Philomena

En los años 50 en Irlanda, una joven llamada Philomena se embaraza tras tener una relación sexual sin estar casada. Dada la época, el padre de la chica encuentra inaceptable este hecho y decide mandarla a un convento, donde podrá vivir mantenida por las monjas unos años, pero a cambio tendrá que trabajar en labores sumamente exhaustivas. Después de dar a luz, Philomena se entera que en el convento ocurre algo turbulento, pues todas las jóvenes madres que se encuentran ya ahí tienen miedo de que sus hijos, quienes son cuidados por las religiosas, sean dados en adopción. Así, cuando Anthony, el bebé, es entregado a una pareja estadounidense, la vida de Philomena se cae a pedazos.
Casi 50 años después de los acontecimientos, una anciana y todavía esperanzada Philomena (Judi Dench), revela a su otra hija que tuvo más adelante la existencia de Anthony. Por azares de la vida, la hija de la mujer conoce a Martin Sixsmith (Steve Coogan), un periodista y asesor político el cual ha perdido su trabajo en el gobierno recientemente. Tras contarle acerca de su madre y su desgracia, esta pide a Martin que ayude a contar la historia de Philomena. Así, después de conocerse, el hombre accede a buscar al hijo perdido.

De esto trata Philomena, la nueva película del veterano director inglés Stephen Frears (La Reina). No se equivocarán al pensar  en la buena dosis de melodrama que pudiera estar presente en la película, que si bien esta no se desborda todo el tiempo gracias a unos ligeros toques de comedia, la cinta difícilmente logra resultar atractiva para un público ajeno este tipo de circunstancias. Y no me refiero a perder un hijo en realidad, sino al amor incondicional y eterno de una madre, tema que, a decir verdad, ha sido usado hasta el cansancio en el cine.

En su búsqueda, que los lleva a los Estados Unidos, pronto nos damos cuenta que Martin y Philomena son una pareja dispareja. El primero no es un hombre de fe, ver para creer bien podría ser su lema; el reciente despido que sufrió lo ha dejado en un importante disyuntiva, no sabe qué hacer ahora. La segunda por otro lado, es una ferviente creyente; a pesar de todo lo que le sucedido, esta sigue creyendo en Dios como nunca antes e incluso clama ser la única responsable de que Anthony haya sido apartado de su vida, pues cree que es un castigo por haberse entregado a la pasión carnal fuera de toda jurisdicción católica. En lo que más tarde se convertirá una misión con un distinto propósito, ambos aprenderán más sobre ellos mismos y entablarán una amistas poco convencional. Y sí, esto es básicamente todo lo que sucede en Philomena. Apenas antes de la mitad de la película tiene lugar un giro que lleva a la misma por una dirección que realmente no es la que todos podrían esperar, pero a final de cuentas no llega a ser cautivante en ningún sentido.


Philomena es también una crítica al catolicismo y las oscuras prácticas que se han llevado a cabo en sus instituciones a través de la historia. Si bien esta se sostiene firme durante toda la cinta, su trascendencia es opacada por las supuestas lecciones de vida que la película pretende enseñar; que la fe es más grande que cualquier maldad que podamos sentir en nosotros, cosa con la que es realmente difícil de comulgar.

Es verdad que la historia no ayuda demasiado, pero hay que destacar la gran actuación de Judi Dench. Ya en una ocasión esta gran actriz ha declarado que le es cada vez más difícil hacer películas debido a su avanzada edad y el esfuerzo que le cuesta hasta leer ya un guión, cosa que provoca todavía un mayor respeto hacia la actriz Es de reconocer lo ordinaria que Dench se ve en pantalla, pero es una lástima que su interpretación se vea reprimida por el tan poco espacio que tiene para moverse. Steve Coogan también cumple regalándonos uno o dos momentos humorísticos; sin embargo, ambos resultan personajes completamente irrelevantes de los cuales nos olvidaremos en tan solo unos semanas.

Es importante notar también las decisiones que hacen los protagonistas, estas a veces parecen no tener sentido y resultan contradictorias. Al principio, la hija de Philomena pide a Martin que haga la historia de su madre, este responde que no está interesado en "historias de interés humano". Solo un corte basta para que cambie su opinión y decida involucrarse. Se puede entender que la vida de Martin no tiene rumbo en ese momento, pero sus ideales y convicciones parecen cambiar de un momento a otro en varias partes de la historia. Con Philomena pasa algo parecido. Cuando están en Estados Unidos dispuestos ya a regresar a su país tras un importante descubrimiento, casi por intercesión divina, esta decide quedarse para darle un nuevo sentido a su búsqueda, convenientemente para Martin, quien podrá seguir investigando para publicar la historia. Frears y su guionista parecen topar con pared más de una vez en la historia, qué mejor que moverla hacia adelante que forzando a sus personajes a hacer lo improbable. Una salida muy fácil, diría yo.

¿Será importante mencionar que todo esto está basado en una historia real? No lo creo. Frears ha elegido hacer una "historia de interés humano" con resultados contraproducentes, podrá inspirar a uno o dos, pero su trascendencia es más que cuestionable.

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