Antes de comenzar, quisiera hacer una pregunta, ¿qué era lo que más nos emocionaba de Iron Man 3? ¿Ver nuevamente a Tony Stark en pantalla, verlo interactuar en un mundo en el que los Avengers ya son una realidad o presenciar su enfrentamiento con su más grande enemigo, el Mandarin? Quizá la respuesta era un poco de las 3, y más.
La tercera parte de la exitosísima franquicia de Iron Man finalmente ha sido estrenada, y con ella, comienza una nueva fase el Universo Cinemático de Marvel, en donde veremos próximamente nuevas entregas de Thor, Capitán América y la patada inicial de Guardianes de la Galaxia, hecho que todavía esto visto con suspicacia por todo mundo, pero esa es otra historia.
Iron Man 3 es la primera parte de este nuevo ciclo de películas que culminarán con Avengers 2 en 2015. En esta nueva cinta, encontramos a un Tony Stark exhausto física y mentalmente después de la gran batalla de Nueva York contra Loki y su ejercito Chitauri. Sumido en el diseño y fabricación de nuevos trajes, Stark ha descuidado su relación con Pepper Potts (Gwyneth Paltrow) y se ha obsesionado un tanto con su nueva identidad. Mientras, un terrorista conocido como el Mandarin amenaza a Estados Unidos y al mundo con resquebrajar la frágil paz internacional.
La premisa no sonaba disparatada del todo. ¿Qué podía salir mal? Stark se enfrentaría a muerte con el Mandarin (Ben Kingsley) y sus hombres en una épica batalla, la más avanzada tecnología contra los artes marciales y místicos poderes del temido villano.
Como es usual en las películas de Marvel, una de las subtramas de la historia pronto se convertiría en el gran conflicto de la historia. Un virus llamado Extremis, desarrollado por el egocéntrico científico Aldrich Killian (Guy Pearce), sería fundamental en los planes del Mandarin para lograr su cometido de inestabilidad mundial.
Sin embargo, Shane Black (el director) y su equipo nos entregan en su lugar la cinta más débil de la serie, la más pobre y la más ridícula hasta ahora, incluyendo todas las que conforman el Universo Cinemático de Marvel. Desde el comienzo, sabemos que esta no será una película similar a las anteriores de la franquicia, incluso Iron Man 2 logra su objetivo de al menos maravillarnos por unos momentos a pesar de sus grandes fallas igualmente.
¿El mayor problema? Sin duda, la historia. La premisa alrededor de Extremis pintaba muy bien. El hecho de que Stark haya también hecho algunos avances tecnológicos en sus armaduras era un buen augurio de lo que veríamos en pantalla. Desgraciadamente, nada está a la altura de lo esperado. La trama, ambientada por alguna extraña razón alrededor de la navidad, demuestra rápidamente los hoyos en el guión y la pobre y bizarra caracterización de algunos de sus personajes. Por ejemplo, en una secuencia en la que Stark está solo con su traje averiado, este tiene que recurrir a un niño y demás peripecias para arreglado. Sin embargo, más tarde se revela que el héroe tenía un as bajo la manga que bien pudo haber usado desde ese momento.
Desgracia
El Mandarin ¿Qué decir al respecto? Sabemos que Disney y Marvel han tratado de hacer llegar sus películas a todo el mundo, no solo para los geeks que saben cada uno de los detalles de sus personajes favoritos. Pero cuando nos enteramos de la gran peculiaridad detrás el villano, no se puede sentir más que una gran ofensa ha sido perpetrada no solo al personaje, sino a todos los que han seguido a Iron Man desde hace mucho. Sí, puede resultar gracioso desde un punto de vista, pero hay algo que realmente lo hace sentir fuera de lugar, bizarro y como un verdadero insulto. Una lástima que se haya desaprovechado una gran oportunidad con el archienemigo de Stark.
Si hay algún plan futuro para realizar la película de Doctor Strange ¿Por qué despojar al Mandarin de sus verdaderas cualidades?
Otro aspecto que demerita mucho la obra es la relación que Tony despliega con sus trajes. Si miran bien, podrán ver que son muy pocos los momentos en que realmente vemos a Iron Man en pantalla. Claro, esto se puede respaldar con el hecho de que esta nueva cinta trata de demostrar que nuestro superhéroe será siempre Iron Man porte o no la armadura. Pero me pregunto, ¿donde quedó ese gran espectacularidad que demostró en Avengers, acabando con sus enemigos a diestra y siniestra? Ahora vemos a Iron Man salvando a algunos pobres diablos o escapando de la armadura para evitar ser aniquilado? Aunque la intención haya sido demostrar la humanidad del personaje y su nueva actitud hacia la vida, me parece que el objetivo no se cumple. Realmente extrañamos a Iron Man en esta tercera parte.
En cuando a los demás personajes, dirían que cumplen con su tarea en su mayoría. Pepper es quizá la que más nos atrapa con un par de sorpresas que se nos tienen preparadas. Killian también resulta bien moldeado pero sus intervenciones resultan poco memorables, lo mismo diría para Eric Savin (James Badge Dale) y Máquina de Guerra (Don Cheadle). Finalmente, Maya Hansen (Rebecca Hall) resulta un bulto en pantalla. Desde su primera aparición hasta su desenlace, encontramos muchas irregularidades que bien pudieron ser omitidas.
Así, no nos queda más que esperar las siguientes entregas que nos llevarán a la segunda parte de Avengers. A pesar del resbalón, el futuro luce promisorio. Serán ahora Thor y Capitán América los encargado de llevar el bote a buen puerto. Esperamos que así sea.
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