La Postura del Hijo: ¿Hasta dónde está dispuesta llegar una madre?

Ante la adversidad ¿qué es lo que una madre haría por un hijo sin pensarlo dos veces? ¿comprometería incluso su moral y hasta su propio bienestar? Estas son algunas de las cuestiones que Calin Peter Netzer nos presenta en La Postura del Hijo, ganadora del Oso de Oro en la Berinale del año pasado y que apenas se estrenó en nuestra ciudad hace unos días.

La cinta rumana nos pone en medio de una familia acomodada de aquel país, una en la que realmente no hace falta el dinero, pero sí una real conexión entre sus miembros. Cornelia (Luminita Gheorgiu) es una mujer mayor que vive los placeres y privilegios de la Bucarest moderna: bailes, obras de teatro, cenas de gala, etc. La manera en que comenzamos a conocerla realmente se da dentro de un suceso desafortunado para ella y su familia: Barbu (Bogdan Dumitrache), su único hijo, ha tenido un accidente automovilístico que se ha cobrado la vida de un pequeño niño. Desorientada y sumamente preocupada, Cornelia acude a ayudar a su hijo, quien está siendo investigado por la policía local, totalmente resuelta a hacerlo y sin nada que trate de impedírselo. 

Con esta obra, Netzer ahonda en la brecha que existe entre distintas generaciones de rumanos: las que vivieron una dura transición y las que viven ahora en una relativa paz, pero que quizá no terminan de hallarse en la caótica sociedad de la Europa unificada. Desde muy temprano nos damos cuenta que algo no anda bien entre Barbu y Cornelia, pues apenas y pueden entablar una conversación. A pesar de ello, la madre está dispuesta a sacar a su hijo de este serio problema, con el cual incluso podría ir a prisión. 

La cinta desenvuelve la situación de una manera sumamente interesante, pues el caso del accidente rápidamente se vuelve un conflicto más entre madre e hijo. Barbu pronto comienza a desestimar los esfuerzos de ella para asistirla, instándole a mantenerse lejos del caso y de su vida. Cornelia, por supuesto, hace caso omiso de sus groserías y faltas de respeto y continúa con la misión poniendo en tela de juicio su valor cívico.


Las actuaciones en general son más que convincentes, pero es la de Gheorgiu la que realmente destaca. La rumana aporta tanta profundidad al personaje que tras hora y media de película habremos sentido que la conocemos de toda la vida. Aunque la actriz brilla todo el tiempo, son dos los momentos en los que realmente su actuación llega a otro nivel. El primero es en el que tiene una conversación con la esposa de Barbu, quien igualmente se encuentra afectada no solo por el incidente, sino por la reciente actitud de su marido ante todo. En esta brillante escena cargada de diálogo, bien se podría decir que Cornelia se quita su primera máscara para revelar su faceta como madre manipuladora que, aunque busque el bienestar de los suyos, sus acciones también podrían poner entredicho sus verdaderas intenciones. Por otro lado, su manera de decir las cosas también resulta fundamental para obtener lo que quiere, y es así como logra poner a la nuera de su lado.

El segundo gran momento es la conversación que sostiene Cornelia con el testigo del accidente, un ciudadano común y sin escrúpulos que, para no entrar en detalles, será el primero en ponerla en un verdadero predicamento.

La Postura del Hijo tiene también algunos fallos, principalmente con el personaje de Barbu, con el cual nunca nos queda claro qué es lo que realmente le perturba de toda la situación, ni del porqué de su actitud con sus seres queridos, además de lo ya expuesto anteriormente. Su esposa nos da pistas sobre sus extrañas costumbres sexuales y su inusual forma de ser, pero nada que nos pueda dar una conclusión. Esta sería quizá la falta más evidente.

La última secuencia es el gran momento de la película. El encuentro entre Cornelia y los padres del fallecido niño, además de ser un tanto desgarradora, nos deja en claro una de las principales temáticas de esta historia: cómo una madre pierde a un hijo, no importa de la manera que sea, todas son igual de dolorosas. Al igual que la madre del niño atropellado no puede consolar su tristeza, Cornelia tampoco puede aceptar que Barbu la trate como un completo extraño. Ambas no solo han perdido a un ser querido, sino una parte de sí mismas. Con la familia del niño, Cornelia se desnuda emocionalmente de una vez por todas; sus ruegos, suplicas y la manera en que trata de defender a su hijo la dejan por primera vez en una posición en la que no tiene el control ni de sí misma ni de la situación, revelándose finalmente tal y como es.

La obra de Netzer triunfa al hacer una inteligente conexión entres los serios delitos que vive una sociedad moderna, como el tráfico de influencias, la corrupción y la negligencia, con la perdida de un ser querido y cómo la familia afectada se estremece hasta la médula; pero sobre todas las cosas, La Postura del Hijo es una historia de la pérdida de un amor inconmensurable. 

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