Luz de Luna: la inevitable búsqueda de la identidad

La búsqueda de la identidad es una travesía humana que puede resultar un verdadero calvario si tomamos en cuenta el contexto social en el que se da. Son tiempos en donde se celebra la apertura sexual, la inclusión racial y la unión de todos a pesar de las diferencias (pero a fin de cuentas triviales) más notables. ¿Quiénes somos realmente? ¿El ambiente en el que nos desenvolvemos realmente afecta el desarrollo de nuestra persona? ¿Por qué es tan difícil para los demás aceptar nuestras dudas, anhelos y pasiones? Luz de Luna es una casi perfecta película que trata estos temas con un acercamiento que rara vez podemos ver en el cine. Esta mirada hacia un hombre que lucha por encontrar su lugar en el mundo nos hace sentir de cerca un sufrimiento real, una vida moldeada por el abuso y la decadencia, el pan de todos los días.

Chiron es un niño de Miami que vive en un ambiente hostil y peligroso. Ante una madre abusiva y adicta a las drogas (Naomie Harris), un grupo de niños mayores hostigándolo todo el tiempo, y la misma dureza de las calles, Chiron sobrevive cada día a pesar de todo. El único refugio que ha encontrado es, irónicamente, con un vendedor de crack, Juan (Mahershala Ali), y su novia Teresa (Janelle Monáe), quienes le ofrecen apoyo y, sobre todo, comprensión ante las dudas que ha comenzado a surgir acerca de su identidad. Luz de Luna es un recorrido episódico por la vida de Chiron, el cual también nos acerca a su juventud y su etapa madura, mismas que han sido marcadas por la marginación, frustración y una profunda desolación.

En apenas su segundo largometraje, Barry Jenkins, director, nos introduce a un mundo tan triste como familiar. Basada en la obra de teatro In Moonlight Black Boys Look Blue, de Tarell Alvin McCraney, Luz de Luna nos acerca a la naturaleza de la homosexualidad dentro de la comunidad negra, tema que ha sido escasamente explorado en el cine. La verdadera maestría de esta película la podemos encontrar en la manera en la que Jenkins nos recuerda que los estigmas con los que vive cualquier persona con una orientación sexual distinta a la del estándar impuesto por la sociedad no son exclusivos de la gente blanca. Chiron, el protagonista, es un chico negro perseguido de un barrio peligroso, pero también es un individuo con los mismos miedos e inquietudes que cualquier otro.

La cinta está dividida en tres partes. En la primera nos encontramos con Chiron como niño, quien ha sido apodado "Little" por los demás no solo por su tamaño, sino por su aparente debilidad. Su incapacidad para defenderse lo ha hecho presa fácil de los abusivos y de su propia madre, tan adicta como negligente. Solo hay dos lugares en donde "Little" encuentra cierta paz: con su amigo Kevin, quien trata de prepararlo para hacerle frente a los obstáculos con los que se topará más adelante; y con Juan, un distribuidor de droga que se convierte en un especie de mentor para él y que lo hace sentir culpable de su propio oficio. Con él, "Little" por fin descubre un ejemplo a seguir por lo más atípico que sea. Ali, quien va directo a ganar el Óscar por una aparición de apenas unos cuantos minutos, encarna a un noble tipo preocupado por su comunidad. Alejado de cualquier estereotipo, Juan es un hombre de bien cuya vida lo llevó a este punto, pero sus valores y principios se mantienen intactos. A diferencia de la madre, un ser vil destruido por las drogas, Juan lleva de la mano a Chiron hacia sus primeros momentos de auténtica felicidad. Jenkins los captura no solo con una excelente fotografía, sino rodeados de una atmósfera casi onírica y cargados de una honesta emotividad.



En la segunda parte nos topamos con el verdadero Chiron, el chico que está a punto de descubrir quién es realmente con resultados tan conmovedores como violentos. Asediado en cada instante por un grupo de bravucones y siendo testigo de cómo su amigo Kevin desarrolla su sexualidad de una manera socialmente permitida, las dudas y la frustración comienzan a carcomerlo con mayor intensidad. Por si fuera poco, la cruda adicción de su madre y la ausencia de Juan lo han dejado una vez más a la deriva, solo, en medio de una jungla donde en cualquier momento podría ser devorado. Pero es también en esta época en donde llega el punto de inflexión y en la que finalmente asume su identidad como homosexual. El encuentro íntimo con Kevin, quien también de alguna forma ha escondido su verdadero yo, transmite una paz inusitada. Abriéndose de una vez por todas, Chiron, quien de tanto llorar cree que eventualmente se convertirá en una lágrima (una de las mejores frases de este gran guión por cierto) se entrega a su instinto y a una pasión que finalmente hace suya. Jenkins demuestra un enorme tacto al filmar escenas como esta.

Pero todo pronto se desmorona cuando la violencia hace su aparición. Sabedores de que deben ocultar su verdadera identidad al resto del mundo, su recién descubierto vínculo es comprometido por la presión social de los inadaptados. Esto despierta la ira de Chiron y otra faceta de la persona que ha decidido ser. Su reacción es una liberación, una rebelión en contra de las imposiciones y una forma de canalizar todo el dolor que le han hecho sentir la mayoría de personas que lo han rodeado en su todavía corta vida. Por supuesto, su violenta actitud no es comprendida por nadie y su nuevo yo apenas dura un suspiro, el camino que habrá de seguir a continuación no es realmente el que esperaba.


En la tercera y última parte, Chiron ahora es conocido como "Black", la misma forma en que Kevin solía llamarlo. Como un adulto y después de todo lo que ha pasado, "Black" ahora se oculta bajo la fachada de un rudo vendedor de droga que no se anda con juegos. Pero al igual que su verdadera identidad, el pasado llama y un nuevo encuentro con Kevin desata el punto más dramático de la película y el lado más sensible de un hombre de por sí ya seriamente lastimado. Al final, ambos encuentran un hombro en el que pueden recargarse después de tantas dificultades.

Luz de Luna es obra de alguien que entiende perfectamente las implicaciones de pertenecer a una minoría y ni siquiera poder encajar en ella. El mundo de Chiron se reduce a él mismo y a unos cuantos satélites que orbitan alrededor de él, pero no más. Gracias a un elenco que hace un excelente trabajo y una historia humana tratada pulcramente, y sin necesidad de recurrir a algún tipo de aspaviento, Barry Jenkins emerge como una nueva figura del cine de color y un director capaz de concebir su obra como una lírica visualmente esplendorosa. Habrá que estar atentos a su futuro.

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