Doctor Strange: una decente presentación del místico superhéroe

Después de haber presentado a la mayoría de sus superhéroes insignia en la pantalla grande, Marvel ha volteado ahora a ver hacia sus personajes menos conocidos con la idea de colocarlos en el mainstream y subir su categoría en el difícil y a veces tumultuoso mundo de los cómics. Asumiendo una cierta cantidad de riesgos, el estudio logró posicionar a los alguna vez marginados Guardianes de la Galaxia como héroes de primer nivel y poner en el mapa de todo el mundo al ridículo y sorprendente Ant-Man. Ahora, tras haberse dado estos lujos, Doctor Strange llega con su primera aparición cinematográfica y un nuevo reto para Marvel al tratar de insertar su extraño contexto en su rigurosamente constituido Universo Cinematográfico.

Stephen Strange (Benedict Cumberbatch) es un renombrado y egocéntrico neurocirujano con un envidiable talento en la mesa de operación. Desafortunadamente para él, un terrible accidente automovilístico no solo pone en peligro su vida, sino que prácticamente acaba con su carrera al dejar sus manos inservibles. Frustrado y enojado, Strange agota su fortuna y todos los recursos a su disposición para tratar de arreglar su cuerpo. Resignado y al borde de la perdición, el ex médico escucha el rumor de una posible solución en Oriente, una curación más allá de su entendimiento. Así, Strange viaja al Tibet y es ahí en donde encuentra a la Ancestral (Tilda Swinton), una hechicera inmortal que lo ayudará a encontrar la sanación espiritual y abrir su mente hacia un nuevo horizonte.


Con años de experiencia y más éxitos que fracasos bajo el brazo, Marvel ha desarrollado una fórmula que hasta el momento ha resultado infalible. Se podrá criticar la rigidez de su narrativa y lo cuadrada que puede llegar a ser la dinámica de su desarrollo; sin embargo, por alguna razón, cada cinta del estudio ha terminado funcionando por más trillada y repetitiva que sea su trama. Doctor Strange no es la excepción. El origen, el individuo que se convierte en héroe inesperadamente, la interacción romántica, el villano genérico, la aparente victoria... Pero el estudio sabe perfectamente lo que hace y el producto final es una decente película de superhéroes que abre un mundo de posibilidades en este universo. DC desearían al menos tener la coherencia con la que su gran rival dota a sus obras.

Scott Derrickson (Líbranos del Mal, Siniestro), director que ha encaminado su carrera hacia el cine de suspenso y terror, ha sido el encargado de incorporar a este singular personaje y su mundo mágico a un universo que hasta ahora se había mantenido al margen de este concepto. Familiarizado con aspectos sobrenaturales, la elección de Derrickson sin duda fue una muy acertada, y aunque en este cine tipo de cine comercial resulte casi imposible darle un toque de autor al producto final, el director ha concebido un entorno fascinante impregnado de una mística en sintonía con todo lo que el superhéroe y lo que rodea representan. En pocas palabras, Derrickson y su equipo han conseguido hacer una buena adaptación, el problema es que la fórmula narrativa del estudio ya ha dejado de ser llamativa desde hace mucho.


Pero vaya que Derrickson tuvo a su disposición un elenco de primer nivel, quizá uno de los mejores que se hayan visto en el UCM hasta el momento. La elección de Cumberbatch como el Hechicero Supremo era una que los fans pedían a gritos desde el comienzo. La caracterización ha sido todo un acierto, aunque ciertamente ayudó bastante el hecho de que el británico prácticamente haya nacido para encarnar al personaje. El gran reto era poder interpretar la majestuosidad y serenidad del que es considerado uno de los individuos más poderosos en las páginas de Marvel. Es ahí donde Cumberbatch y la necesidad del alivio cómico no nos convencen del todo.  Estamos ante el origen del héroe; la mezcla de su arrogancia con lo arduo de su entrenamiento dan como resultado a un hechicero torpe que se ve involucrado en situaciones cómicas forzadas. Cumberbatch cumple con discreción su cometido, pero por momentos parece que estamos ante una versión inferior de Tony Stark, el mismo tipo engreído que por primera vez en su vida se da cuenta que no todo gira a su alrededor. 

Quizá la figura más importante de toda la historia es la Ancestral, personaje que fue objeto de una enorme polémica debido a su representación caucásica, cuando en los cómics siempre ha sido oriental. Sea como sea, Swinton se luce como la enigmática maestra que presenta a Strange con la oportunidad de expandir su mente y apreciar su entorno más allá de lo que cualquier mortal está acostumbrado. La andrógina actriz ha creado una nueva versión del Ancestral, tan apacible como letal y con un secreto que será fundamental para darle el último empujón a Strange, no para convertirse en defensor del planeta, sino en un ser humano valioso. Por otro lado, Kaecelius, el villano de la cinta interpretado por el genial Mads Mikkelsen, sufre del eterno vicio de Marvel: el antagonista de una sola película con motivos carentes de argumento y que simplemente funciona como una transición o un escalón hacia algo relativamente más importante. Ha sido un gran error desperdiciar el talento y la clase de un actor como Mikkelsen en un villano de quinta.


El resto del elenco pasa sin pena ni gloria. Rachel McAdams queda relegada al típico rol femenino sin relevancia alguna que, aunque juega un decisivo papel en un instante crítico para Strange, no difiere en absoluto de sus contrapartes en el UCM. Chiwetel Ejiofor, como Mordo, tiene uno que otro destello como el recto hechicero de espíritu inquebrantable que cree que Strange merece una oportunidad por su insistencia y habilidades natas. De cualquier manera, la mayoría de sus intervenciones lo dejan como el compinche del protagonista y nada más que eso.

Si bien Doctor Strange es una reiteración más de la infalible fórmula de Marvel, el aspecto visual es lo que claramente la hace resaltar de entre las demás. Los efectos especiales al estilo El Origen que ha desplegado la producción son verdaderamente impresionantes. La manera en que estos juegan con nuestra mente y percepción encajan a la perfección con el intrincado mundo que nos presentan. La presentación de la Dimensión Espejo y la Dimensión Oscura permiten a los artistas digitales lucirse con una serie de imágenes hipnóticas que nos dejan en claro que todavía hay algo de imaginación al momento de implementar este tipo de técnicas.


Algo más que vale la pena destacar es el intento que Derrickson y sus guionistas han hecho por darle cierta profundidad a la trama. Con algunas cuestiones filosóficas de por medio, el viaje de Strange para convertirse en defensor de nuestra dimensión es uno que le dará las armas para despojarse de su vanidad y egocentrismo. El verdadero antagonista de Strange es él mismo, pues su inicial falta de fe y egoísmo resultan más poderosos que cualquier hechizo de Kaecilius. Las enseñanzas de la Ancestral son igualmente bienvenidas, y es que su discurso sobre cómo hay que sacrificar algunas cosas por el bien mayor son precisamente las enseñanzas que significarán el punto de gira en la vida del médico vuelto hechicero.

Doctor Strange es un festín visual con algunos señales de un intelecto mayor en su trama. A pesar de los vicios con los que Marvel se empeña a trabajar, la fórmula ha sido exitosa una vez más y en esta ocasión ha abierto la puerta a un sinfín de mundos dentro de otros mundos que indudablemente jugarán un papel interesante en la continua evolución del UCM. El Hechicero Supremo es una grata inclusión a esta enorme narrativa y no podemos esperar para verlo interactuar de lleno con los Vengadores y desplegar todo el potencial de sus poderes, cosas que seguramente llegarán en Infinity War, o quizá antes, como así lo sugiere la singular escena a la mitad de los créditos.

Comentarios