"Solo Dios Perdona": un insípido relato de venganza

Nicolas Winding Refn es intrépido e irreverente. El danés no es alguien a quien le resulte fácil seguir las reglas. Varias de sus obras son el resultado directo de haberle lanzado una mesa a uno de sus profesores mientras estudiaba en Estados Unidos, una cachetada al sistema. Por supuesto, esta manera de actuar lo mantiene siempre al límite, cerca de la pretensión y de una obra sumamente vistosa pero con poco contenido. Su filmografía, concentrada principalmente en las relaciones humanas dentro de un entorno criminal, ha demostrado lo anterior; Winding Refn es un cineasta con grandes defectos y excepcionales aciertos por igual. 

Solo Dios Perdona es quizá la gran representación de toda la obra del director, y no se trata necesariamente de un cumplido. Su nueva cinta despliega un trabajo visual muy bien planeado y ostentoso que trata de tapar los grandes huecos de la narrativa y del pobre desarrollo de los personajes involucrados.
Situada en Bangkok, la trama sigue a Julian (Ryan Gosling), un hombre estadounidense que dirige una escuela de muay thai, una fachada ideal para la red de narcotráfico de la que es parte. Billy, su hermano, es un pedófilo y maniático que  también lleva las riendas del negocio. Cuando este último es asesinado tras violar y matar a sangre fría a una prostituta menor de edad, Julian se reencuentra con su madre (Kristin Scott Thomas), la cabeza del grupo criminal y una violenta mujer que busca la venganza por la muerte de su hijo mayor.

El panorama lucía inmejorable. Aunque Winding Refn se arriesgaba a volver a insertar a Gosling en un mundo criminal y volver a repetir la fórmula de su trabajo anterior; el entorno, los personajes, la situación, la narrativa más experimental y la trama de venganza auguraban un nuevo éxito para el cineasta. Desafortunadamente, Solo Dios Perdona es quizá su trabajo más decepcionante hasta la fecha; el director se ha enfocado tanto en lo superficial, en tratar de encajar cada cuadro en una historia inverosímil buscando que todo se vea "espectacular", por lo que se ha olvidado de contar algo que realmente valga la pena.

¿Cuáles son los grandes problemas de la película? En primer lugar, parece que cada decisión de los personajes carece de todo sentido. Julian es un hombre atormentado por su pasado, por momentos parece alguien duro y a quien hay que temer; sin embargo, la actitud que toma después de la muerte de su hermano no parece coherente del todo, pues sus decisiones subsecuentes denotan cierta misericordia en su personaje que más tarde se convierte en agresividad que ni siquiera termina de desarrollarse.

Julian también tiene una serie de "visiones" (las cuales nunca terminan de encajar en la trama y solo provocan una molesta confusión) en las que un contrincante con una espada lo acecha desde las sombras de manera constante. Se trata del hombre detrás del asesinato de su hermano, no el que lo mató, sino el que gestó el crimen. El teniente Chang (Vithaya Pansringarm) es un policía con un retorcido sentido de la justicia, es un individuo que cree en la ley del ojo por ojo y que no duda en usar la violencia para castigar a los malvados. Chang es un personaje que ya hemos visto en la filmografía de Winding Refn. Un hombre misterioso, poderoso y sin pasado son las características que unen a El Conductor, de Drive, a Un Ojo, de Valhalla Rising y a Chang, los tres con seres casi fantásticos con un propósito muy específico en la vida, nada más.


El policía tailandés se roba la película desde que hace su aparición. Su aparente calma rápidamente queda de lado cuando lo vemos desmembrando cuerpos o acabando con sus enemigos con aparente facilidad. Su estatus es casi divino, sus hombres lo adoran y los que se atreven a enfrentársele no viven para contarlo. Chang también es alguien bondadoso y que también puede amar, tal y como vemos en una escena en la que vive un tierno momento con su pequeña hija. Es a este hombre quien Julian y su madre tienen que enfrentarse para vengar la muerte de Billy.

La relación entre Julian y su madre es algo extraña. Este último parecer sufrir de un complejo de Edipo, su madre es una mujer que siempre obtiene lo que quiere y la venganza es lo único que tiene en la cabeza en esta película. Su reaparición en la vida de Julian es devastadora, la presión que ejerce sobre él lo desquicia totalmente y lo termina por llevar un camino del que no hay salida. Un lazo incestuoso parece unirlos; no solo a Julian, sino también al difunto hermano. Más tarde se nos revela que Julian asesinó a su padre por mandato de su misma madre, hecho que refuerza la manipulación que ejerce esta.

La fuerte sexualización de Crystal, la madre, es un esfuerzo más del director por trata de hacer que sus personajes hagan alguna declaración sin siquiera haber actuado o dicho algo. Con ello, Winding Refn se acerca peligrosamente a la pretensión, este termina haciendo obvias las cosas y no deja al espectador tratar de unir los cabos sueltos entre la relación madre e hijo.

Aunque el personaje de Julian parece estar dotado de cierta pasividad por una razón en específico que trata de evocar a su pasado, esta realmente no funciona y no hace mas que fastidiarnos toda la película. Cuando Julian decide actuar, ya es demasiado tarde, no nos interese más lo que va a hacer. Su falta de emoción fulmina a su personaje desde muy temprano.

Si hablamos de los pocos aciertos de la película, hay que resaltar los ambientes nocturnos en los que lleva a cabo. El uso de las intensas luces neón, las constantes sombras en las que se mueven los personajes y los pasillos bañados de una luz roja crean un ambiente único que evoca un terreno infernal, lleno de lujuria y muerte del que casi nadie saldrá con vida. Por supuesto, esta es una clara señal de lo que pretendía Winding Refn, bañar a sus personajes de un paisaje visualmente espectacular tratando de impresionar meramente con ello.

Es una lástima que Solo Dios Perdona haya terminado de esta manera. Lo más terrible de la situación es que el director era así como quería que fuera, un impactante relato de asesinato en el que los personajes dan igual, pues su apariencia es la que debería de decir todo acerca de ellos. Por el contrario, la trama se queda en lo superficial y nunca termina por lograr una buena ejecución.

Para terminar, podría comparar la película con la escena en la que Chang canta a sus hombres en un club nocturno; este lo hace sin emoción aparente, inmóvil, sin cambiar su expresión; los policías lo miran con calma pero con un aire de asombro y cerca del llanto. Windinf Refn se equivoca al pensar que podríamos llegar a sentir algo con su vacía e inexpresiva obra.

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