Kingsman: El Servicio Secreto

Si tomamos un poco de la ultraviolencia de Kick-Ass, el mismo concepto de las cintas de James Bond y la irreverencia de Austin Powers tendremos como resultado Kingsman: El Servicio Secreto, en donde todos estos ingredientes se mezclan para entregarnos una película de acción, espionaje y comedia poco convencional y ciertamente entretenida. Dirigida por Matthew Vaughn (Kick-Ass, X-Men: Primera Generación) y basada en la novela gráfica de Mark Millar y Dave Gibbons, Kingsman es un pastiche de todo un variedad de géneros que de alguna forma han encajado más o menos bien. Aunque estamos hablando de una especie de homenaje, la cinta se vale de una completa exageración de conceptos ya establecidos, acertando en unos y errando con otros. Todo este revoltijo tan kitsch funciona por momentos, pero buena parte del tiempo termina por defraudar.

Harry Hart, nombre clave Galahad (Colin Firth), es un agente de una organización ultra secreta llamada Kingsman, la cual actúa por encima de cualquier gobierno y cuyo único objetivo es librar al mundo de cualquier maniático que atente contra el. Tras la muerte de uno de sus compañeros, Galahad acude con la viuda y el huérfano para darles el pésame y extenderles la mano en caso de que alguna vez necesitasen su ayuda. Años después, "Eggsy" (Taron Egerton), hijo del espía caído, es un "nini" y delincuente menor que que vive la opresión de su mafioso padrastro y la incertidumbre de no tener una misión en la vida. Cuando finalmente se ve en la necesidad de pedir ayuda, Eggsy llama al misterioso hombre que se apareció en su casa cuando era un niño y será él quien lo introduzca al increíble e inverosímil mundo del espionaje.

Todo lo destacado que podemos encontrar en Kingsman se ve opacado por una serie de obstáculos que terminan por afectar gravemente a la película. Comencemos con lo bueno. 

Quizá uno de los aspectos más interesantes de todo esto es la participación de Colin Firth, quien deja de lado las películas románticas o las piezas dramáticas bastante serias para adentrarse en el espectro de los blockbusters. Junto a Egerton, el actor comparte el protagónico de toda esta historia y es su refinado, astuto y letal personaje lo que nos hace pensar en que Firth pudo sin ningún problema haber interpretado al 007 hace unos años. En deuda con su compañero fallecido, Galahad siente que debe enmendar el error que le quitó la vida, por lo que fungir como un tipo de mentor para Eggsy es lo menos que puede hacer para honrar su memoria. No cabe duda que resulta todo un agasajo ver al veterano actor repartiendo golpes a diestra y siniestra sin remordimiento alguno.

Taron Egerton, joven británico que está llamado convertirse en toda una estrella, hace un muy buen papel como el estelar. Como el mal hablado pero con buen corazón Eggsy, Egerton nos entrega un personaje aterrizado y con una cantidad de problemas que de verdad resultan creíbles, o al menos mucho más que cuando vemos a todos esos "confundidos" y martirizados protagonistas de cintas como The Maze Runner o Divergente. Eggsy es un tipo que aprovecha la gran oportunidad de su vida para descubrir lo mejor que esta puede ofrecerle.

Y luego tenemos a Samuel L. Jackson como el villano Richmond Valentine, un filántropo y billonario que busca la estabilidad mundial con métodos muy poco ortodoxos y que, extrañamente, le resulta enfermizo presenciar cualquier tipo de violencia. El eterno Jackson moldea a un antagonista sumamente peculiar cuyo mayor distintivo es su graciosa forma de hablar y su despreocupado sentido de la moda. Valentine bien podría ser una antítesis del estereotipo del recurrente villano, sádico por naturaleza y ostentoso por oficio; en su lugar, el tipo es uno al que le encanta llamar la atención, pero que no puede protegerse por sí mismo y que prefiere nunca ensuciarse las manos. Por supuesto, para ello tiene a Gazelle, su bella guardaespaldas dotada con dos filosas espadas en lugar de pies. 


Con una serie de personajes construidos de manera efectiva dentro de lo que cabe, Kingsman desafortunadamente nunca logra engancharnos del todo. Gran parte de la trama se enfoca en el arduo entrenamiento de Eggsy para convertirse en un agente, dejando muy poco espacio para la verdadero momento de la verdad, en el que tendrán que enfrentar a Valentine para frustrar sus ridículos planes de crear un nuevo orden mundial. Es cierto que la historia trata de cómo Eggsy se vuelve parte de esta organización, pero hay un problema cuando estos momentos de adiestramiento son mucho más emocionantes y divertidos que el real conflicto contra el enemigo. SPOILER ADELANTE La última parte se ve también afectada por la ausencia de Galahad, quien es asesinado por Valentine poniendo en movimiento la serie de acontecimientos que darán el giro de tuerca a todo el asunto. Es una verdadera lástima, pues hubiera sido sumamente gratificante ver a maestro y aprendiz peleando codo a codo por la salvación de la humanidad. Al final termina supeditado por el bien de la trama. TERMINA SPOILER.

Las similitudes entre Kingsman y Kick-Ass son por demás obvias. Mark Millar, autor del material original en ambos casos, ha sido pieza clave de la narrativa en los cómics de los últimos años, basta con recordar que fue él una de las mentes maestras en el titánico proyecto Civil War de Marvel. De cualquier modo, Kingsman parece una copia casi al carbón de Kick-Ass desde el ángulo que se le quiera ver. Chico don nadie convertido en héroe, la trágica figura del mentor, villano poco convencional, la chica ruda... Esta cinta es prácticamente lo mismo solo que con distintas piezas. Vaughn no debe ser nada tonto y probablemente debió haber sentido una sensación de déjà-vu al hacer este trabajo.

En el aspecto técnico, los efectos especiales no están a la altura de cualquier blockbuster veraniego. Es cierto que el presupuesto para esta película estuvo muy por debajo del estándar acostumbrado para ese tipo de producciones, pero el hecho de que podamos distinguir los falsos fondos, las deficientes renderizaciones y demás simplemente no parece aceptable.

Se le agradecer al director y al guionista no habernos sometido a pobres y repetitivos episodios románticos. Si bien Eggsy establece una muy estrecha relación con su compañera Roxy, esta funciona más como un confidente y ancla, no como verdadero un interés amoroso.

Las constantes referencias a la cultura pop, los personajes fuera de lo normal y la buena química que hay entre la mayoría de ellos hacen de Kingsman: El Servicio Secreto algo que puede disfrutarse bastante, pero es ese último acto lo que termina por estigmatizar a la película como un fallido intento de revitalizar el género. A veces, los insultos, los desmembramientos y una que otra pizca de vulgaridad no son suficientes para llamar la atención de un público que sí, está dispuesto a empaparse de sangre, pero que busca igualmente una memorable secuencia que le vuele la cabeza. Kingsman, desgraciadamente, no cuenta con ello.

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