En una época en donde el mainstream de la animación es dominado por Disney y Pixar, resulta grato saber que otros estudios, grandes y pequeños, logran sacar adelante sus proyectos. Es cierto que quienes están detrás de la nueva película de Peanuts, Blue Sky Animation, son una entidad con capital suficiente como para producir animación de este tipo, pero a veces el tamaño un estudio no es sinónimo de calidad. El salto de Snoopy y Charlie Brown al 3D es uno realmente impresionante en cuanto al nivel técnico; pero narrativamente, la película de Peanuts es un ejercicio redundante que simplemente optimiza a sus personajes sin involucrarlos realmente en un conflicto que destaque todas sus cualidades.
Mientras la pandilla disfruta de los últimos días del invierno, una nueva chica pelirroja se muda justo en frente de la casa de Charlie Brown y Snoopy. La niña pronto se convierte en el amor platónico de Charlie, pero al recordar su propia torpeza para hacer cualquier cosa, además de la mala suerte que posee, este se desalienta al no tener el valor de ir a hablar con ella. Los consejos de sus amigos, en especial de Lucy y Linus, le instan a hacerse con el coraje suficiente para acercarse a ella. Así, Charlie Brown comienza a incurrir en todo tipo de actividades de las que nunca ha sido parte para lograr impresionar a la pelirroja. Al mismo tiempo, Snoopy escribe una novela sobre su álter ego, el Piloto As de la Primera Guerra Mundial, y su batalla contra el Barón Rojo.
Charlie Brown y Snoopy son pieza clave de la infancia de varias generaciones. La inocencia y originalidad de sus personajes los convirtieron en unos de los personajes más entrañables para miles de niños alrededor del mundo. Y aunque su espíritu se ha mantenido latente de una forma u otra en la cultura popular, es su salto hacia la animación 3D una oportunidad más para presentarse ante los hijos de aquellos que rieron y se conmovieron con la pandilla hace ya bastantes años. Y sí, la película logra indudablemente su cometido de involucrarse con el público más joven, pero somos los que acompañamos a los niños los que no encontramos algo reconocible en aquellos personajes mas que los trazos y figuras.
Snoopy y Charlie Brown es una película infantil en toda la expresión de la palabra, tanto que un adulto simplemente no podrá soportar el nivel de bondad, inocencia y humor que aquí se despliegan. A pesar de reincorporar conceptos interesantes como la ausencia a cuadro de los mayores, su voz distorsionada o el interés de los personajes por la literatura, el cliché que envuelve a Charlie Brown no puede ser más obsoleto.
Charlie es un niño inseguro al que todo le sale mal. A pesar de ser alguien con buenas intenciones e incapaz de hacerle daño a nadie, cada uno de los objetivos que se propone terminan en un rotundo fracaso. Conocer a la chica de sus sueños es algo que está destinada a negársele, pero es solo hasta que logra despojarse del miedo que decide probar nuevas cosas para tratar de impresionar a la chica. Como era de esperarse, todo esto le sale mal, pero serán los pequeños detalles para él los que al final serán decisivos para que la pelirroja le haga caso. El mensaje de la película es claro: no debemos dejar de intentar nunca de conseguir algo, no importa cuántas veces fallemos. El final feliz puede llegar a ser confuso. "¿Cómo es que Charlie consigue lo que quiere a pesar de tener los mismos problemas que yo?", se preguntará un niño. La idealización del personaje es demasiado peligrosa.
Y no es un impedimento indagar en un poco de oscuridad cuando se trata de una película dirigida al público infantil. Intensa-Mente, a pesar de reforzar varios estereotipos negativos, acertó al momento de construir todo el panorama emocional inestable de una adolescente. Y si vamos un poco más atrás podemos toparnos con Coraline y con lo retorcido que pueden llegar a ser nuestros deseos como niños. Es cierto que acercarse a cualquiera de estos temas sería atentar directamente contra la esencia de las creaciones de Charles M. Schulz, pero es eso entonces lo que reafirma la idea de que una cinta como esta resulta irrelevante para tiempos como estos.
Del otro lado tenemos a Snoopy, a quien vemos interactuar en dos planos distintos: en el mundo real, enseñando a su amo todo tipo de trucos (totalmente irónico) y metiéndose en todo tipo de situaciones chuscas; y el mundo imaginario, el mismo que él ha construido en la novela que está escribiendo. Estas secuencias intercaladas en la trama principal funcionan como capítulos de su historia, en la que su álter ego lucha contra el Barón Rojo en feroces combates aéreos para rescatar a Fifi, su amada. Esta subtrama es un simil del mismo conflicto al que Charlie se está enfrentando, pero la repetición de la misma la convierte en no más que un relleno y un espacio para dejar que Snoopy brille por su cuenta. La inclusión de la mayoría de ellas se ve forzada y solo como un mero vehículo para dotar de un poco de acción a la película.
En el aspecto técnico no hay nada que reprochar. El bello trabajo de animación en 3D es complementado con pequeñas viñetas de la tradicional y de la que todo mundo se enamoró en el pasado. Esa idea de que los personajes piensen en sí mismos de esta manera denota cierta nostalgia de la que sin duda tenía que estar impregnada esta obra. Manteniéndose fiel al formato de tira cómica, los paisajes y los movimientos, a pesar de ser relativamente planos, están llenos de fluidez y dinamismo, los cuales logran un perfecto equilibrio con la intimidad que requería un trabajo como este.
Snoopy y Charlie Brown es una tierna película sobre lo que significa ser un especie de incomprendido en un mundo en que a veces pensamos está en nuestra contra. Si bien esta es un gran homenaje a todo el legado de este grupo de personajes, la falta de una historia más profunda y el total enfoque infantil hacen de ella algo sumamente pueril y hasta un tanto vacía.
Charlie Brown y Snoopy son pieza clave de la infancia de varias generaciones. La inocencia y originalidad de sus personajes los convirtieron en unos de los personajes más entrañables para miles de niños alrededor del mundo. Y aunque su espíritu se ha mantenido latente de una forma u otra en la cultura popular, es su salto hacia la animación 3D una oportunidad más para presentarse ante los hijos de aquellos que rieron y se conmovieron con la pandilla hace ya bastantes años. Y sí, la película logra indudablemente su cometido de involucrarse con el público más joven, pero somos los que acompañamos a los niños los que no encontramos algo reconocible en aquellos personajes mas que los trazos y figuras.
Snoopy y Charlie Brown es una película infantil en toda la expresión de la palabra, tanto que un adulto simplemente no podrá soportar el nivel de bondad, inocencia y humor que aquí se despliegan. A pesar de reincorporar conceptos interesantes como la ausencia a cuadro de los mayores, su voz distorsionada o el interés de los personajes por la literatura, el cliché que envuelve a Charlie Brown no puede ser más obsoleto.
Charlie es un niño inseguro al que todo le sale mal. A pesar de ser alguien con buenas intenciones e incapaz de hacerle daño a nadie, cada uno de los objetivos que se propone terminan en un rotundo fracaso. Conocer a la chica de sus sueños es algo que está destinada a negársele, pero es solo hasta que logra despojarse del miedo que decide probar nuevas cosas para tratar de impresionar a la chica. Como era de esperarse, todo esto le sale mal, pero serán los pequeños detalles para él los que al final serán decisivos para que la pelirroja le haga caso. El mensaje de la película es claro: no debemos dejar de intentar nunca de conseguir algo, no importa cuántas veces fallemos. El final feliz puede llegar a ser confuso. "¿Cómo es que Charlie consigue lo que quiere a pesar de tener los mismos problemas que yo?", se preguntará un niño. La idealización del personaje es demasiado peligrosa.
Y no es un impedimento indagar en un poco de oscuridad cuando se trata de una película dirigida al público infantil. Intensa-Mente, a pesar de reforzar varios estereotipos negativos, acertó al momento de construir todo el panorama emocional inestable de una adolescente. Y si vamos un poco más atrás podemos toparnos con Coraline y con lo retorcido que pueden llegar a ser nuestros deseos como niños. Es cierto que acercarse a cualquiera de estos temas sería atentar directamente contra la esencia de las creaciones de Charles M. Schulz, pero es eso entonces lo que reafirma la idea de que una cinta como esta resulta irrelevante para tiempos como estos.
Del otro lado tenemos a Snoopy, a quien vemos interactuar en dos planos distintos: en el mundo real, enseñando a su amo todo tipo de trucos (totalmente irónico) y metiéndose en todo tipo de situaciones chuscas; y el mundo imaginario, el mismo que él ha construido en la novela que está escribiendo. Estas secuencias intercaladas en la trama principal funcionan como capítulos de su historia, en la que su álter ego lucha contra el Barón Rojo en feroces combates aéreos para rescatar a Fifi, su amada. Esta subtrama es un simil del mismo conflicto al que Charlie se está enfrentando, pero la repetición de la misma la convierte en no más que un relleno y un espacio para dejar que Snoopy brille por su cuenta. La inclusión de la mayoría de ellas se ve forzada y solo como un mero vehículo para dotar de un poco de acción a la película.
En el aspecto técnico no hay nada que reprochar. El bello trabajo de animación en 3D es complementado con pequeñas viñetas de la tradicional y de la que todo mundo se enamoró en el pasado. Esa idea de que los personajes piensen en sí mismos de esta manera denota cierta nostalgia de la que sin duda tenía que estar impregnada esta obra. Manteniéndose fiel al formato de tira cómica, los paisajes y los movimientos, a pesar de ser relativamente planos, están llenos de fluidez y dinamismo, los cuales logran un perfecto equilibrio con la intimidad que requería un trabajo como este.
Snoopy y Charlie Brown es una tierna película sobre lo que significa ser un especie de incomprendido en un mundo en que a veces pensamos está en nuestra contra. Si bien esta es un gran homenaje a todo el legado de este grupo de personajes, la falta de una historia más profunda y el total enfoque infantil hacen de ella algo sumamente pueril y hasta un tanto vacía.
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