Gloria: una mirada al Chile del siglo XXI

Si hay alguna cinematografía latinoamericana que esté tomando mucha fuerza en los últimos años, esta debe de ser la chilena. Personajes como Pablo Larraín (No) y Patricio Guzmán (Nostalgia De La luz) han encabezado una nueva mirada fílmica a la sociedad andina en este nuevo siglo. Sus películas, además de recalcar las consecuencias sociales de una dictadura que apenas terminó unas cuantas décadas, también nos ofrecen una perspectiva muy interesante del pueblo chileno, de sus comunes y corrientes ciudadanos, quienes poco a poco, junto al país, se adentran a un primer mundo, tan atípico de nuestra región pero al mismo tiempo tan palpable ya en una nación como Chile.
Sebastián Lelio se une también a este movimiento con Gloria, donde conocemos a una mujer madura del mismo nombre (Paulina García), una muestra de las figuras que cada vez se vuelven más típicas en las sociedades de primer mundo, una madre divorciada con problemas para insertarse en una sociedad muy diferente a lo que conocía hace años y cuyos hijos están un tanto desconectados de ella. Para tratar de aliviar su soledad, Gloria frecuenta clubes de solteras en busca de sexo ¿o es amor? Quizá una cosa lleve a la otra.

Lelio nos presenta a una mujer totalmente desubicada. Sus mejores años ya quedaron atrás y en esta etapa en donde los hijos ya tienen su propio rumbo, donde ya no hay ninguna meta que alcanzar ni sueños que cumplir, resulta sumamente difícil definir un propósito en la vida. Gloria no quiere quedarse sola, el único visitante constante en su casa suele ser un gato egipcio un tanto desagradable y al cual no duda en echarlo bruscamente cada vez que lo ve. Gloria quiere algo más para su desdichada vida, lo que sea.

En una de las visitas a las reuniones de solteros, Gloria conoce a Rodolfo (Sergio Hernández), un viejo muy parecido a ella que también se encuentra en busca de una segunda oportunidad. Ambos conectan de inmediato tanto física como emocionalmente, parece que la felicidad por fin está tocando a su puerta. Sin embargo, el gusto dura poco para ambos. La dependencia de las hijas y la ex mujer de Rodolfo no solo comienzan a perseguir a este de manera constante, sino que también hacen dudar a Gloria de su verdadero compromiso con su nueva relación.

La relación con los hijos es uno de los temas destacados de la cinta. Lelioo nos presenta por un lado a los de Gloria, ya completamente independientes y con una vida, pero con un invisible malestar que los mantiene lejos de su madre. No la odian, al contrario, la respetan y la cuidan; sin embargo, parece que no hay nada realmente con lo que puedan hablar con ella. La desconexión entre Gloria y ellos es evidente. El director lo acentúa sobre todo con la hija, una instructora de yoga a cuya clase asiste por primera vez solo para tratar de hablar con ella. En otro momento, Gloria y ella se encuentran en el aeropuerto momentos antes de que esta última parta a Suecia para irse a vivir con su novio. La despedida se vuelve incómoda cuando la hija se rehusa a que su madre la acompañe hasta la puerta de embarque y se limitan a un rápido y discreto abrazo. Más tarde, Gloria se arrepiente y regresa esperando encontrarla. Al no lograrlo, su frustración se hace más que evidente, pero es aquí donde nos preguntamos. ¿Realmente Gloria busca a sus hijos porque los ama o porque se siente sola?

Las hijas de Rodolfo son totalmente lo opuesto, no hay momento en que estas no lo busquen para cualquier insignificancia. Este, a pesar de expresar su rabia y molestia por ello, continua cediendo ante sus demandas. La situación nos plantea otra cuestión ¿Es esta la única manera en que Rodolfo acepta su soledad?

De manera constante podemos ver también un trasfondo de la situación social política actual del país, aquella en donde las manifestaciones de estudiantes acapararon el ojo del mundo no hace mucho. Gloria no sabe qué pasa realmente en su tierra, su indiferencia es recalcada en varias ocasiones durante la película. Su desconexión con su entorno queda manifestada en una escena en particular. Mientras está en su casa, sonidos de cacerolazos la despiertan y la hacen salir al balcón, son cientos de personas las que están haciendo estos sonidos desde sus ventanas y las calles. Gloria se une sin motivo aparente y aunque no le importe en realidad.


La relación entre jóvenes y adultos en la película tiene un tono especial, pero la sintonía es totalmente distinta. La hija de Gloria odia a su padre; su hijo parece muy talentoso, pero parece que le cuesta trabajo expresarse, las hijas de Rodolfo son totalmente dependientes, una chica canta felizmente con un sociólogo amigo de la protagonista (el único que parece entender el contexto actual de su país) y el vecino del piso de arriba de Gloria funciona como un constante recordatorio de la autodestrucción juvenil. Como es evidente, a los jóvenes y los viejos les cuesta trabajar convivir entre sí. Ese parece ser el precio de vivir en una sociedad moderna.

Al final, cuando Gloria se enfrenta a la cruda realidad, a esta no le queda más remedio que alimentar al gato, procurarlo y darle espacio en su casa, quizá sea momento de aceptar los términos de su decadente vida. 

Gloria es una cinta que nos sitúa en el Chile de hoy de una manera muy astuta sin pretensión alguna. Su protagonista, al cual le cuesta ver su alrededor, sufre en carne viva los cambios sociales de un país emergente. No son sus enormes lentes los que le harán ver la realidad, sino tendrá que estrellarse contra sus mismas frustraciones para saber realmente a qué es lo que se está enfrentado. 

Magníficamente actuada por Paulina García y producida por Larraín, esta fue la entrada de Chile para los premios Óscar de este año. 

Para cerrar, la obra de Lelio es una muestra más del buen momento del cine chileno. Si bien hay lapsos que caen en un semi letargo y las escenas entre Rodolfo y Gloria suelen ser repetitivas, todo esto queda de lado con todos los demás aciertos de la película. Habrá que estar al pendiente de estos cineastas chilenos que están llevando al cine de su país hacia nuevos rumbos.

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