias a los efectos especiales en vivo. Los acercamientos también dejaban ver la gran intensidad con la que Jónsi cantaba, quien por algunos momentos recargaba su frente sobre el micrófono. Imágenes tan potentes como desgarradoras.
El segundo set fue una seguidilla de favoritos del público que pusieron los pelos de punta. "Vaka", "Festival", "Starálfur" y "Popplagid", con un épico y espeluznante final en el que Jónsi finalmente se rendía aventando su guitarra y entregando todo su ser a los más afortunados sentados en las primeras filas, formaron esta pequeña pero significativa selección musical que convirtió la noche en una más que memorable.
Después de minutos de aplausos, el trío volvió para despedirse del público y mostrar su más sincera gratitud. Sigur Rós lo habían hecho de nuevo, una comunión con los suyos que trascendió ese mismo espacio y movió la fibra de cada uno de los presentes.
Fotos: Carmina Cortés
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