Ver a Muse en vivo es una experiencia que se ha vuelto sumamente difícil con el paso de los años. Algunas vez famosos por esas crudas y devastadoras presentaciones de las que podemos ser testigos en ese gran DVD llamado Hullabaloo, el trío de Devon ha dejado este distintivo atrás para convertirse en algo más teatral y grandilocuente, cosa de la que U2 estarán sumamente orgullosos. Sus últimas giras los han visto invertir dinero y esfuerzo en montar los escenarios más descomunales y disparatados y en México hemos podido quedar maravillados con casi todos ellos. Siempre es grato saber que un grupo de este tamaño le dedique atención especial a lo que sus fanáticos podrán experimentar durante sus presentaciones en vivo además de la música, pero Muse han ya sobrepasado un límite del que no hay vuelta atrás. Al concentrarse tanto en tratar de sorprender a sus seguidores con los más geniales avances tecnológicos o las más ingeniosos trucos, la parte musical, lo que debería de ser lo más importante, ha quedado enterrada bajo conceptos superficialmente desarrollados.
Abriendo el "Drones World Tour" en México, Muse revelaron un nuevo escenario y show fieles a lo que han hecho durante los últimos tiempos. En esta ocasión, la banda decidió darle otro giro más al espectáculo y se adentraron en el corazón de la marabunta de gente, justo en el centro de la arena. Una larga pasarela con dos plataformas en los extremos y una más en medio, una serie de pantallas colocadas en forma de círculo justo arriba de la parte de en medio, varias cortinas desplegables que servían como fondo para la proyección de visuales y unos drones en forma de globo controlados por medio de un programa de computadora... No cabe duda de que nos encontrábamos en un concierto de Muse.
A la hora pactada subieron The New Regime al escenario, grupo de Ilan Rubin, quien es conocido principalmente por colaborar en Nine Inch Nails como baterista durante la última etapa del proyecto. Con una ola de enormes guitarrazos, Rubin calentó a un público que los recibió de muy buena manera y que los dejó explayarse durante el breve tiempo que estuvieron arriba. Vale la pena escucharlos con atención, pues ese sonido con toques de blues, alternativo y electrónica nos permite entender ahora de donde salieron grupos como Royal Blood. Destacado el solo final que ejecutó Rubin.
Y así, mientras la pista de "Drones" anticipaba la inminente salida del grupo, los drones en forma de globo estacionados en las plataformas superiores del escenario comenzaron a sobrevolar al público justo como Matthew Bellamy no hace mucho comentó que lo harían. El publicó explotó cuando los británicos tomaron sus posiciones y la batería de Dominic Howard marcaba el inicio de "Reapers", probablemente uno de los pocos momentos llenos de intensidad por parte de la banda que tendríamos en la noche.
El gran problema de esta gira se gestó desde la pasada, en donde Bellamy se convirtió más en un cantante que en un guitarrista o vocalista. Conforme ha pasado el tiempo, el músico ha dejado tareas que él solía ejecutar no hace mucho y se las ha encomendado a su miembro de apoyo, Morgan Nicholls, quien deja al descubierto que en lo único que Bellamy puede ya hacer una diferencia es con su voz. Verlo moverse en el escenario con no mas que un micrófono en mano nos hace pensar que se trata del show de un cantante y su banda de soporte. Hay canciones en las que simplemente se dedica a tocar los solos de las mismas, como "Dead Inside" u "Uprising"; o algunas en las que ni siquiera se molestar en tomar el instrumento, como "Starlight". A este paso pronto lo veremos dejando a Morgan tocar durante "Hysteria" o "Knights of Cydonia" para que él se dedique a tocar.
Esta nueva faceta de Bellamy afecta también gravemente al setlist, pues la obsesión por dedicarse exclusivamente a cantar le insta a incluir las canciones más pop de su repertorio. "Madness", "Starlight", "Undisclosed Desires"... ¿No era esta una gran oportunidad para armar uno un poco más en sintonía con su nuevo y material? Está claro que Drones está muy lejos de ser su mejor y más pesado disco, pero ¿por qué no acompañar a "Reapers" o "The Handler" de excelentes temas como "MK Ultra", "Dead Star", "Unnatural Selection" o "Thoughts of a Dying Atheist"? Su concepto sobre la vigilancia, la falta de empatía y el lavado cerebral tendría al menos un poco más respaldo.
Por momentos, el show parece uno de grandes éxitos, ya que sencillos es lo que solemos escuchar durante las casi dos horas de duración. Esto se nota inmediatamente con la respuesta del público, quienes cantan y tararean cada nota de "Supermassive Black Hole", "Madness" o la insufrible "Revolt", el más nuevo de todos y que nos deja con una espinita. Veníamos a rockear, headbangear, empujar, saltar, gritar; no a cantar al unísono y aplaudir al compás. "The Handler" e "Hysteria" son apenas los únicos momentos en que podemos atestiguar al viejo Muse, pero la mayoría se conforma y esto queda claro con la apagada reacción a la primera, otra de las pocas grandes canciones de Drones.
Y aunque buena parte del set es un tanto decepcionante, también podemos encontrarnos con algunas cosas que valen la pena desde el punto de vista musical. Haber escuchado "Apocalypse Please" por primera vez en vivo y que Bellamy haya tocado el piano durante toda la canción, que hayan traído de vuelta un clásico como "Plug in Baby" y que todavía nos regalen esos jams de bajo y batería que nos hacen desear que se tratase de una canción en forma, resultan en una buena manera de liberar toda ese energía que de otra manera no se podría en otro momento del show.
Mención a parte se merece "The Globalist", tema central de Drones que fue tocado por primera vez aquí en México y que este mismo blog criticó por su falta de cohesión. Con el tiempo uno ha aprendido a disfrutarla, quizá el sello de ser la segunda parte de "Citizen Erased" le puso la vara muy alta, pero vaya que en vivo se hace sentir de una manera sin igual. El silbido inicial de Bellamy, los enormes riffs y el emotivo final acompañado magistralmente por el piano y la pista de "Drones"... Este es claramente el clímax del espectáculo y de los pocos instantes en que podemos ver a Muse en todo su esplendor.
Los visuales, ya sea para bien o para mal, fueron uno de los aspectos más destacados del show. Las cortinas en donde se proyectaban varias animaciones lucían sobrias, pero lo bastante impactantes como para captar la atención, hecho que desafortunadamente también distraía de lo que ocurría con Bellamy y compañía. De cualquiera manera, lo que pudimos ver durante "The Globalist" fue sublime. Una pequeña narrativa de ciencia ficción corría en las pantallas y en las cortinas mientras el grupo evocaba a Morricone, Slayer y a su antigua esencia. Al final, una galaxia se fusionaba con las luces que emitían los asistentes creando todo un enorme cosmos dentro de el Palacio de los Deportes.
Los otros grandes momentos visuales involucraron mappings excepcionalmente ejecutados, como los de "The Handler", en donde la proyección de una mano de titiritero simulaba mover a los integrantes con sus hilos, todo muy acorde a la letra de canción sobre la manipulación. Y en "Undisclosed Desires", Wolstenhome y Bellamy eran proyectados en las cortinas por medio de una animación en tiempo real que se integraba y desintegraba por ciclos. Estos elementos realmente ensalzaron los pocos momentos cautivantes.
Apreciar todo el show desde pista es sumamente complicado. Lo extenso del mismo no deja tener una visión completa de todo lo que está sucediendo y aunque Bellamy y Wolstenhome se mantienen en constante movimiento a través de este, es muy difícil seguirles el paso o incluso encontrarlos con tanta gente alrededor. Desde las tribunas es de donde se obtiene un mejor panorama de lo que acontece.
Es una pena que Muse omita nuevamente el material de Origin of Symmetry, el disco favorito de la mayoría de sus seguidores. Ahora tuvimos que conformarnos con tan solo uno de los tracks. Una verdadera pena.
También habrá que mencionar la manera en que la banda cortaba la inspiración cuando los intros de canciones como "Survival" y "Defector" solo nos engañaban y nos dejaban con las ganas. Estos solo sirvieron para introducir "Revolt" y "Starlight", temas más light y sumamente desalentadores para los que querían agitar la cabeza.
Muse lo han hecho de nuevo. Han montado un espectáculo lleno de efectos especiales y grandes éxitos, pero carente de contenido y de una propuesta musical consistente que satisfaga a aquellos a quienes los hemos seguido durante años. Por más purista que suene, extrañamos a esa banda que no mostraba mas que actitud y emociones fuertes en el escenario.
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