Amor Índigo: una incongruente y bizarra historia de amor

La última vez que vimos realmente a Michel Gondry fue en Originalmente Pirata, (Be Kind, Rewind). Mucho más convencional que sus trabajos anteriores, la cinta protagonizada por Jack Black no fue más que un intento fallido en donde apenas en algunas secuencias podíamos ver el particular sello del francés. Si bien había algunos momentos chuscos, la cinta pasó desapercibida y quedó prácticamente en el olvido. Por otro lado ¿quién puede olvidar La Ciencia Del Sueño y más aún Eterno Resplandor De Una Mente Sin Recuerdos? Ese par de películas dejaron demostrado que el estilo de Gondry no se limitaba a la producción de videos musicales, sino que su talento era perfectamente traducible a lo cinematográfico.
Como queda evidenciado en estos trabajos, Gondry tiene una visión muy particular del amor, un tanto rebuscada diría yo. Por supuesto, el sentimiento para él es todo menos perfecto y es sobre todo la inseguridad de uno mismo lo que resalta en sus distintos protagonistas. Amor Índigo no es la excepción. Su nueva cinta vuelva a tocar este tema pero con una perspectiva muy personal, oscura y un tanto distinta a lo que le hemos visto con anterioridad. Desafortunadamente, parece que al director se le ha pasado la mano y nos dejado con un trabajo poco convincente, sobrecargado y un tanto decepcionante. 

Amor Índigo, basada en la novela L'Écume Des Jours, de Boris Vian, presenta a cuatro de las estrellas del cine francés que más han hecho eco en los últimos años no solo en su país, sino a nivel internacional. Romain Duris (The Beat That My Heart Skipped), Audrey Tautou (Amélie), Gad Elmaleh (Enamórare De Mí) y Omar Sy (Amigos Intocables) son los protagonistas de esta historia que regresa a Gondry a su país y lengua natal.

La trama va más o menos así. Colin (Duris) es aparentemente un inventor que vive de lo mejor, posee mucho dinero, tiene a Nicolas (Sy), su servicial cocinero, el cual prepara los mejores platillos, y por supuesto, es feliz. Su casa, sin lugar a dudas, debe ser uno de los lugares más divertidos que pueda haber. Algunos de sus aparatos, como un piano coctel que prepara las bebidas de acuerdo a que tan bien se toquen las notas,  un timbre araña que alerta de visitantes de las formas más extrañas y una mesa con superficie irregular adornan su hogar y además le dan un toque muy especial a su vida.

La problemática comienza cuando, al enterarse de que Nicolas tiene novia y de que su mejor amigo, Chick (Elmaleh), un ferviente fanático de un especie de sociólogo/filósofo llamado Jean-Sol Partre (sí, una parodia de Jean-Paul Sarte), Colin decide buscar una chica de la cual enamorarse. Gracias a sus amigos, este conoce a Chloé (Tautou), una sencilla y adorable mujer que rápidamente cae enamorada de él.

Después de comenzar a vivir juntos y de conocerse más a fondo, Chloé cae enferma, cosa que no solo desestabiliza la situación económica de Colin, sino el mismo amor que sienten el uno por el otro.

Como era de esperarse, esta no sería una cinta de Gondry si los personajes no se inmiscuyeran en las situaciones más irreales y se movieran en un entorno altamente bizarro y surreal. El realizador no duda en meter a sus personajes en las más extrañas circunstancias que, por supuesto, son tan normales para ellos. El problema es que todo esto es realmente un exceso. La historia cae en una locura alucinante que termina por perder el hilo en un buen número de ocasiones, además de que aleja al espectador debido a las constantes incongruencias que aparecen en pantalla. A pesar de que Gondry trata de insertar aspectos reconocibles para el público como el paisaje parisino, la música Jazz y una historia de amor universal, estos rápidamente son opacados por el intenso bombardeo de elementos sin sentido.


¿Y qué decir del stop motion típico de su técnica cinematográfica? Sí, al principio resulta muy divertido volver a encontrarnos con el ingenio del director al poder apreciar los aparetejos y dispositivos más creativos que hayamos visto en nuestras vidas. Pero de igual manera, estos comienzan a saturar cada escena y desbordarse casi sin control, lo que es peor aún, estos realmente no juegan un papel narrativo, todo se queda en lo decorativo y estético.

En los personajes encontramos también muchos problemas que afectan altamente a la credibilidad de la historia. Para empezar, la química entre Duris y Tautou deja mucho qué desear. Su desconexión es evidente en grandes lapsos de la trama. Si ya de por si sus papeles resultan poco memorables, su relación amorosa no es mas que un poderoso somnífero para el espectador.

Cuando Chloé se encuentra convaleciente, parece que esta y Colin pierden totalmente la razón. Su involucramiento con los demás personajes se vuelve incrongruente y todo queda muy ambiguo.

Por otro lado, el rol de Chick en la historia nunca queda claro del todo. Si bien Gondry trata de demostrar un punto con el fanatismo de su personaje a una figura que parodia a Jean-Paul Sartre, sus erráticas acciones nos dejan sumamente confundidos y despistados. Igualmente, su relación con Colin es más que extraña y cerca de la mitad de la película queda desconectado totalmente de la trama principal.

Nicolas, el fiel escudero de Colin, es también su maestro y su frecuente fuente de conocimiento. Si bien su papel alrededor del protagonista queda justificado de esta manera, sus motivaciones personales nunca son expuestas y este parece más un personaje inventado por el mismo Colin. Sin preocupaciones, problemas u obstáculos en la vida. ¿Queremos de verdad saber más sobre él?

Es probable que lo que el director haya querido enseñarnos es como nuestra vida cambia ante la tragedia. Un gran acierto suyo es haber creado a la casa donde vive Colin como una extensión de su inquilino, una en donde habita un pequeño ratón humanoide muy parecido a él y en donde el entorno comienza a cambiar drásticamente al mismo tiempo que la situación de Chloé empeora. En donde Gondry se queda corto es en darle un aire realmente trágico al asunto. Las situaciones cómicas aligeran demasiado toda la situación y no nos permiten entrañar con los protagonistas siquiera en algún instante.

Otro acierto es la manera en que Gondry se inserta a sí mismo en la historia. Su aparición como un médico que trata de ayudar a Chloé es curiosa, pues este parece ser la misma persona que en la vida real. Desde mi punto de vista, que un director se involucre en su historia de manera activa siempre resulta interesante y divertida. Jugar con la mente del espectador siempre ha sido su fuerte, es una pena que en esta ocasión no haya funcionado del todo. Puntos extra también por haber dotado a la película de cierta conciencia, pues esta misma cambia de acuerdo a cómo las circunstancias lo demandan y hasta terminan  por expresar el humor y emociones del protagonista

El ingenio de Gondry esta no vez no ha sido suficiente para sostener una película. El débil guión se convierte en su talón de aquiles. Con más de doras horas de duración, uno termina aliviado después de que todo ha terminado. Demasiado tiempo para una historia muy pobre.

Es una verdadera lástima que Amor Índigo sea tan poco disfrutable. No hay duda de que superar lo hecho en sus trabajos iniciales será muy difícil, pero hay que admitir que el potencial aquí era bastante. Esperemos que Gondry sí nos sorprenda en la próxima ocasión.

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