Roger Waters The Wall: de la grandiosidad del espectáculo a lo íntimo de un trauma

The Wall, uno de los álbumes más emblemáticos de la historia del rock, no solo es uno de los momentos cumbre en la carrera de Pink Floyd, sino también la declaración más personal de la mente maestra de Roger Waters. Tras haber dado varias vueltas al planeta con su épica y monumental gira, el legendario músico comparte ahora con todo el mundo la experiencia que implica presenciar uno de los actos en vivo más grandiosos que se hayan visto jamás. Roger Waters The Wall nos lleva por buena parte de este espectáculo, dejándonos ver varios detalles de la espectacular producción y la impecable ejecución musical, pero también nos adentra de lleno en la intimidad de Waters y en el viaje personal en busca de la memoria de su padre.

Filmada en tres distintas ciudades que fueron parte de la extensiva gira entre 2010 y 2013, esta película concierto representa la oportunidad ideal para todos aquellos quienes se quedaron fuera de este suceso. Para todo seguidor de Pink Floyd, The Wall contiene planteamientos llenos de una variedad de emociones y sentimientos que definen lo más oscuro e imperfecto de nuestra humanidad: ¿Qué hacer ante la indiferencia de la sociedad? ¿Cómo sobrevivir ante la crueldad de aquellos que nos rodean? Waters encontró un aliciente en la auto marginación y en un enorme muro imaginario construido con los traumas de su juventud y la frustración de un artista que se ha desconectado con su público. Todos estos temas fueron recogidos en su última gira, la cual, respaldad con la vanguardia tecnológica, ha llevado a otro nivel la definición de la música en vivo.

A lo largo de casi tres horas, Sean Evans (Cashback), director, revive con eficacia el recuerdo de aquellos momentos frente al escenario y triunfa al momento de transmitir una serie de escalofríos al espectador, casi como si estuvieran viviéndolo una vez más. Con impresionantes tomas panorámicas que logran capturar la majestuosidad del muro y toda la producción, una definición digital que permite apreciar cada detalle y un audio de primera (Nigel Godrich, productor de cabecera de Radiohead estuvo encargado de ello), Roger Waters The Wall es la película de concierto con la que todo melómano sueña. No hace falta ser fanático de Pink Floyd para poder entender la magnitud de este evento, pero vaya que serlo implica adentrarse en un concepto que llega a estremecer el alma misma.

Pero es quizá el otro aspecto de la cinta el que más llama la atención y el que la hace destacar de entre todas las demás en el género. A la par del concierto, Evans y Waters retratan el viaje por carretera de este último en un viejo auto inglés desde su país natal hasta Italia. ¿El objetivo? La primera visita del músico al memorial de guerra de su padre caído en combate durante la Segunda Guerra Mundial. Como una declaración anti bélica, The Wall guarda entre sus líneas el dolor de Waters por haber perdido a su progenitor a causa de un conflicto lleno de odio y crueldad. "Muchas veces los que dan las órdenes ni siquiera tienen idea de lo que hacen", menciona el acompañante de Waters mientras viajan en el auto. Ya sea en el colegio con profesores abusivos, en naciones lideradas por enfermos de poder o en corporaciones avaras que nos dicen qué necesitamos, la sensación de que no somos libres se encuentra latente. Waters está consciente de ello y es a través de este espectáculo que trata de comunicárselo una vez más al mundo. En su viaje, el ex Pink Floyd rinde un tributo a todos aquellos que han sucumbido ante lo anterior.


Las escenas más significativas tienen lugar en el camino, en donde un sollozante Waters lee la carta con la que le informaron a su madre que su padre había muerto en su deber o cuando le cuenta a un barman que no sable inglés las circunstancias alrededor de su fallecimiento. La comunicación a través de sentimientos queda al descubierto. Por supuesto, el momento más emotivo de todos es cerca del desenlace, cuando se encuentra finalmente con el memorial de su padre, y de todos los demás caídos, y le dedica esa desoladora línea de trompeta de "Outside the Wall". Evans astutamente sobrepone estas imágenes con las de los conciertos, creando así un vínculo emocional y visual entre ambas experiencias.

Del lado del show, el punto más alto está, obviamente, en los clásicos, como "Another Brick in the Wall (Part II)", "Mother", "Run Like Hell" y "Comfortably Numb", esta última acompañada de sensacionales tomas del público cantando a todo pulmón, llorando de felicidad y sintiendo hasta la médula la más potente esencia de Waters. Por supuesto, los solos de David Kilminster son algo que simplemente tienen que verse para creerse.


Por siempre se ha catalogado a Waters como egocéntrico y egoísta, cualidades que quedan claras en la cándida y singular sesión de preguntas y respuestas después de los créditos que sostiene junto a Nick Mason, pero solo un loco se atrevería a refutar la trascendencia que tiene este obra universal nacida de las más oscuras emociones de un individuo atormentado.

Roger Waters The Wall es la película de concierto con la que tendrán que ser comparadas las que vengan a continuación de ahora en adelante. Aunque el concepto ha sido repetido en varias ocasiones a través de los años, desde el lanzamiento del álbum, pasando por la película animada, las giras y llegando ahora hasta esta película concierto, no queda duda de que su mensaje se mantiene tan relevante después de todos estos años.

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