Alma Salvaje: cuando no hace falta perdonarnos a nosotros mismos

Cerca del final de su épica travesía, Cheryl Strayed se cuestiona: "¿Qué tal si lo que me hizo hacer todas esas cosas que la gente pensó que no debería de haber hecho fue lo que me trajo hasta aquí?". La vida es el conjunto de esos aciertos y errores que forjan el carácter de uno, una serie de experiencias que pueden ser tan satisfactorias como frustrantes, pero que al final del día resultan determinantes para poder descifrarnos a nosotros mismos. Alma Salvaje es una recolección de estos momentos, los cuales son vividos por una mujer común y corriente que decide emprender un viaje único en busca de encontrar su redención 

Tras un intempestivo divorcio, la muerte de su madre y un etapa como adicta a la heroína, Cheryl Strayed (Reese Witherspoon) decide emprender una caminata por un sendero conocido como el Pacific Crest Trail, el cual se extiende prácticamente por toda la costa oeste de Estados Unidos. Dejando todo atrás, Cheryl, completamente inexperta en senderismo, se embarca en una empresa que no solo le abrirá la mente ante todo tipo de circunstancias de la vida, sino que le hará replantearse lo que siente como su vacía existencia.

Basada en las memorias de Strayed, Alma Salvaje presenta la construcción de un personaje que se encuentra justo en un importante cruce. La manera en que trató a su ahora ex-esposo, la ausencia de su querida madre y la búsqueda por aliviar su dolor la han llevado a un callejón sin salida. Al decidir recorrer un trecho de 1,100 millas, Cheryl pretende curarse esas heridas al buscar una nueva perspectiva y tratando de perdonarse por la que para ella son terribles errores. Dirigida por Jean-Marc Vallée (El Club de los Desahuciados), esta íntima cinta trata de enmarcar el enorme logro de algo significativo exclusivamente para una persona.

Con el papel protagónico, Reese Witherspoon hace un muy buen trabajo interpretando a la confundida mujer. Al natural, sumamente sobria y completamente convincente, la actriz cumple con su cometido de enganchar al espectador y llevarlo consigo durante su larguísimo viaje. En el, son las reacciones de Witherspoon ante una gran variedad de acontecimientos lo que nos hace reírnos, preocuparnos y querer seguir caminando con ella. Momentos espontáneos y divertidos como la escena en que un poco convencional periodista la confunde con una vagabundo o aquella en donde pierde una uña y posteriormente sus necesarias botas no serían lo mismo sin ella, son sus precisos movimientos y acciones lo que la hacen un personaje que quizá no sea del todo interesante, pero sí bastante humano.

La película presenta una narrativa no lineal en donde, además del viaje de Cheryl, varios flashbacks de distintos puntos de su vida, y sin ningún orden en particular, nos tratan de contextualizar toda la situación y las razones de su aventura. En la mayoría de estas escenas, quien brilla es Laura Dern como su madre, una mujer que ha sido abusada por su esposo y que realmente no tiene nada en la vida más que sus hijos y un hermoso caballo. Igualmente con un gran actuación, Dern dota a su personaje de una inocencia casi infantil, la cual choca bastante con la fría y cruda manera de Cheryl de ver la vida. A pesar de que tienen una buena relación, esta última cree que su madre ha sufrido demasiado y aún así sigue empeñada en hacerse la vida más difícil con tal de satisfacer a los demás. Su dolorosa muerte solo puede ser entendida de una forma por la perturbada joven: no sirve de nada ser bueno si lo único que te espera al final del camino es el sufrimiento y la desdicha. Los demás flashbacks enmarcan principalmente su fallida relación con Paul, su ex esposo y su posterior adicción a la heroína.


Si bien la decisión de insertar las escenas retrospectivas al viaje cronológico que sigue Cheryl resulta lo más adecuado, por momentos estas no encuentran conexión entre ellas ni con la narrativa principal. Sabemos que estos momentos la han llevado a hasta donde se encuentra ahora, pero el guión falla en ir más a fondo sobre los verdaderos motivos de su excursión. ¿Qué fue lo que fracasó en su matrimonio? ¿Qué la llevó a acostarse con una gran cantidad de hombres y a perderse en las drogas? Vallée y su guionista dan todo por sentado y creen que el simple hecho de Cheryl de sentirse vacía es la única explicación para todo. Hay un porqué que sigue faltando.

Cheryl es una feminista. La experiencia de su madre maltratada y la distintiva reacción de todos los hombres al verla sola y aparentemente desamparada, en una ciertamente peligrosa travesía, le hacen darse cuenta de la imagen derrotada y sumisa que tienen los hombres de su sexo. Sin embargo, ella no está haciendo el pesado viaje por las demás mujeres, ni para demostrarle a los otros caminantes que sí puede hacerlo, sino simplemente para saber que pudo hacerlo.

A diferencia de El Club de los Desahuciados, esta obra tiene una visión un poco menos convencional y un tanto más estilizada. Los constantes voice over, los flashbacks y la gran cantidad de insertos la convierten en algo más valioso que la anterior película de Vallée, en donde todo el contenido estaba sostenido por dos grandes actuaciones y nada más que eso. Aquí, los hermosos paisajes, el viaje mismo y las peripecias de Cheryl también aportan bastante a la narrativa.

Al ver Alma Salvaje nos vendrá inmediatamente a la cabeza la cinta de Sean Penn, Camino Salvaje, la cual tiene una premisa y estructura muy parecidas. La gran diferencia es en que esta última, el protagonista es un hombre que tiene la vida prácticamente arreglada, pero que se rehusa a ser parte de una sociedad con la que no guarda nada en común. Cheryl, por otro lado, no tiene nada o lo ha perdido todo. Aunque uno de ellos busca de esto hacer algo permanente, ambos viven una experiencia transformadora que los hará madurar como humanos y como individuos independientes. 

Al terminar la travesía es cuando todos los errores de Cheryl de pronto tiene sentido para ella, pero ya no como mero sufrimiento, sino como una oportunidad de absoluto aprendizaje, nada de lo que tenga que perdonarse. Las ataduras se han caído.

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