Elle: poder femenino en su máximo esplendor

Durante una de los momentos más extraordinarios de la cinta, Michèle (Isabelle Huppert) visita a su padre en prisión, en donde se entera que se ha quitado la vida hace tan solo unas horas y después de que le avisaran que vendría a verlo. Habiéndolo odiado durante tantos años y liberada al fin de su inquietante existencia, la mujer le susurra al cadáver: "te he matado al venir aquí". Ese es el incuestionable poder de Michèle, protagonista de Elle, la nueva película de Paul Verhoeven, un provocador por naturaleza que retrata a detalle la complejidad de una mujer que ha sufrido una traumatizante situación y la posterior asimilación del suceso. Como una interesante y definitiva declaración feminista, esta obra destaca no solo por la soberbia actuación de Huppert, sino por la peculiar mezcla de conceptos, géneros e ideas que el siempre controversial director holandés ha forjado en esta ocasión. 

Michèle Leblanc, una mujer madura con una temeraria personalidad, dirige una pequeña pero exitosa productora de videojuegos junto a su socia, Anna (Anne Consigny). Michèle sostiene vínculos complicados con las personas más cercanas a ella. Su ex esposo, Richard (Charles Berling), un escritor sin suerte, ha empezado una relación con una mujer más joven, cosa que Michèle encuentra desconcertante y hasta ofensiva. Su hijo, Vincent (Jonas Bloquet), es un bueno para nada que sufre de los abusos de su novia. La blanda actitud del joven le preocupa y lo convierte en casi un extraño para ella. El mal gusto de su madre y el narcisismo que representa las ha enfrentado en distintas ocasiones, por lo que su interacción nunca es la mejor de todas. Además, Michèle sostiene un amorío con Robert (Christian Berkel), el esposo de Anna, y la nueva atracción que siente por su joven y atractivo vecino Patrick (Laurent Lafitte) ha despertado en ella un nuevo resurgimiento sexual. Cuando es atacada y violada en su casa por un sujeto enmascarado, Michèle comienza a vivir una pasión secreta y ser parte de un retorcido juego que podría salirse de control en cualquier momento.

Elle representa un regreso en forma para el director holandés y una plataforma para demostrar el enorme talento de Huppert, considerada una de las mejores actrices que existen hoy en el mundo. Con una puntual delicadeza y asumiendo como suyos los demonios y tribulaciones de Michèle, la francesa hace un soberbio trabajo, el cual ya le ha valido un Globo de Oro y una nominación a un Óscar que en realidad no se ve tan lejano. Huppert carga con el peso de toda la cinta durante poco más de dos horas y nos deja ver la complejidad de una mujer y su respuesta ante un peligroso trauma que se desenvuelve de una manera inesperada pero totalmente creíble. En pocas palabras, esto no hubiera sido posible sin su participación.

Michèle es fuerte y dedicada. Como cabeza de una compañía de videojuegos, esta ha encontrado el éxito que le ha dado un estatus de vida más que aceptable, cosa que los hombres alrededor de su vida simplemente no pueden entender o aceptar. Elle, además de abordar el tema del estrés postraumático, también está impregnada con una fuerza feminista muy notable. Los hombres en la vida de Michèle no pueden darle el lugar que merece. Uno de sus mejores empleados desestima completamente su capacidad para dirigir una empresa de videojuegos no solo por su distinta formación profesional, sino por el hecho de ser mujer. Su esposo, de quien se divorció por haberla golpeado, guarda un pequeño resentimiento por ser ella quien triunfó. Su hijo solo la ve como un cajero y no hace caso de sus consejos. Su amante obviamente la tiene como un receptáculo de su virilidad. Y por último, la existencia de su padre se posa sobre sí en cada instante. La amenazante presencia masculina es casi sofocante, pero Michel lidia con cada uno de los frentes a su manera, nadie puede darle la vuelta. La ridiculización de la masculinidad queda al descubierto con la gran fiereza de Michèle.


De ahí la gran importancia del ataque del que es víctima. El primero de ellos es desconcertante para ella. Que alguien la haya subyugado y penetrado sin su consentimiento es inédito y hasta cierto punto excitante. Las subsecuentes agresiones despiertan en ella una insana pasión secreta de la que es muy difícil poder resistirse. Pero también está su vecino, un hombre diferente al todos los demás en esta obra. Patrick, un honorable y educado tipo y amoroso esposo, comienza a ser el objeto del deseo para Michèle, un fruto prohibido que eleva sus emociones y la hace sentir como nunca antes. La relación entre ambos resulta peligrosa para ambos y el eventual giro de la misma pone las cosas aún más difíciles. Patrick y Michèle se necesitan el uno al otro, pero la imposible dinámica de su interacción pondrá en jaque su misma cordura.

Elle es un drama en el fondo, pero Verhoeven ha conseguido algo muy notable, una mezcla de géneros narrativos alrededor de algo tan delicado como la violación. La identidad del agresor, alguien cercano a Michèle, se mantiene en secreto durante buena parte de la trama. El espectador sigue a la protagonista en su vida diaria y en la búsqueda del violador, quien parece dejar algunas pistas detrás de sus ataques. Este formato de thriller dota al relato de una tensión muy bien construida, la cual tiene su recompensa y una dramática resolución que termina por ser convincente. Por otro lado, y casi inesperadamente, podemos clasificar Elle como una comedia negra poco convencional. Varios de los personajes secundarios son protagonistas de graciosos momentos, como el hijo, quien simplemente no pude ver que su recién nacido de piel oscura no es sangre de su sangre. O está también la madre, una mujer que no duda un segundo en continuar explorando su sexualidad a pesar de su avanzada edad.


Por momentos podría parecer que Elle sigue tantos caminos que deja algunas cosas a la deriva. Un dato importante todavía sin mencionar es que Michèle es hija de un asesino en masa condenado a cadena perpetua. De niña fue el centro mediático de los homicidios al haber estado cerca del padre. Esta otra experiencia traumática es determinante en su reacción del nuevo acontecimiento, como si de alguna forma estuviera preparada para el. Su aparente calma y hasta el hecho de minimizar lo sucedido son parte de la identidad de Michèle, una mujer que ha podido encontrar la tranquilidad después de todo por lo que ha pasado. La historia nos presenta a este personaje clave en todas sus facetas, como profesional, madre, esposa, amante, hija, víctima... Con cada una de ellas carga un peso importante, pero la manera en que logra volverlo en una virtud es lo que la convierte en alguien fascinante. Es así como Verhoeven no pierde el hilo el narrativo, cada una de las subtramas es una pieza de la construcción de la personalidad de su protagonista.

Elle es una cinta destacada tanto por la formidable actuación de Huppert como por el gran trabajo que ha hecho el director y su guionista para adaptar esta historia (Oh, de Philippe Dijan). Osada, atípica y con una incesante fuerza narrativa, Elle estudia a un personaje imperfecto con defectos muy puntuales y tratos poco amables, mismos que la vuelven alguien con la que nadie querrá identificarse, pero es ahí donde radica la maestría con la que ha sido concebida. Al final, Michèle decide dejar de mentir y escapar, lo que toma una insospechada fuerza, un poder que no sabía que poseía. Su determinación y su capacidad para tomar el control de su vida resulta envidiable. Aunque nos aterre ser como ella, todos necesitamos un poco de su garra en nuestra existencia.

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