Ninfomanía: Volumen 1

"Olvídate del amor". Desde antes siquiera que entremos a la sala, Lars Von Trier nos hace una amenaza/petición sumamente apropiada con respecto a la primera parte de su nueva obra, Ninfomanía. El siempre controversial director da de qué hablar una vez más con este gran proyecto que lo vuelve a poner en el centro de la polémica. Desde el anuncio de la producción de esta cinta hace unos años, podíamos darnos una idea más o menos lo que nos aguardaba con solo conocer el título de la misma. ¿A qué oscuro pasaje de la mente humana nos llevaría el director en esta ocasión?

Como su nombre lo indica, esta película retrata la peculiar condición de la ninfomanía, la adicción femenina al sexo. Por supuesto, Charlotte Gainsbourg regresa una vez más como su musa para interpretar el papel estelar de Joe, la mujer en cuestión. Con un elenco tan polifacético como enigmático, una historia que nos lleva de las situaciones más cómicas hasta los momentos más dramáticos e inesperados, y una serie de recursos narrativos y visuales sumamente poderosos, el primer volumen de Ninfomanía es una obra rica, tenaz y llena de nostalgia.

Los dos volúmenes completan la Trilogía de la Depresión (Antricristo, Melancolía), en la que Von Trier ha sometido a sus protagonistas femeninas a este estado emocional llevándolas hasta el límite de su humanidad. Con este trabajo, el director vuelve a hacer de las suyas.

La primera vez que encontramos a Joe es un húmedo y olvidado callejón. Golpeada y dejada a su suerte, la mujer es encontrada por casualidad por Seligman, un amable y solitario viejo (Stellan Skarsgard), quien la convence de ayudarla y llevarla a su casa para cuidarla. Curioso por la manera en que la encontró, Seligman pronto comienza a inquirir  acerca de lo sucedido. Renuente al principio, Joe logra entrar en confianza con el hombre para contarle no solo el cómo llegó ahí, sino toda su vida, la cual gira alrededor de una sola cosa, el sexo. Dándose su tiempo y dándonos un puñetazo en la cara con Rammstein a lo Haneke, Von Trier nos da la bienvenida a su mundo.

Dividida en 5 capítulos, la primera parte de Ninfomanía se enfoca en la infancia, adolescencia y el principio de la edad adulta de Joe. En cada uno de ellos, Von Trier aborda no solo varias de las etapas de la vida de esta, sino que se enfoca en distintos conceptos de la vida a los que quizá algunos de nosotros hayamos escapado deliberadamente, presentando cada uno de ellos de una forma única y especial. En pocas palabras, el autor quiere que afrontemos esas cuestiones que hemos omitido.

A modo de flashback, y frecuentemente complementado por las observaciones y aseveraciones de Seligman, Joe comienza su relato.

Desde pequeña, Joe comienza a explorar su sexualidad de todas las maneras posibles. Junto a su amiga B, la niña pronto descubre la sensibilidad del clítoris no solo leyendo sobre ello, sino con la simple fricción de subir por una cuerda. Joe no tiene miedo, no esconde nada, es simplemente quien es. Ni siquiera lo severa que pueda llegar a ser su madre le impide seguir descubriendo todos las posibilidades. En su padre (Christian Slater), Joe encuentra cariño y apoyo, además de una compañía masculina sin prejuicio alguno. Más tarde, un aspecto de su relación le hará sentir a la protagonista que ha caído en lo más bajo.

Durante su adolescencia, su curiosidad se transforma en deseo; y así, Joe llega al momento de "perder" su virginidad. ¿Pero de verdad se pierde algo en el proceso? Joe acude con Jerôme (Shia Labeouf), un chico del barrio el cual encontraba un poco interesante y con el que tendrá mucho más historia, para hacerle la desinhibida petición; por supuesto, este acepta sin pestañear. La secuencia es sumamente interesante por varias razones. Primero, la manera en que Joe se encuentra expectante al acontecimiento contrasta fuertemente con la gran decepción con la que se retira. ¿No ha sido suficiente para ella? ¿Hay algo que no sepa todavía sobre el sexo? Segundo, Von Trier se hace sentir dejándonos en claro los detalles del acto: 3 penetraciones por la vagina y 5 más por el ano. Seligman rápidamente lo asocia con la Secuencia de Fibonacci, el patrón que aparentemente sigue la naturaleza. Desde el comienzo, Joe advierte al viejo que su narración es inmoral y pervertida; sin embargo, este trata de encontrar un significado que absuelva de sus actos a la mujer. ¿Era así entonces como tenían qué suceder las cosas? ¿Todo es parte del aprendizaje humano?


Más adelante, Seligman continúa tratando de hacerle ver a Joe sus acciones desde otra perspectiva cuando esta le cuenta la promiscua aventura del tren, en donde ella y su amiga Joe compiten para ver quién puede tener sexo con más hombres durante todo el viaje, todo por una bolsa de chocolates. Seligman lo compara con la pesca, todo un minucioso ritual que implica astucia, experiencia y sabiduría. Por su parte, Joe lo encuentra ahora repugnante y denigrante.

Así continua Joe su historia. Cada capítulo, conectado por la interacción entre Joe y Seligman después de discutir sobre algún aspecto de la vida de este último, prosiguen con el viaje sexual de la protagonista.  

Durante su adolescencia, ella y B crean un club en donde se alienta el sexo casual con desconocidos, pero evitando tener relaciones con la misma persona con regularidad, eludiendo así el compromiso y que algo serio se desarrolle. "Mea Maxima Vulva" es su lema. ¿Es entonces el sexo lo natural y el amor algo inventado por el hombre? Para ella y sus compañeras, el amor distorsiona las cosas y no hace mas que lastimar. Su vagina es algo con lo que tienen que cargar y disfrutar al mismo tiempo. Desgraciadamente para Joe, varias de sus compañeras no pueden cumplir las reglas y terminan cayendo en el embrujo del amor, lo que la orilla a separarse del grupo.

Ninfomanía tiene una estructura sumamente interesante, una que va de la mano con la hipertextualidad. Las incontables referencias culturales, la interesante y ecléctica selección musical (Steppenwolf, Rammstein y Bach), los saltos en el tiempo, los homenajes, los insertos, los gráficos y demás vuelven la obra en algo totalmente rica en contenido. Gracias a ello, podemos ir hilando conceptos que nos van llevando a otro y así sucesivamente, tal y como cuando navegamos en la red. Está claro que Von Trier no es el primero en hacer esto, pero la forma en que lo ha hecho nos invita a querer ver la cinta varias veces más para poder hacer las relaciones necesarias para poder comprenderla del todo.

Y hablando de homenajes, los guiños a Tarkovsky a lo largo de la cinta son realmente dignos de admirar. La icónica toma de las plantas marinas y la desfragmentación  del tema de Bach que el ruso empleó en Solaris (al que Von Trier le añade una lúgubre connotación sexual) son quizá las más representativas. De igual manera, ese deseo de Kris Kelvin que se incrusta en su ser y lo lleva hasta donde nunca imaginó también está presente en Joe, de la quien todavía estamos por conocer su destino.

Es un hecho que todo lo anterior resulte mera especulación. Quizá la representación de Seligman es la misma del espectador, quien trata de darle un significado a los acontecimientos sin siquiera conocer el final. La última línea de Joe nos indica que todavía hay todo un mundo por explorar, pues todo lo que conocía se derrumba justo cuando parece disfrutar completamente de la vida. ¿Qué será lo que Von Trier tiene preparado para la segunda parte?

Burlándose de sí mismo, añadiendo las situaciones más cómicas y captando nuestra atención el 100% del tiempo, el danés realmente lo ha hecho de nuevo con una obra en la que seguramente encontraremos algo nuevo de volver a verla. Esperamos ya con ansia el siguiente volumen. 

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