La comunicación familiar no es cosa sencilla. A pesar de tratarse de las personas con las que convivimos día a día, poder expresar nuestros verdaderos sentimientos frente a estas suele ser algo complicado en muchos casos. La realidad es que damos por sentado las cosas ante un grupo de individuos que vemos pasar, pasar y pasar frente a nosotros sin que verdaderamente tengamos una idea de lo que están viviendo. Las cosas se ponen más difíciles cuando un trágico suceso cambia por completo la dinámica familiar y hay adolescentes de por medio . Más Fuerte que las Bombas aborda esta situación haciendo hincapié en los métodos poco convencionales en los que incurrimos para lidiar con nuestro propio dolor y el de aquellos cercanos a nosotros.
Isabelle Reed (Isabelle Huppert), una renombrada fotógrafa sociodocumental se ha quitado la vida al provocar un accidente automovilístico. Atrás ha dejado a su esposo Gene (Gabriel Byrne) y sus hijos, Jonah (Jesse Eisenberg) y Conrad (Devin Druid). Cada uno de ellos ha tratado de encontrar la resignación y consuelo a su manera. Gene se ha enamorado nuevamente, Jonah ha formado su propia familia y Conrad se ha aislado completamente de lo que todo sucede a su alrededor. Cuando Richard (David Strathairn), colega de Isabella, da a conocer que escribirá un artículo sobre su amiga, en el que revelará que su muerte no se trató de un accidente, Gene se decide a contarle la verdad a Conrad, un niño en ese entonces, de una vez por todas. Sin embargo, la llegada de Jonah sacará a relucir aspectos de la personalidad de cada uno que hasta ese momento se habían reservado para ellos mismos.
Más Fuerte que las Bombas, como su nombre lo indica, habla de un conflicto igual de poderoso que aquellos que Isabelle documentaba de primera mano. Aunque todos los sentimientos encontrados no explotan de una forma descomunal, cosa que que el director y co-guionista Joachim Trier (pariente lejano de Lars Von Trier) logra manejar a la perfección, el vacío que hay cada uno de los hombres los ha distanciado notablemente. Aquí no hay muertes, ni explosiones ni atentados, pero la devastación a la que han tenido que enfrentarse los ha dejado vulnerables y ciertamente confundidos.
Trier emplea algunos interesantes recursos para darle a su obra un mayor valor narrativo. Alterna a la trama principal que sigue a los tres hombres de la familia, el director inserta varios flashbacks en los que nos deja ver de cerca a Isabelle, el deplorable estado emocional en el que se encontraba y la interacción que tuvo con sus hijos y esposo en los últimos días de su vida. Es en estas escenas que la depresión de la mujer comienza a tener sentido, pues además de que podemos atestiguar el vacío que lleva en su interior, también encontramos indicios de los estragos que su ausencia ha causado, sobre todo con Gene. Trier también hace un notable uso del voice-over, como en una secuencia de imágenes reales de zonas de conflicto en donde Isabelle vuelca todo su sentir haciendo un paralelismo con el sufrimiento generalizado en las situaciones que ha cubierto como profesional. ¿Es su trabajo nada mas que una forma de victimizar a las personas o una verdadera manera de individualizar su eterno dolor? Al preguntarse Isabelle lo anterior la entendemos un poco más. La fe que ha perdido en la humanidad la ha terminado por afectar profundamente.
El voice-over vuelve a aparecer más adelante con otra escena que, aunque no mueve la trama hacia adelante, nos permite conocer otro aspecto de la personalidad de Gene. Tiempo después de la muerte de su esposa, este conoce a Hannah (Amy Ryan), una maestra de preparatoria por quien se ve atraído inmediatamente. Un flashback de su primer encuentro es narrado por él mismo dando lujo de detalle de todas las emociones y pensamientos que lo inundan al verse abrumado nuevamente por la presencia de una mujer. Gene ha encontrado la paz, o al menos eso es lo que quiere creer.
Si bien Isabelle es piedra angular de la película, los conflictos internos que surgen en cada uno de los integrantes de su familia, a partir de ciertas revelaciones que surgen con el reencuentro de su memoria, son el motor de la cinta. Gene, totalmente ajeno a los problemas de sus hijos y entusiasmado con una nueva pareja, ha descuidado la relación con ellos. Que pronto todo el mundo vaya a enterarse de la verdadera causa de la muerte de su esposa lo pone en un predicamento: ¿cómo contárselo a Conrad teniendo en cuenta que este no le dirige la palabra en absoluto? La llegada de Jonah enciende un enfrentamiento familiar y es él quien le hace ver a Gene que falta de interés también los ha lastimado bastante. Pero el joven también tiene sus propios problemas. Habiendo iniciado su propia familia, Jonah se ha topado con que se parece a su madre más de lo que imaginaba. Más allá del intelecto y la personalidad, el miedo a lo que le depara el futuro y a un posible remordimiento por haber tomado una mala decisión lo llevan a huir de sus responsabilidades. ¿Acaso está destinado también ha terminarse sintiéndose solo?
Conrad, por su parte, odia la realidad que lo rodea. Inmerso gran parte de su día a día en largas sesiones de Elder Scrolls, maratones de videos cómicos en YouTube y una gran dosis de pornografía, el adolescente ha concebido un mundo en el que realmente le apetecer estar. A pesar de los (pobres) esfuerzos de su padre, quien en un chusco momento decide crear su personaje del juego en línea para poder encontrarse con su hijo, al menos en la realidad virtual, Conrad sabe que nadie puede comprender lo que está sintiendo. Jonah, quien igualmente estaba apartado de él, lograr entrar a su espacio y más o menos entender sus sentimientos; sin embargo, pese a los típicos consejos del hermano mayor, Conrad quiere seguir creando su propio mundo. Prueba de ello es la escena en la que se arma de valor para entregarle a la chica que le gusta un poco convencional escrito que resume su rutina y las razones por las que se siente marginado. Aunque el pronóstico de Jonah era de un completo fracaso ante este hecho, Conrad logra entablar una interacción honesta con la niña en cuestión. Las reglas no aplican para él.
Es cierto que no todas estas subtramas llegan a una resolución convincente. Los problemas entre Jonah y su esposa quedan en suspenso, la comunicación entre Conrad y su compañera de la escuela no tiene gran relevancia al final y el vínculo entre Gene y su novia igualmente no queda del todo claro. Lo que Trier sí consigue es unir a estos tres hombres nuevamente con todo y sus demonios. Los conflictos personales siguen ahí, pero cierta paz finalmente ha nacido en el seno de la familia.
Más Fuerte que las Bombas hace una interesante examinación sobre cómo lidiamos con las pérdidas de nuestros seres queridos. La partida en sí es un suceso devastador, pero los acontecimientos que vienen a continuación pueden llegar a ser más fuertes. Con un buen guión, que ciertamente tiene algunos momentos débiles, específicamente en la parte final, Joachim Trier se posiciona como un gran entendedor de las emociones y un cineasta muy habilidoso para crear un drama familiar que funciona sin la necesidad de caer en algún tipo de cliché.
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