¿Cuántas veces hemos visto en novelas o comedias sin sentido esa historia en que dos niños son intercambiados al nacer y viven su infancia con los padres equivocados? Sin duda, bastantes. Con De Tal Padre, Tal Hijo, tenemos una perspectiva distinta y abordada desde el punto de vista de la cultura oriental, específicamente la japonesa, en donde varias de las reacciones quizá no puedan ser comprendidas por nosotros, pero que al final resultan un comportamiento sumamente humano y lleno de optimismo.
Hirokazu Kore-eda nos presenta a Ryota (Masaharu Fukushima), un exitoso arquitecto de clase media alta que tiene todo lo que un hombre de su edad desea: un excelente trabajo, una muy buena relación con su esposa y un pequeño hijo con talento, disciplinado y que siente un profundo respeto hacie él. Sin embargo, al estabilidad de su familia se ve amenazada cuando los encargados del hospital donde nació Keita, su hijo de apenas 6 años, les informan que hubo un error el día del parto y que el niño con el que viven no es realmente su hijo, su verdadero primogénito vive con otra pareja en algún lugar de Tokio.
Por supuesto, la noticia no solo tambalea los cimientos de su vida, sino la de los otros padres, los Saiki, quienes viven con Ryusei, el verdadero hijo de Ryota. Tras conocerse y convivir, ambas parejas deciden que lo mejor es intercambiar a los hijos y hacerlo paulatinamente; pero es Ryota principalmente el que se tendrá que enfrentar a una serie de dilemas que pondrán en jaque su figura como padre y esposo.
Sin llegar a lo melodramático en ningún momento, la historia no solo nos hace pensar en el impacto que nos causaría saber que el niño con el que hemos estado viviendo no es nuestro, sino que también plantea un interesante cuestionamiento: ¿son nuestros hijos producto de la sangre, mera genética, o el resultado de la crianza que les hemos impartido? Para Ryota, la sangre es lo más importante, define quiénes somos y hacia dónde vamos, nos guste o no. Afortunadamente para él, la suya lo ha llevado a una muy buena posición profesional, una en donde el gran esfuerzo le ha dado muchos lujos, admiración entre sus colaboradores y su propio jefe y una vida de la que no se puede quejar en lo absoluto. Así es como Ryota ve su vida. Midori, su esposa; por otro lado, ve las cosas un poco distintas. Para ella, Ryota es una buena persona, pero su constante afán por trabajar lo ha alejado no solo de ella, sino de su propio hijo.
Keita es un niño ordenado y disciplinado. Hace su tarea, come bien y le gusta tocar el piano. Ryota sabe que será exitoso por la única razón de que lleva su misma sangre. ¿Cómo podría salir todo de manera distinta?
La noticia de que Keita no es su hijo pone en de duda los principios de la vida que Ryota seguía al pie de la letra. ¿Cómo es posible que el niño es como es y no lleva su sangre? Hay una escena inmediatamente después del gran acontecimiento que enmarca toda la situación: "Ahora todo tiene sentido", dice Ryota a su perturbada esposa. ¿Sabía el hombre que su hijo nunca podría llegar a ser como él? A pesar del impacto, la noticia parece ser un alivio, pues ahora está seguro que si no lleva su sangre, no hay de qué preocuparse.
La primera escena de la película también nos muestra demasiado sin siquiera conocer todavía a los personajes. Ryota, Midori y Keita están en una audiencia ante unos profesores de un instituto al que asiste este último. Los tres están sentados en sillas individuales separados por la misma distancia cada uno. A pesar de que los tres parecen aparentar felicidad con sus relatos sobre volar papalotes y demás, algo anda mal en la familia. Esto se reafirma cuando Ryota pregunta a su hijo por qué mintió en la audiencia al decir que vuelan papalotes cada fin de semana si nunca en la vida lo han hecho, el niño solo responde que su instructor le dijo que lo hiciera. Keita es un chico sumamente inteligente, no quiere problemas, solo quiere amar a sus padres.
Después de conocer la verdad, un nuevo impacto vuelve a conmocionar a Ryota. Al conocer a Ryusei, este se da cuenta que es todo lo contrario a Keita, un niño un tanto torpe, desordenado y sin disciplina alguna. Esto le extraña todavía más cuando comienza a convivir con el Sr. Saiki, un hombre despreocupado de la vida que es aparentemente feliz a pesar de vivir austeramente y con otros 2 hijos que mantener. ¿Cómo es posible que su verdadero hijo sea tan distinto a él?
Si bien Ryota es un buen hombre que solo busca lo mejor para su familia, este se ha desconectado completamente de ella.
Tras una incómoda propuesta que el protagonista hace al Sr. Saiki, este se ve obligado a tener que aceptar un no por respuesta y verse totalmente humillado. "¿Cómo es posible que un hombre así me diga qué hacer?" le dice Ryota a su esposa. ¿Es eso o lo que de verdad le molesta es el hecho de que el Sr. Saiki sí sea realmente feliz y le dé consejos de cómo tratar su hijo?
Lo más interesante viene a continuación. La relación entre Ryota y su familia comienza a deteriorarse. Este ya no ve a Keita como su hijo y no hace más que acentuar ahora todos sus defectos sabiendo que la sangre es la sangre, no hay cómo pelear con ella. A pesar de todas las pruebas, su más grande principio todavía sigue sin darse por vencido. Midori, en cambio, es compasiva y amorosa y algunos de sus pensamientos empiezan por dejar fuera a su esposo.
Tras lo acordado, los padres empiezan a cambiar a los niños de manera gradual y deciden convivir con sus verdaderos hijos por un fin de semana para ir revirtiendo la situación. Es aquí donde se nos plantea otro doloroso cuestionamiento ¿es posible hacerlo realmente?
La convivencia con Ryusei resulta sumamente difícil. Su indisciplina comienza a irritar a Ryota y este no duda en hacer lo mismo que hizo con Keita, criarlo a su imagen y semejanza con una serie de reglas que tarde o temprano cambiarán su actitud, haciéndolo quizá alguien muy desdichado.
Aunque las situación dramática resulte demasiado crítica por momentos, algunos instantes cómicos ayudan a llevar la trama por buen rumbo y permiten que sintamos un gran respeto por todos y cada uno de los involucrados.
Hay poco que reclamar a esta gran película. Quizá lo que más salta es la razón por la que los niños fueron intercambios. SPOILER: Una desdichada enfermera, buscando desahogar la ira causada por su ingrato esposo, fue la causante de cambiar a los niños. El juicio en donde todo se revela me parece que pudo ser omitido. ¿Importa realmente la causa? El director trata de justificarlo con una escena en la que Ryota visita a la enfermera para decirle en la cara que ha arruinado a su familia, pero con lo que no cuenta es que el hijo de esta saldrá para defenderla de lo que sea. Lo entendemos, la historia de Ryota resulta más que suficiente para poder comprender la relación entre padres e hijos. TERMINA SPOILER.
Cerca del final, Ryota visita a su padre de manera casi obligada porque creía que estaba muy enfermo, solo para darse cuenta después que todo era una farsa y que sus padres solo querían verlos. Es aquí donde entendemos todo. El padre de Ryota es igual a él, un hombre el cual honra la sangre y que seguramente mantuvo a sus hijos en cinta durante toda su infancia. Ryota comprende por fin que es igual a él, su crianza determinó su manera de ser y sin siquiera darse cuenta estaba haciendo lo mismo con Keita.
El desenlace de la historia es conmovedor y gratificante. Cuando las cosas parecen por fin aclararse en la vida de Ryota, un pequeño pero grandioso descubrimiento volverá a dar un vuelco en su vida y lo hará luchar por lo que realmente quiere en la vida. ¿Con qué niño se queda al final? Tendrán queverla para descubrirla.
Nominada a la Palma de Oro de Cannes el año pasado, De Tal Padre, Tal Hijo es una película que nos acerca de lleno a un grupo de ser humanos que sufren un sentimiento poco común y que pone en tela de juicio sus conocimientos de cómo ser padres. La obra de Kore-eda es sin duda la historia de un triunfo como padre, como esposo y sobre todo, como ser humano.
La pelicula es excelente aunque me fuera encantado que fuera un poco mas entendible el final como arreglan el problema porque da entender que el protagonista escoge a el hijo de crianza.
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