David O. Russell, quizá su nombre no cause ninguna reacción de primera mano. El director de 54 años, que no ha gozado de la atención de los reflectores como otros colegas suyos, poco a poco se posiciona como uno de los realizadores más consistentes hoy en día en Hollywood.
Hace un par de años, el estadounidense dio su primer gran golpe con El Peleador (no confundir con la melosa cinta de Ron Howard protagonizada por Russell Crowe), un drama deportivo sumamente cautivador sobre la vida del boxeador Micky Ward. Con esta cinta, quedó demostrada la gran capacidad de Russell no solo para dirigir, sino para sacar lo mejor de actores como Christian Bale y Melissa Leo. Sobria pero contundente y con un gran espíritu, El Luchador fue una de las 3 pequeñas grandes cintas que obtuvieron notable reconocimiento en los Premios Óscar de 2011.
El año pasado, Russell vuelve a los terrenos donde se siente aún más cómodo. Con Los Juegos del Destino, nos topamos con una comedia romántica que se aparta grandiosamente de la línea a la que Hollywood nos tiene acostumbrados. Con un guión muy bien armado y excelentemente bien ejecutado, basada en la novela homónima, y una dirección con un mayor nivel a la de su antecesora, la nueva cinta de Russell resulta, sin lugar a dudas, su mejor trabajo hasta la fecha.
La historia sigue a Pat (Bradley Cooper), un tipo sin suerte que además de sufrir un desorden psicológico bipolar, ha sido engañado por su mujer y ha sido recluido en una clínica mental por haber golpeado brutalmente al amante de esta. Con una orden judicial de restricción de su esposa y meses después de tratamiento, su madre (Jackie Weaver) lo saca para regresarlo a casa y cuidarlo de cerca.
Pat, reinsertándose a la vida que dejó anteriormente, se encuentra con viejos conocidos y nuevas amistades con las que entabla una relación única, sacando lo mejor y peor de sí. Conocemos a su padre, (Robert De Niro), un aficionado de las Águilas de Filadelfia que nunca ha sabido cómo tratar a su hijo. También nos encontramos a Tiffany (Jennifer Lawrence), la hermana de la esposa de su mejor amigo que recientemente ha perdido a su esposa y ha enfrentado la situación de una manera muy peculiar.
Y sí, Pat pronto entabla una amistad muy poco convencional con Tiffany que los llevará a explorar sus aflicciones no desde un punto de vista clínico, sino de la propia capacidad humana para tratar de ver el el lado bueno de las cosas, haciendo clara referencia al título de la película.
Mientras Pat busca reconciliarse con su mujer, Tiffany trata de comenzar una nueva relación que la saque de la miseria en la que se encuentra. A pesar de ser la principal aliada de Pat para tratar de alcanzar su objetivo, al mismo tiempo ella también encarna el mayor obstáculo para que el pobre hombre regrese a su vieja vida. Lo que nos hace preguntarnos: ¿Por qué Pat desea tanto regresar con su mujer a pesar de todo? ¿Qué hay en esa vida que tanto añora?
Durante la trama, también exploramos con detalle la relación entre Pat y sus padres, con quienes siempre ha tenido una lejana comunicación, siendo el relegado de dos hermanos. Su padre, obsesionado con el equipo de americano y las apuestas, trata de acercarse por primera vez a través de lo único que no conoce, sin darse cuenta de qué es lo que realmente necesita. Su madre, aunque un poco más comprensiva, resulta temerosa de la condición de su hijo. Por otro lado, todos los que rodean a Pat, a pesar de ser "normales", pronto le demuestran su verdadera vida, más allá de las apariencias. Al final, ¿con quién nos identificamos? ¿con un bipolar que busca volver a estar con la mujer que encontró en la bañera con otro hombre? Russell nos hace pensarnos las cosas.
La última parte de la cinta resulta hilarante e ingeniosa. Una prueba que Pat y Tifanny afrontarán pone en juego no solo el desenlace de su relación, sino de toda la familia de Pat.
Muchos dirán que el final se puede predecir desde momentos antes; sin embargo, el director nos da a entender que no es en sí el destino de los personajes, sino la transformación que han sufrido y que los ha hecho ver, nuevamente, otra perspectiva de la vida.
Gracias a las formidables actuaciones de Lawrence, Cooper y De Niro, Los Juegos del Destino es una de las cintas más disfrutables del año que aunque no se trate un ejercicio cinematográfico de antología, si que nos pone una sonrisa en la cara y, sobre todo, nos deja muy expectantes de lo que Russell nos presente a continuación.
¿Predicciones para hoy? Parece que Lawrence se llevará el primer Óscar de su carrera.
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