J. Edgar

Clint Eastwood es en verdad ya toda una leyenda del cine estadounidense. Sus memorables actuaciones en decenas de películas y su magistral dirección en otras varias, le han dado un lugar en la historia del séptimo arte.

Gran Torino fue su última gran obra. Aquella cinta sobre un intolerante y triste hombre que ve cómo su vida da un vuelco ante las situaciones más inesperadas, todo alrededor de su automóvil Gran Torino. La dirección y actuación del veterano fueron espectaculares y según sus propias palabras, esa magnífica interpretación quedaría como la última del gran actor de en la pantalla grande. Su trabajo se enfocaría exclusivamente a la dirección.

Desde entonces, sus últimos trabajos en la dirección han dado de qué hablar pero no precisamente de lo que se podría esperar de Eastwood. "Más Allá de la Vida" fue un tropiezo importante. Su melosa historia y un pobre argumento, le valieron al director numerosas malas críticas desde hacía ya mucho tiempo. "Invictus" pasó sin pena ni gloria pero fue Morgan Freeman quien acaparó los reflectores por el políticamente correcto papel de Nelson Mandela. Ahora, Eastwood regresa nada más y nada menos que acompañado de Leonardo Di Caprio para presentar una polémica cinta, una historia controversial y uno de los peores trabajos de ambos en mucho, mucho tiempo.

J. Edgar narra la vida y ascenso al poder de J. Edgar Hoover, primer presidente del Buró Federal de Investigación (FBI) y uno de los hombres más importantes del siglo XX. No había duda de que existió gran expectación por esta cinta. El morbo y la curiosidad eran los principales ingredientes. ¿Cómo representarían la vida del enigmático hombre? ¿Sería claramente una película digna de varios Óscar? 

Antes de empezar, un pequeño contexto. La vida de Hoover resulta un gran misterio para todos los estudiosos de la materia. Su personalidad y actitud aparentemente lo muestran como un hombre maquiavélico que pasaba por encima de muchas Instituciones de poder estadounidenses para garantizar la seguridad de su país. Se dice incluso que varios presidentes le temieron y que los archivos más secretos de Hoover, contenían datos muy importantes sobre varios personajes clave de la historia más reciente de aquel país. Esos archivos nunca han visto la luz, por supuesto. Su vida personal es también un gran misterio y su vida amorosa y sexual ha estado en entredicho por décadas. Su supuesta homosexualidad y hasta una doble vida como travestido lo persiguieron por una parte de su vida pero hasta hoy, nadie ha podido comprobar nada realmente.

Clint Eastwood da por hecho todos estas especulaciones. Dustin Lance Black (guionista ganador del Óscar por Milk y abiertamente homosexual) fue el encargado de escribir el guión que para mi gusto, cruza la línea y se convierte en una vulgar rendición de un hombre del que mucho se sabe pero al mismo tiempo, nadie lo sabe.

La cinta es un desastre por grandes lapsos. La coherencia brilla por su ausencia. Nunca podemos saber a ciencia cierta en dónde y cuándo están ocurriendo los hechos a pesar del contexto que ya se tiene en cuenta. Contada a manera de flashback, Eastwood y Black fallan a la hora de sincronizar los dos tiempos en que transcurre la historia y claro, la edición no ayuda del todo. Black usa a Di Caprio como narrador del flash back y esto quizá lo más molesto de todo el film. La monotonía de la narración sume cada escena en un torbellino de confusión que nunca logra disiparse e Eastwood recurre a muy pobres técnicas para darle vida a su película. En realidad, no se nota la mano de Eastwood. ¿Ésta quedó opacada por el pésimo guión de Black? Probablemente.

Hoover es personificado por Di Caprio quién a pesar de tener algunos buenos momentos, nos entrega una actuación exageradísima, muy difícil de apreciar y sin ningún tipo de fondo, todo queda en la superficialidad. Durante el desarrollo de la trama, vemos como Hoover de desenvuelve en su vida profesional y personal pero nunca conocemos a detalles su verdaderas motivaciones. Lo único que Eastwood nos enseña a es un hombre con miedo, obsesionado y con una confusión sobre su orientación sexual.

Armie Hammer cumple como el secreto amor de Hoover pero la escena en que finalmente se declaran amor, resulta incómoda, fácil y con la barata idea de vendernos una simpatía por el personaje de Di Caprio.

Al final, también se da un vuelto sumamente estúpido a la historia que cambia radicalmente la percepción que alcanzamos a obtener de Hoover, no diré de qué se trata pero en los últimos minutos, resulta obvia.

Aunado a las actuaciones regulares, otros recursos que Eastwood usó se caen por la borda estruendosamente. El maquillaje para envejecer a sus actores principales es deplorable y coquetea peligrosamente con lo cómico. La producción es muy débil y no hay nada en esta cinta que pueda rescatar.

Eastwood decepciona a lo grande y ahora amenaza con regresar a la actuación que presuntamente había dejado de manera gloriosa. Te pido una cosa Clint Eastwood, déjanos al menos recordarte como Walt Kowalski para así, olvidarnos de este último bodrio que nos has regalado.

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