En una industria y un género dominado por los hombres, Mujer Maravilla representa un necesario y bienvenido respiro que, si bien no cambia las reglas del juego narrativamente hablando, empodera una figura femenina lastimada y minimizada la mayor parte del tiempo en este tipo de blockbusters. Como parte de un universo cinematográfico que ha sido concebido tan frágil como incoherentemente, la cinta trata de enderezar el rumbo concentrándose exclusivamente en sí misma y sin adherirse a ningún tipo de atadura impuesta por quienes mueven los hilos en DC; no, su valor radica en el hecho de contar una simple pero concisa historia sobre una heroína que emerge contra todo pronóstico en un mundo dominado por el hombre. De cualquier manera, he aquí la mejor entrega de este universo hasta ahora.
Diana (Gal Gadot), princesa amazona que habita en la isla secreta de Themyscira e hija de la Reina Hipólita (Connie Nielsen), es una guerrera entrenada por su tía, la General Antíope (Robin Wright), y una noble mujer con un gran sentido de la justicia. En tiempos de la Primera Guerra Mundial, Diana es testigo de cómo un espía estadounidense llamado Steve Trevor (Chris Pine) se estrella en la playa huyendo de los alemanes. Al rescatarlo y repeler la agresión con la ayuda de las demás amazonas, Trevor les habla sobre la Gran Guerra que está teniendo lugar en el mundo y les advierte sobre el inevitable desastre que está por ocurrir. Diana no tarda en atribuir estos acontecimientos a Ares, traidor Dios de la Guerra que podría estar de vuelta para acabar con la humanidad. Decidida a buscarlo para ponerle un alto y matarlo de una vez por todas, Diana parte con Steve hacia el frente. En su viaje, la guerrera se encontrará con lo peor y lo mejor de la humanidad y asumirá una nueva identidad como defensora de los inocentes.
Después de una larguísima espera, la Mujer Maravilla finalmente ha llegado al cine. Resulta increíble que haya tenido que pasar tanto tiempo para poder tener una versión cinematográfica de la superheroína más famosa del planeta. Patty Jenkins (Monster), quien es la primera mujer en dirigir una película de esta magnitud, le hace justicia al personaje al moldearla de acuerdo a los estatutos del cómic y al representarla como un icono feminista, una mujer que no necesita de un hombre para cumplir con sus objetivos y que simboliza la lucha de su sexo ante la opresión masculina. Como una de las cintas más entretenidas de este verano, Mujer Maravilla no pierde de vista su propósito y nos enseña que el género de superhéroes también puede hacer cierta referencia a los problemas sociales que nos aquejan desde hace tiempo.
Nada de esto sería posible sin la participación de Gadot, quien encarna al mítico personaje con una gracia y una facilidad que pone a callar a sus detractores de manera contundente. La actriz pone mucho énfasis en la inocencia con la que encontramos a Diana en un comienzo. Al estar apartada de lo que ocurre en el mundo y de la verdad alrededor de su origen, la guerrera, a pesar de sus habilidades y tremenda fuerza, emana una notable ingenuidad que destacan su pureza y nobleza. Estas cualidades más tarde contrastan fuertemente con la desgracia e hipocresía que encuentra en el mundo de los hombres, lo que hacen del personaje uno muy entrañable. De igual manera, Gadot luce increíble en las secuencias de acción contribuyendo a resaltar la grandeza de la Mujer Maravilla.
Su co-protagonista, Chris Pine, también hace un buen trabajo al entrar en esta dinámica en la que el hombre ha dejado de ser el salvador y el centro de atención. La química que ambos despliegan es muy convincente, y más allá del aspecto romántico que inevitablemente surge, la forma en que crean un gran equipo es lo que realmente hace brillar su participación. Es sumamente reconfortante saber que este liderazgo femenino cada vez toma más fuerza en Hollywood. No hace mucho, Charlize Theron nos dio otro gran ejemplo como la impetuosa Furiosa en Furia en el Camino, una protagonista que igualmente lucha contra el dominio masculino dándole una gran valía a un personaje multidimensional. Esa confrontación de sexos también queda plasmada en Mujer Maravilla en varios momentos. Quizá una de las escenas más significativas es cuando Trevor es salvado por Diana y las amazonas se enfrentan a los alemanes. Casi inédito resulta ver imágenes en el cine convencional en donde un grupo de hombres sean masacrados por uno de mujeres. No se trata de crear una tensión entre ambos sexos, sino demostrar que la participación de la mujer en el blockbuster debe cambiar y dejar atrás las arcaicas etiquetas de la "damisela en apuros" o el mero interés romántico.
Mujer Maravilla también hace alusión a otras problemáticas sociales muy pertinentes. El grupo que Trevor conforma para pelear en el frente está integrado por rostros que representan distintos grupos raciales con sus propios conflictos. Tenemos al ilustrado árabe que ha tenido que convertirse en soldado debido a que su sueño de convertirse en actor nunca podrá se realidad dado al color de su piel. Está también el ecuánime indio estadounidense que pelea porque ya no tiene un hogar, el cual le fue arrebatado por el hombre blanco. El último miembro es precisamente uno de ellos, un tipo con buenas credenciales como soldado; pero con problemas con la bebida y con una cierta incapacidad de realizar su trabajo en los momentos de más presión, una forma poco convencional de representar a un blanco en una cinta comercial. Este incluyente grupo liderado por Diana y Trevor encapsula los males de una sociedad, una que se resiste a aceptar a sus minorías y darles el respeto que se merecen.
La película también tiene algunos errores que finalmente nos hacen recordar que la fórmula del superhéroe sigue presente, y que al menos en esta parte no se tomaron más riesgos. La revelación del villano queda corta y el impacto no es suficiente como para hacerlo sobresalir de entre el de resto de genéricos antagonistas; de hecho, los otros dos villanos de la historia también sufren de ese casi nulo desarrollo de personaje. La batalla final, misma que parece salida de un videojuego por momentos, tampoco ofrece espectacularidad más allá de las explosiones y los golpes. El festín de efectos especiales e imágenes generadas por computadora llega a ser extenuante, sobre todo en el último acto.
Afortunadamente, Mujer Maravilla sale adelante gracias a la cohesión de su guión, característica que había estado ausente en el Universo Extendido de DC hasta ahora. Al olvidarse que forma parte de un universo mayor, la trama puede respirar y contar el origen de esta superheroína sin dejar las cosas al aire para una eventual secuela ni hacer referencia a los demás superhéroes que también habitan el universo. Al final de todo, Mujer Maravilla es una declaración feminista sumamente convincente que le hace justicia al género y que será un punto de inflexión que recordaremos gratamente. Diana, quien jura defender a la humanidad a pesar de la maldad innata que habita en el corazón de los hombres, es la representación de la justicia en un mundo que desesperadamente la necesita.
Nada de esto sería posible sin la participación de Gadot, quien encarna al mítico personaje con una gracia y una facilidad que pone a callar a sus detractores de manera contundente. La actriz pone mucho énfasis en la inocencia con la que encontramos a Diana en un comienzo. Al estar apartada de lo que ocurre en el mundo y de la verdad alrededor de su origen, la guerrera, a pesar de sus habilidades y tremenda fuerza, emana una notable ingenuidad que destacan su pureza y nobleza. Estas cualidades más tarde contrastan fuertemente con la desgracia e hipocresía que encuentra en el mundo de los hombres, lo que hacen del personaje uno muy entrañable. De igual manera, Gadot luce increíble en las secuencias de acción contribuyendo a resaltar la grandeza de la Mujer Maravilla.
Su co-protagonista, Chris Pine, también hace un buen trabajo al entrar en esta dinámica en la que el hombre ha dejado de ser el salvador y el centro de atención. La química que ambos despliegan es muy convincente, y más allá del aspecto romántico que inevitablemente surge, la forma en que crean un gran equipo es lo que realmente hace brillar su participación. Es sumamente reconfortante saber que este liderazgo femenino cada vez toma más fuerza en Hollywood. No hace mucho, Charlize Theron nos dio otro gran ejemplo como la impetuosa Furiosa en Furia en el Camino, una protagonista que igualmente lucha contra el dominio masculino dándole una gran valía a un personaje multidimensional. Esa confrontación de sexos también queda plasmada en Mujer Maravilla en varios momentos. Quizá una de las escenas más significativas es cuando Trevor es salvado por Diana y las amazonas se enfrentan a los alemanes. Casi inédito resulta ver imágenes en el cine convencional en donde un grupo de hombres sean masacrados por uno de mujeres. No se trata de crear una tensión entre ambos sexos, sino demostrar que la participación de la mujer en el blockbuster debe cambiar y dejar atrás las arcaicas etiquetas de la "damisela en apuros" o el mero interés romántico.
Mujer Maravilla también hace alusión a otras problemáticas sociales muy pertinentes. El grupo que Trevor conforma para pelear en el frente está integrado por rostros que representan distintos grupos raciales con sus propios conflictos. Tenemos al ilustrado árabe que ha tenido que convertirse en soldado debido a que su sueño de convertirse en actor nunca podrá se realidad dado al color de su piel. Está también el ecuánime indio estadounidense que pelea porque ya no tiene un hogar, el cual le fue arrebatado por el hombre blanco. El último miembro es precisamente uno de ellos, un tipo con buenas credenciales como soldado; pero con problemas con la bebida y con una cierta incapacidad de realizar su trabajo en los momentos de más presión, una forma poco convencional de representar a un blanco en una cinta comercial. Este incluyente grupo liderado por Diana y Trevor encapsula los males de una sociedad, una que se resiste a aceptar a sus minorías y darles el respeto que se merecen.
La película también tiene algunos errores que finalmente nos hacen recordar que la fórmula del superhéroe sigue presente, y que al menos en esta parte no se tomaron más riesgos. La revelación del villano queda corta y el impacto no es suficiente como para hacerlo sobresalir de entre el de resto de genéricos antagonistas; de hecho, los otros dos villanos de la historia también sufren de ese casi nulo desarrollo de personaje. La batalla final, misma que parece salida de un videojuego por momentos, tampoco ofrece espectacularidad más allá de las explosiones y los golpes. El festín de efectos especiales e imágenes generadas por computadora llega a ser extenuante, sobre todo en el último acto.
Afortunadamente, Mujer Maravilla sale adelante gracias a la cohesión de su guión, característica que había estado ausente en el Universo Extendido de DC hasta ahora. Al olvidarse que forma parte de un universo mayor, la trama puede respirar y contar el origen de esta superheroína sin dejar las cosas al aire para una eventual secuela ni hacer referencia a los demás superhéroes que también habitan el universo. Al final de todo, Mujer Maravilla es una declaración feminista sumamente convincente que le hace justicia al género y que será un punto de inflexión que recordaremos gratamente. Diana, quien jura defender a la humanidad a pesar de la maldad innata que habita en el corazón de los hombres, es la representación de la justicia en un mundo que desesperadamente la necesita.
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