No cabe duda que Rocky será por siempre uno de los personajes más icónicos del cine. El relato sobre el don nadie que de pronto tiene la oportunidad de su vida ha sobrepasado la superficialidad del aspecto inspiracional. Simpático, humilde y sumamente encomiable, "El Semental Italiano" se ganó nuestro afecto y nuestros respetos. Consagrado como campeón mundial y como un gran ser humano, Rocky pasó a la historia como un ejemplo de persevarancia y pasión por lo que uno hace. Como una franquicia, la vida del boxeador ha tenido sus altas y bajas, algo normal en este negocio, pero Creed, el nuevo capítulo en la serie nos sorprende no solo por ser una más que digna continuación de su legado, sino por ser por sí sola una excelente película de boxeo.
Adonis "Donnie" Creed (Michael B. Jordan), hijo del mítico Apollo Creed y concebido fuera de su matrimonio, ha tenido una dura infancia en distintas correccionales debido a su poca paciencia y su enorme gusto por pelear. Al localizarlo, Mary Anne (Phylicia Rashad) se ofrece a llevárselo y criarlo como hijo suyo. Años después, Donnie se encuentra todavía frustrado e inquieto. Ni siquiera el hecho de sobresalir en su empleo lo hace feliz, por lo que las escapadas secretas a México para boxear en funciones de poca monta se vuelven su único aliciente. Pero decidido de una vez por todas a hacer de los combates su estilo de vida y hacerse de un nombre por sí mismo, Donnie deja su hogar y acude con la única persona que cree aceptará entrenarlo: Rocky Balboa (Sylvester Stallone). A pesar su negativa inicial, el viejo Balboa poco a poco comienza a relacionarse con el impetuoso joven y eventualmente decide entrenarlo. Así, al poco tiempo de estar trabajando, una improbable oportunidad para alcanzar la gloria cambiará sus vidas para siempre.
Nadie se imaginaba que una nueva cinta en la que estuviera involucrado Rocky Balboa pudiera tener la calidad de Creed. La expectación por continuar la historia del memorable personaje era claramente el gran atractivo de ella, pero que en el proceso, el director Ryan Coogler (Fruitvale Station) haya logrado una increíble película deportiva verdaderamente merece un gran aplauso. El joven cineasta, de tan solo 29 años, se ha ganado ya el respeto de la industria con apenas un par de largometrajes en su haber y no es para menos, Coogler ha sabido darle continuidad a la esencia de Rocky, pero también ha dado en el clave al crear uno de los mejores dramas boxísticos, casi un género por sí solo, de los últimos años.
Por si fuera poco, y como un director consciente de su entorno, Coogler ha otorgado la estafeta a una minoría. Que el protagónico negro tenga un origen dentro de este universo fílmico no demerita en lo absoluto el hecho de que un actor de esta raza brille por sí solo. Creed habla sobre boxeo, pasión y la realización como individuo, pero también pone sobre la mesa al talento negro, aquel que a veces es menospreciado y relegado. El director sabe bien lo que hace y tampoco se involucra en lo absoluto en el tema del racismo que tanto ha acaparado los titulares del mundo en el último año. Los hechos hablan por sí solos. Adonis emerge como un tipo autosuficiente y orgulloso de todo lo que representa, pero también en conflicto consigo mismo por una carga que no eligió llevar. Los hombres (blancos) en el ring son temibles oponentes, pero tal y como Rocky se lo hace ver, su más grande rival aparece cuando se ve al espejo.
Otra de las valiosas temáticas que aborda la cinta tiene que ver con lo que nos hace sentir vivos a cada uno. Para Donnie, estar arriba del ring es lo que hace la sangre correr por sus venas. Para Bianca (Tessa Thompson), una artista de música alternativa (tipo FKA Twigs) y la chica por la que cae enamorado, el escenario es el lugar que hace latir su corazón. Pero aquí es donde entra Rocky, notablemente alejado ya del mundo del boxeo y aferrado al recuerdo de su difunta mujer. Como los jóvenes que son, Donnie y Bianca luchan por sus sueños. Por el otro lado, Rocky cree que los suyos ya se fueron y no hay nada más que pueda hacer mas que únicamente recordar y ver la vida pasar. La llegada del hijo de su viejo amigo cambia la dinámica de su existencia. Quizá todavía haya algo que valga la pena en los guantes y en el cuadrilatero. Quizá todavía valga la pena seguir luchando por ser el mejor.
Traer de vuelta a Rocky como un mentor fue lo mejor que Coogler y Stallone pudieron haber hecho. Si bien la entrada anterior en la saga trató fallidamente de dotar al personaje de una faceta paternal, en esta ocasión se va mucho más allá. La relación entre Donnie y Rocky es poco ordinaria. Podríamos decir que son el uno para el otro, pues son el padre y el hijo que nunca tuvieron (a pesar de sí tenerlos). Su amor por el boxeo los une, pero la brecha generacional y las experiencias que los han llevado hasta el momento en el que se conocen los hace sumamente distintos. Pero al final, inspiración es lo que ven el otro. Donnie no puede tener un mejor entrenador y SPOILER ADELANTE Rocky no puede tener un apoyo más grande después de decidirse a someterse a una quimioterapia para contrarrestar del cáncer del que se entera padece durante la trama. Seguir luchando. TERMINA SPOILER.
Coogler hace un equilibrio entre sus tres personajes principales. Aunque Rocky y Donnie son el centro de todo este asunto, Bianca también juega un papel importante, pues este no se limita al interés romántico, sino que es incluida para seguir demostrando el talento negro mencionado anteriormente. Cabe destacar que su caracterización es la de una mujer fuerte cuya mayor preocupación es su desarollo artístico, no la atención de su hombre. Ambos se enfocan en lo suyo y después llega el momento de los besos y caricias, en donde viene la que es quizá la escena más aleatoria e incómoda de la cinta, cuando Bianca y Donnie tienen sexo en la sala de Rocky mientras este duerme. Pero no hay problema, se puede pasar por alto.
Es importante mencionar que cada uno de ellos cuenta con un impedimento que amenaza con destruir sus sueños. Donnie carga con el apellido de una leyenda, Bianca sufre una enfermedad degenerativa que podría dejarla sorda en algún momento SPOILER ADELANTE y Rocky se topa con la misma enfermedad que se llevó a su esposa. TERMINA SPOILER. Lo inspiracional encontraría un terreno fértil para volver a Creed una historia de superación personal, pero Coogler es más inteligente que eso. Esto se trata de pasión y hacer lo único para lo que realmente somos buenos, lo demás puede besarnos el trasero.
Como un homenaje a Rocky, Creed también es una especie de reconocimiento a su ciudad, Filadelfia, y la cultura urbana que emana de ella. Varias escenas nos muestran la decadencia y desolación de las calles, los parques, estaciones del tren, etc. Se establece un paralelismo con la vida del campeón y no porque este sea un ícono olvidado, sino porque su figura es tan grande que nadie se ha puesto a pensar en el verdadero sentir de un tipo que perdió a su esposa y que se retiró completamente de lo que más amaba en el mundo. Filadelfia es Rocky y Rocky es Filadelfia. A pesar del descuido, las calles vibran con gente trabajadora y que lucha por sacar adelante a su sociedad. Sobra mencionar que varios puntos históricos de la primera parte vuelven a aparecer, como el gimnasio de Mighty Mick o las emblemáticas escalinatas.
Técnicamente, hay varios destellos de los que vale la pena hablar. Las bien trabajadas tracking shots que podemos encontrar a lo largo de la película y los excelentemente bien coreografiados planos secuencias, sobre todo el del primer combate, nos hablan de la preocupación de Coogler por forjar un estilo propio y de su interés por involucrarnos en las peleas lo más posible. Cerca del final, nos encontramos con otra peculiar escena que parece sacada de un video musical, aquella en donde Donnie corre como parte de su entrenamiento mientras varios motociclistas negros lo acompañan haciendo algunas acrobacias. Algo muy grato de ver sin duda.
Creed finalmente nos deja ver al Rocky del Siglo XXI, uno muy desconectado de su entorno, pero que continúa teniendo esa gran personalidad que lo convirtieron en un ser muy querido. Con esta cinta, Ryan Coogler muestra sus respetos a la leyenda mientras nos cuenta un relato sobre lo que significan las sombras del pasado y la reconciliación con todo lo que somos. He aquí una gran obra fílmica deportiva que enaltece al ser humano, a la raza negra y a una gran figura del cine. Que aprendan los de Revancha.
Nadie se imaginaba que una nueva cinta en la que estuviera involucrado Rocky Balboa pudiera tener la calidad de Creed. La expectación por continuar la historia del memorable personaje era claramente el gran atractivo de ella, pero que en el proceso, el director Ryan Coogler (Fruitvale Station) haya logrado una increíble película deportiva verdaderamente merece un gran aplauso. El joven cineasta, de tan solo 29 años, se ha ganado ya el respeto de la industria con apenas un par de largometrajes en su haber y no es para menos, Coogler ha sabido darle continuidad a la esencia de Rocky, pero también ha dado en el clave al crear uno de los mejores dramas boxísticos, casi un género por sí solo, de los últimos años.
Por si fuera poco, y como un director consciente de su entorno, Coogler ha otorgado la estafeta a una minoría. Que el protagónico negro tenga un origen dentro de este universo fílmico no demerita en lo absoluto el hecho de que un actor de esta raza brille por sí solo. Creed habla sobre boxeo, pasión y la realización como individuo, pero también pone sobre la mesa al talento negro, aquel que a veces es menospreciado y relegado. El director sabe bien lo que hace y tampoco se involucra en lo absoluto en el tema del racismo que tanto ha acaparado los titulares del mundo en el último año. Los hechos hablan por sí solos. Adonis emerge como un tipo autosuficiente y orgulloso de todo lo que representa, pero también en conflicto consigo mismo por una carga que no eligió llevar. Los hombres (blancos) en el ring son temibles oponentes, pero tal y como Rocky se lo hace ver, su más grande rival aparece cuando se ve al espejo.
Otra de las valiosas temáticas que aborda la cinta tiene que ver con lo que nos hace sentir vivos a cada uno. Para Donnie, estar arriba del ring es lo que hace la sangre correr por sus venas. Para Bianca (Tessa Thompson), una artista de música alternativa (tipo FKA Twigs) y la chica por la que cae enamorado, el escenario es el lugar que hace latir su corazón. Pero aquí es donde entra Rocky, notablemente alejado ya del mundo del boxeo y aferrado al recuerdo de su difunta mujer. Como los jóvenes que son, Donnie y Bianca luchan por sus sueños. Por el otro lado, Rocky cree que los suyos ya se fueron y no hay nada más que pueda hacer mas que únicamente recordar y ver la vida pasar. La llegada del hijo de su viejo amigo cambia la dinámica de su existencia. Quizá todavía haya algo que valga la pena en los guantes y en el cuadrilatero. Quizá todavía valga la pena seguir luchando por ser el mejor.
Traer de vuelta a Rocky como un mentor fue lo mejor que Coogler y Stallone pudieron haber hecho. Si bien la entrada anterior en la saga trató fallidamente de dotar al personaje de una faceta paternal, en esta ocasión se va mucho más allá. La relación entre Donnie y Rocky es poco ordinaria. Podríamos decir que son el uno para el otro, pues son el padre y el hijo que nunca tuvieron (a pesar de sí tenerlos). Su amor por el boxeo los une, pero la brecha generacional y las experiencias que los han llevado hasta el momento en el que se conocen los hace sumamente distintos. Pero al final, inspiración es lo que ven el otro. Donnie no puede tener un mejor entrenador y SPOILER ADELANTE Rocky no puede tener un apoyo más grande después de decidirse a someterse a una quimioterapia para contrarrestar del cáncer del que se entera padece durante la trama. Seguir luchando. TERMINA SPOILER.
Coogler hace un equilibrio entre sus tres personajes principales. Aunque Rocky y Donnie son el centro de todo este asunto, Bianca también juega un papel importante, pues este no se limita al interés romántico, sino que es incluida para seguir demostrando el talento negro mencionado anteriormente. Cabe destacar que su caracterización es la de una mujer fuerte cuya mayor preocupación es su desarollo artístico, no la atención de su hombre. Ambos se enfocan en lo suyo y después llega el momento de los besos y caricias, en donde viene la que es quizá la escena más aleatoria e incómoda de la cinta, cuando Bianca y Donnie tienen sexo en la sala de Rocky mientras este duerme. Pero no hay problema, se puede pasar por alto.
Es importante mencionar que cada uno de ellos cuenta con un impedimento que amenaza con destruir sus sueños. Donnie carga con el apellido de una leyenda, Bianca sufre una enfermedad degenerativa que podría dejarla sorda en algún momento SPOILER ADELANTE y Rocky se topa con la misma enfermedad que se llevó a su esposa. TERMINA SPOILER. Lo inspiracional encontraría un terreno fértil para volver a Creed una historia de superación personal, pero Coogler es más inteligente que eso. Esto se trata de pasión y hacer lo único para lo que realmente somos buenos, lo demás puede besarnos el trasero.
Como un homenaje a Rocky, Creed también es una especie de reconocimiento a su ciudad, Filadelfia, y la cultura urbana que emana de ella. Varias escenas nos muestran la decadencia y desolación de las calles, los parques, estaciones del tren, etc. Se establece un paralelismo con la vida del campeón y no porque este sea un ícono olvidado, sino porque su figura es tan grande que nadie se ha puesto a pensar en el verdadero sentir de un tipo que perdió a su esposa y que se retiró completamente de lo que más amaba en el mundo. Filadelfia es Rocky y Rocky es Filadelfia. A pesar del descuido, las calles vibran con gente trabajadora y que lucha por sacar adelante a su sociedad. Sobra mencionar que varios puntos históricos de la primera parte vuelven a aparecer, como el gimnasio de Mighty Mick o las emblemáticas escalinatas.
Técnicamente, hay varios destellos de los que vale la pena hablar. Las bien trabajadas tracking shots que podemos encontrar a lo largo de la película y los excelentemente bien coreografiados planos secuencias, sobre todo el del primer combate, nos hablan de la preocupación de Coogler por forjar un estilo propio y de su interés por involucrarnos en las peleas lo más posible. Cerca del final, nos encontramos con otra peculiar escena que parece sacada de un video musical, aquella en donde Donnie corre como parte de su entrenamiento mientras varios motociclistas negros lo acompañan haciendo algunas acrobacias. Algo muy grato de ver sin duda.
Creed finalmente nos deja ver al Rocky del Siglo XXI, uno muy desconectado de su entorno, pero que continúa teniendo esa gran personalidad que lo convirtieron en un ser muy querido. Con esta cinta, Ryan Coogler muestra sus respetos a la leyenda mientras nos cuenta un relato sobre lo que significan las sombras del pasado y la reconciliación con todo lo que somos. He aquí una gran obra fílmica deportiva que enaltece al ser humano, a la raza negra y a una gran figura del cine. Que aprendan los de Revancha.
Comentarios
Publicar un comentario