El Año Más Violento: cuando hacer "la cosa más correcta" ya no es suficiente

J. C. Chandor es un nombre que todo aficionado del cine deberá de tener muy presente de ahora en adelante. Con tan solo tres películas en su haber, el joven director estadounidense no es ya una promesa del cine independiente, sino toda una realidad en el panorama internacional. Nominado ya un Óscar por el guión de El Precio de la Codicia (Margin Call), Chandor se ha hecho notar gracias a sus historias arraigadas en lo clásico y en donde los diálogos, o la ausencia de estos, juegan un papel preponderante en la mismas. El Año Más Violento es probablemente su trabajo más completo hasta el momento, pues esa evocación al cine de antaño, la delicada construcción de sus personajes y la lenta y sutil evolución de la trama dejan en claro su enorme preocupación no solo para que podamos entender a sus protagonistas, sino el mundo que los rodea, que a final de cuentas será determinante para su salvación o perdición.

Abel Morales (Oscar Isaac), dueño de una rebosante empresa de combustible para calefacción de Nueva York, está en un predicamento. Los recientes y constantes asaltos a sus camiones proveedores no solo le están costando dinero, sino que han inquietado también a sus conductores y a los encargados de proporcionarle este servicio. Aunado a ello, su empresa está en la mira del fiscal de distrito (David Oyelowo), quien pretende acusarlo de evasión de impuestos y malas prácticas. Y por si fuera poco, el trato para hacerse con una estratégica planta de distribución pende de un hilo debido a todo lo anterior. Dispuesto a impedir que otros intereses acaben con lo que ha luchado por construir todos estos años, Abel hará todo lo posible por limpiar su nombre y proteger lo que le pertenece.

El Año Más Violento se lleva a cabo precisamente en una época como la que el título describe: los meses más violentos que la ciudad de Nueva York haya vivido nunca. A primera instancia las circunstancias no parecerían tener gran impacto en los personajes, pero es al final cuando entendemos realmente el trasfondo de todo ello. Más de esto en breve.

Abel es un hombre honesto. De la nada, el empresario de origen latino a posicionado a su empresa como una de las principales en el sector. Sus empleados lo respetan, sus competidores le envidian y su esposa lo ama. Pero a pesar de su carácter magnánimo, Abel es alguien que no tolera el fracaso, la mentira y que el control de la situación no esté en sus manos. La trama nos sitúa justo en el momento en el que está a punto de atravesar por una mala racha. Su ecuanimidad y deseo por lidiar con los problemas lo más correcto posible pronto se ven superados por los embates de sus fuerzas opositoras. Es a partir de este instante que Abel comienza poco a poco a ver y participar en el juego sucio, uno del que ha tratado de mantenerse alejado toda su vida, pero del que inevitablemente tendrá que ser parte si su negocio ha de sobrevivir.


Pero conforme avanza la trama, es su esposa Anna (Jessica Chastain) la que luce mucho más preparada para enfrentar la turbulencia que se viene. En varias escenas, Chastain muestra su talento revelando poco a poco el verdadero rostro de Anna y su real determinación ante la casi enfermiza pasividad de su esposo. Cuando el fiscal catea su casa, ella es la que advierte al judicial que la falta de respeto no pasará desapercibida; y cuando por accidente Abel atropella a un ciervo, ella es la que no duda en ponerle fin al sufrimiento del animal con una serie de fríos y certeros disparos, esto mientras su esposo todavía se preguntaba cómo demonios hacerlo. Chandor nos presenta a dos personajes radicalmente opuestos, cada uno con una forma distinta de solucionar sus problemas, en donde claramente la de la decidida mujer resulta más efectiva. Pero como Abel dice en distintas ocasiones, este siempre busca en hacer "la cosa más correcta".


La película es lenta pero segura. Las intenciones de los personajes que rodean a Abel se revelan hasta ya muy avanzada la historia y es con él que poco a poco nos adentramos en el espeso mundo de la corrupción, el crimen, y los malos manejos. El Año Más Violento podría no encajar exactamente en el género del crimen, pero hay algo en ella que nos hace sentir rodeado de mafiosos a pesar de los pocos disparos que hay. Aunque varios de los actores están involucrados en ello, pocas veces se refiere al tema como tal, todo siempre parece estar debajo del agua. Abel es el único ajeno a esto y son los problemas en los que se ve inmerso los que finalmente le abren los ojos. El espíritu de la cinta nos recuerda invariablemente a obras maestras del género como Buenos Muchachos o El Padrino, con las que guarda en común ese drástico cambio del protagonista en medio de un ambiente hostil y catalizador de sus más oscuras pretensiones.

La ferocidad del capitalismo es también un tema importante en la cinta. Julian, uno de los personajes menores, es uno de los conductores víctimas de los violentos asaltos. Su suerte, al igual que la de Abel, va de mal en peor, pero al final, es él y su familia quienes terminan sin nada. En El Año Más Violento, los ricos se harán más ricos y los pobres todavía más pobres. Este es sin duda un síntoma que vivimos en gran parte de los países que adoptan la parte más agresiva de este sistema; y en su trabajo, Chandor nos recuerda algo muy cierto: el empresario solo velará por sus intereses, no importa qué tan buena persona sea. Abel es una representación del sueño americano, esa idealización de un triunfo solo reservado para quienes están dispuestos a venderle su alma al Diablo.


Vale la pena destacar a Oscar Isaac, quien se consolida como uno de los actores más solicitados del momento por su carisma, su gran talento y la facilidad para trabajar en cualquier ambiente, ya sea en una pequeña película sobre la vieja escena musical del folk o en gigantescas producciones como La Guerra de Las Galaxias o X-Men. He aquí una nueva estrella del séptimo arte.

En distintas ocasiones, varios de los personajes le preguntan a Abel cómo es que ha logrado todo esto y qué es lo que busca realmente. Su respuesta siempre está acompañada de su declaración de "hacer lo más correcto"; sin embargo, retomando la cuestión de la violencia el crimen en esta historia, son estos mismos factores lo que le obligarán a cambiar su forma de actuar. Es quizá por eso que los demás no entienden su éxito fuera de la corrupción o el crimen organizado. Abel parece ser alguien atrasado a su tiempo que apenas está por tomar el mismo paso de los demás.

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