Nadie nos dice cómo pertenecer a una familia y por supuesto que no podemos escoger la nuestra. Para muchos, los lazos fraternales suelen ser un cobijo; pero para otros, una verdadera maldición. En Carneros, una historia sobre dos hermanos granjeros con notables problemas de actitud, damos cuenta de ello, sobre todo de lo segundo; sin embargo, en medio de un serio conflicto que ha puesto en peligro su estabilidad económica y emocional, los hombres descubrirán que al final del día, y ante la total adversidad, el único apoyo que encontrarán es en el hombro del otro. Desde las situaciones más cómicas hasta las más conmovedoras, Carneros nos deja ver de cerca una relación familiar que encuentra la salvación en las circunstancias más extremas e impensables.
Gummi (Sigurdur Sigurjónsson) y Kiddi (Theodór Júlíusson) son dos hermanos granjeros que viven en el indomable y escabroso paisaje islandés. Como criadores de ovejas, ambos se jactan de ser los mejores de la comunidad. El amor por su tierra solo se equipara al que le tienen a sus rebaños. Pero si hay algo que no pueden tolerar es la presencia del otro; la envidia y la suspicacia definen su relación. Todo empeora cuando Kiddi gana el concurso local para encontrar al mejor ejemplar ovino de la comunidad. Frustrado y celoso, Gummi trata de encontrar en las ovejas de su hermano la diferencia que lo llevó a la victoria, pero lo que halla pone su mundo totalmente de cabeza. Sospechando que el carnero ganador podría tener tembladera, una enfermedad contagiosa que ataca el sistema nervioso de estos animales, Gummi reporta a los veterinarios su descubrimiento, lo que pone en alerta a todos los granjeros del área. Al confirmarse lo peor, las autoridades determinan que todas las ovejas de la zona deben ser sacrificadas. Kiddi lo toma de la peor manera y aunque Gummi aparentemente acata las órdenes al pie de la letra, el hombre esconde a unas cuantas, entre ellos a su semental, para no extinguir la estirpe de su familia. Así, el viejo tendrá que recurrir a su hermano para seguir guardando el secreto cuando las cosas se ponen difíciles.
Ganadora en la sección Una Cierta Mirada en la pasada edición del Festival de Cannes, Carneros nos muestra la pasión de dos hombres por aquellos seres a quienes consideran su misma familia, pero también pone sobre la mesa la eterna rivalidad fraternal que ha llevado estos hermanos al punto de no poder verse el uno al otro. En su reseña, el crítico A. O. Scott (The New York Times), describe el conflicto como uno de implicaciones bíblicas y no podría estar más acertado. Es cierto que lo divino no tiene nada que ver (¿O se trata acaso de un especie de castigo celestial por su desprecio familiar?), pero la competencia que han puesto en marcha para determinar al mejor criador de la comunidad los ha separado por completo, así como infames parejas de hermanos de la Biblia también vivieron. No se trata de Caín y Abel, pues tanto Gummi como Kiddi no podrían ser catalogados como "santos", pero hay algo en su enemistad que se remonta a tiempos ancestrales.
Grímur Hákonarson, director y guionista islandés, concibe esta pelea fraternal de un modo muy particular. Aunque se trata efectivamente de un drama, uno muy serio para cualquier animalista, el cineasta aborda la situación de una manera un tanto cómica por momentos. Gummi y Kiddi no se hablan a pesar de ser vecinos, por lo que el perro de este último se ha vuelto su único modo de comunicación, pues el lleva y trae mensajes escritos en su hocico. Su relación no podría estar en los peores términos. Y cuando Kiddi pierde la cordura y se sumerge en todas las botellas de alcohol que puede encontrar después de sacrificar a su rebaño entero, este no puede evitar culpar a su hermano por haber "traído el mal" sobre ellos. En una cómica escena, el anciano se queda dormido borracho a fuera de la casa de Gummi tras haberlo estado insultando toda la noche. Por la mañana, este último simplemente se cerciora rápidamente de que siga con vida y se dispone a llevarlo en tractor, como si de escombros se tratase, al hospital más cercano. Imposible no reír en aquel momento en que lo descarga en la puerta del centro médico y se retira sin remordimiento alguno. Pase lo que pase, ninguno se hará cargo del otro.
Estas escenas contrastan con otros fuertes instantes, como en los que Gummi se arma de valor para sacrificar él mismo a sus ciento y tantas ovejas, o cuando los inspectores sanitarios lo encuentran triste y meditabundo sentado a un lado de los animales muertos que bien podrían ser confundidos por un terreno nevado. Hákonarson tiene en sus personajes a principales a dos hombres con una singular y hasta cómica apariencia: las frondosas barbas, el notable sobrepeso, el mal carácter..., pero es su pasión, lealtad y bondad los que define como personajes entrañables a pesar de todos sus defectos. Esta ecuación es distintiva del cine nórdico contemporáneo. Otro de los grandes éxitos cinematográficos de la región de los últimos años, Fuerza Mayor, nos muestra los valores y el verdadero yo de un tipo que a primera vista resulta de lo más patético. No hay nada de especial en estos protagonistas, pero la actitud que demuestran ante los peligros y las amenazas es lo que resalta su lado más humano.
Y si el asunto no pudiera ser mas insoportable para ellos, Gummi se ve en la necesidad de tener que lidiar con su hermano, pues su negativa a seguir las ordenanzas gubernamentales podrían meterlo también a él en problemas al ser dueño de la tierra (hecho que nos da pistas sobre el motivo del desdén mutuo). Poco a poco, los testarudos ancianos comienzan a mostrar un poco de compasión y empatía. Cuando Kiddi necesita mover los restos del granero, el camión de carga de su hermano está ahí para que pueda usarlo. SPOILER ADELANTE Y cuando un inspector descubre de manera accidental (pero demasiado conveniente) a las ovejas escondidas en su sótano, Kiddi lo ayuda sin chistar. TERMINA SPOILER. Parece que al final el lazo fraternal sí resulta inquebrantable.
Y el desenlace no podría ser la prueba más grande. Como último recurso, ambos deciden llevar a lo que queda del rebaño a las peligrosas tierras altas, donde definitivamente nadie podrá encontrarlas. Sin embargo, el extremoso clima se vuelve ahora su más grande enemigo y terminan por sucumbir ante él. Después de separarse debido a la nula visibilidad por la nieve, Kiddi comienza a buscar a su hermano y lo encuentra finalmente medio muerto y casi congelado. En un intento por salvarle la vida, Kiddi cava un hoyo en la espesa nieve y se mete con él para tratar de calentarlo. La toma final, en la que este abraza el cuerpo desnudo de su hermano y le dice que todo estará bien, es realmente conmovedora y reduce a una sola imagen lo que significa llevar la misma sangre. Primitivo, visceral y crudo al mismo tiempo. Son estos momentos los que nos hacen recordar el lado más hermoso del hombre y de la vida.
Por último, es preciso mencionar otro aspecto al que hace alusión la película. Tras la matanza de los animales, Gummi recibe la visita de un abogado que lo pone al tanto de la indemnización que recibirá de parte del gobierno por lo sucedido. Aunque recibirá una suma importante de dinero, los tiempos por venir sin suda serán difíciles, por lo que el legista le pregunta si ha pesando en dejar de ser granjero, a lo que recibe una fría y poco amistosa mirada. Gummi, al igual que Kiddi, nacieron granjeros, por lo que no existe manera de que puedan dejarlo. Las palabras del abogado representan insensibilidad y la poca comprensión se su situación. Para ellos, significaría dejar de vivir.
Carneros es una buena película que ensalza los lazos fraternales humanos y que al mismo tiempo nos muestra esa casi sagrada relación entre el hombre y la naturaleza. En ningún momento conocemos a otro familiar de Gummi y Kiddi, pero sus ovejas y carneros son como hijos para ellos. De igual manera, la obra de Hákornason representa una oportunidad para poder apreciar el gran respeto que tiene la cultura islandesa por la naturaleza. Un discurso en el concurso ovino, en el que el presentador prácticamente señala a las ovejas como un regalo de Dios, lo deja en claro.
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