Mia Madre: la añoranza de la realidad

Trabajo, familia, amor, tiempo para uno mismo... ¿Es posible mantener un sano equilibrio entre todos ellos en una época como la nuestra? El reto está ahí, pero el esfuerzo sobrehumano podría atentar contra aquello mismo que define a nuestro ser social. Mia Madre, del italiano Nanni Moretti, funciona como una advertencia, pero también una muestra de cómo la vida se va ante nuestros propios ojos sin que nos demos cuenta y sin que podamos hacer algo al respecto. Haciendo uso de recursos interesantes y apelando a una situación vivida en carne propia, Moretti nos deja dar un vistazo al torbellino de una vida cerca del colapso, en donde la paciencia, la afectividad y el trabajo bajo presión resultan fundamentales para sortear un sinfín de obstáculos que amenazan la estabilidad emocional de la protagonista.

Margherita (Margherita Buy) es una directora que se encuentra filmando una película realista con un trasfondo social. Con algunas dificultades para poder comunicarse efectivamente con sus actores y su equipo, la mujer enfrenta su mayor reto al comenzar a trabajar con el protagonista, Barry Huggins (John Turturro), un italoamericano sin pelos en la lengua y con serios problemas de concentración y actitud. Al mismo tiempo, Margherita y su hermano Giovanni (Nanni Moretti) se encuentran al pendiente de su madre, quien ha sido internada en un hospital debido a serios problemas de salud derivados de su edad. Y por si no fuera suficiente, la crianza de una hija de la que en realidad sabe poco y la ruptura con su última pareja, también un actor de su película, han convertido la vida de Margherita en un espiral descendente hacia la locura. Pero ¿será acaso que ella misma es la culpable de todas sus aflicciones?


Nominada a la Palma de Oro en la pasada edición del Festival de Cannes, Mia Madre sin duda debió de haber sido una experiencia catártica para Moretti, pues los sucesos de la cinta asemejan la experiencia que vivió durante la filmación de su trabajo anterior, Habemus Papam. Mientras rodaba, la madre del director moría poco a poco. En una entrevista con The Guardian, Moretti asegura que el tema no se centra exclusivamente en la conexión madre-hija, sino en la sensación de incertidumbre y de algo que está faltando en nuestra vidas, algo que ciertamente le pertenece. ¿Y que porqué una mujer? Según sus propias palabras, la necesidad de alejarse de los reflectores resultaba imperativa, además de que la oportunidad de contar la historia desde un punto de vista femenino le resultaba más interesante. La pregunta es ¿logró Moretti el alivio que buscaba y al mismo tiempo contar una historia valiosa?

El cine dentro del cine siempre ha sido un campo muy divertido para explorar. Fellini y Truffaut antes que él nos han regalado algunos de los ejemplos más notables de la historia; y a pesar de ser italiano, el director se encuentra más influenciado por el segundo para moldear su relato. Si bien la película que Margherita está filmando es una con una evidente carga social, esta parece ser muy mala. Las malas actuaciones, los incontables problemas técnicos y lo trillado de la trama tienen una sola causa: la directora misma. Y no se trata exactamente de su habilidad, sino de su capacidad para poder comunicarse con los demás. "Tienes que estar a lado del personaje", les indica a sus actores antes de grabar escenas importantes. De alguna manera, Margherita busca que estos pongan un toque de sus vivencias y personalidad al papel, pero la ambigüedad y falta de claridad solo los termina por confundir. Y es justamente esta despreocupación por lo que opinan y sientan los demás lo que ha lastimado seriamente sus relaciones personales.


Mientras trata de lidiar con un difícil protagónico, Margherita rompe una relación por falta de indecisión, descubre que no sabe mucho sobre su propia hija y se entera que su madre es mucho más de lo que ella pensaba. Algunos sueños fellinescos insertados de manera poco sutil en la trama nos dan pista sobre la desesperación y frustración que siente, las cuales son materializadas cuando las peores es inesperadas situaciones le suceden, como la inundación de su departamento o el hecho de tener que volver a la casa de su madre y enfrentar toda clase de buenos y malos recuerdos. Tratar de mantener su vida profesional y personal a flote le ha costado muy caro; parece que la coexistencia armoniosa es imposible, pero algunos sacrificios tienen que hacerse.

El drama del conflicto interno de Margherita se apodera de ella cuando está fuera del set, tornando el tono de la cinta un tanto serio, pero es dentro de este donde la comedia florece gracias a una soberbia actuación de John Turturro. Infantil, grosero y sumamente berrinchudo, Barry choca en numerosas ocasiones con la directora por no aprenderse bien las líneas, pronunciarlas de forma chusca o por perder los estribos ante todo el equipo. Su carisma es irrefutable, pero no se puede decir lo mismo de su compromiso.


Sin embargo, Moretti no se decide por el humor que debe de tener su historia. Es cierto que la combinación de drama y comedia para nada es imposible, pero la inconsistencia sale a relucir cuando no encontramos relación entre la hilarante presencia de Barry con la delicada condición de la madre. Por momentos parece que estamos viendo dos películas distintas. De igual manera, la concepción de algunos personajes no nos logra convencer del todo. Giovanni, el hermano, está ahí para representar al hijo que siempre estuvo preocupado por su madre, pero la subtrama alrededor del permiso que ha pedido para alejarse del trabajo, con algunos tintes sociales, nunca es desarrollada por completo. ¿Fue acaso solamente un capricho de Moretti?

La preocupación de los personajes por encontrar su realidad es un concepto que llama la atención en más de una ocasión. Los sueños de Margherita, los cuales lucen sumamente reales, al grado de hacernos creer que en verdad están ocurriendo, nos dan indicios sobre los anhelos de la mujer. Cuando despierta y se topa con el agua hasta los tobillos, algo en su interior le dice que podría estar soñando, pero no. Su interpretación de la realidad es deficiente, no puede percibir ya lo que ocurre a su alrededor. Es completamente ajena a los demás. Igualmente, cuando Barry finalmente explota en pleno set, grita: "¡Devuélvanme a la realidad! Maldiciendo al cine y a todo lo que esté involucrado con el, Barry hace una declaración importante: vivir su vida real quizá vale más la pena. He aquí el valor metanarrativo de la película


Aunque no es perfecta ni mucho menos, Mia Madre apunta hacia una problemática muy distintiva de nuestros tiempos: la ausencia estando presente. Margherita puede tenerlo todo, pero su falta de empatía y su frialdad con los demás la han dejado al borde de la soledad. Pero la redención está al alcance de todos y aunque su filmación no haya sido la mejor de todas y su madre se haya ido de este mundo, el proceso la ha ayudado ha iniciar un cambio en su vida que indudablemente la hará más feliz. Nunca es tarde para cambiar.

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